I live on the island of Newfoundland, on the eastern tip of Canada. We are the first place in North America to see the sunlight each morning. Now, in a time of unprecedented hardship and suffering, we also see the sun in many moving and marvelous ways.
A week ago, we had not experienced COVID-19 in our province. Today, there are 81 cases, and 60 of these can be traced back to one person who attended a funeral at a local funeral home. So, in the past week, we have seen profound evidence of how the actions of one person, even unwittingly, can affect many, many lives in a negative way. But we have also seen how our actions can affect one another- and all of society- for good.
In the massive, general cooperation of our citizens in the movement to “Stay Home – Save Lives,” I think that we are witnessing the most remarkable example of mass cooperation in good, for the common good, that we have ever seen. It is care and concern in action. It is love in action. St. Alphonsus reminds us that “for God, Heaven is the human heart.” Now, in the midst of a global epidemic that might most charitable be described as challenging, we are witnessing God’s love come to earth and expressed as concern for the well-being and safety of our sisters and brothers, particularly the most wounded and vulnerable. In the midst of unprecedented trial, we are glimpsing a foretaste of heaven, if we are to grasp the meaning of St. Alphonsus’ insight.
And what part has our local Newfoundland branch of the Redemptorist Family been playing in all of this? Most importantly, we have been staying home, doing our part. But modern technology has meant that staying home, we can have a very wide public outreach.
In our local community, there are three professed Redemptorists, two Lay Missionaries of the Most Holy Redeemer, and fifteen Redemptorist Associates. As soon as public Masses were canceled by our local bishop (interestingly, on the feast of St Clement, March 15), we began to investigate whether we could live stream the community Mass from our tiny chapel. We discovered that this was not possible, but that we could record the Mass and later post it to YouTube. This proved to have an unexpected benefit when we decided to include the print text of St. Alphonsus’ Act of Spiritual Communion so that all who took part online could pray this prayer at the time of Communion. The response to this has been wonderful, and we have seen this technique now shared by others across Canada.
A highlight of the daily broadcast Mass is the homily, meant to connect the Scripture with the daily lives of people in this challenging time. The three Redemptorist priests have been kept busy preparing the homilies, which have taken on more significance now than perhaps ever, as people tune into us for a word of insight, hope, or encouragement.
One of our confreres began an online appeal for people to submit their intentions, which would be placed in a box in the chapel and prayed for at each Mass. The response to this request is an indication of our need to be connected, remembered, in communion.
Our entire local Redemptorist family, lay and ordained, has been busy engaging in a lively telephone, e-mail and FaceBook ministry. Our parish website and FaceBook page have become hubs of sharing information and helpful resources. We have become more conscious than ever before how these are a means of Gospel outreach and a point of connection for many. One of our Lay Missionaries of the Most Holy Redeemer manages the FaceBook page for the Partners in Mission of the Province of Canada and the Conference of North America, and publishes a monthly newsletter and, in this time of coronavirus, regular updates sent out by e-mail, sharing good news, requests for prayers, and helpful resources.
There is a story told of a man who walks onto a beach covered with dying starfish, left there by a high tide, and unable to get back out to sea. The man watches as the child picks up one starfish at a time and, with the mighty effort, hurls that starfish toward the sea. After some time, the man says to the child, “You’ll never save them all, there are too many for you to make a difference; you might as well stop trying.” The child bent down slowly, picked up one more starfish, and hurled it toward the sea. “I made a difference for that one,” the child said. Here in Newfoundland, our little branch of the Redemptorist Family is trying to make a difference.
Anne Walsh
Lay Missionary of the Most Holy Redeemer
Picture from Pixabay
Unas palabras de Newfoundland y Labrador
Anne Walsh, Misionera Laica del Santísimo Redentor
Vivo en la isla de Newfoundland, en el extremo este de Canadá. Somos el primer lugar de Norteamérica que ve la luz del sol cada mañana. Ahora, en una época de dificultades y sufrimientos sin precedentes, también vemos el sol de muchas maneras conmovedoras y maravillosas.
Hace una semana, no habíamos experimentado COVID-19 en nuestra provincia. Hoy en día, hay 81 casos, y 60 de ellos se remontan a una persona que asistió a un funeral en una funeraria local. Así que, en la última semana, hemos visto profundas evidencias de cómo las acciones de una persona, incluso sin saberlo, pueden afectar muchas, muchas vidas de forma negativa. Pero también hemos visto cómo nuestras acciones pueden afectarse mutuamente, y a toda la sociedad, para lo bueno.
En la cooperación masiva y general de nuestros ciudadanos en el movimiento “Quédese en casa – Salve vidas”, creo que estamos siendo testigos del ejemplo más notable de cooperación masiva para el bien común que jamás hayamos visto. Es el cuidado y la solidaridad en acción. Es el amor en acción. San Alfonso nos recuerda que “para Dios, el Cielo es el corazón humano”. Ahora, en medio de una pandemia que podría describirse “desafiante”, como descripción muy caritativa, estamos siendo testigos del amor de Dios que viene a la tierra y se expresa como preocupación por el bienestar y la seguridad de nuestros hermanos y hermanas, en particular los más heridos y vulnerables. En medio de una prueba sin precedente, estamos vislumbrando un anticipo del cielo, si queremos comprender el significado de la visión de San Alfonso.
¿Y qué papel ha tenido nuestra rama local en Newfoundland de la Familia Redentorista en todo esto? Lo más importante es que nos hemos quedado en casa, haciendo nuestra parte. Pero la tecnología moderna ha significado que, quedándonos en casa, podemos tener un alcance público muy amplio.
En nuestra comunidad local, hay tres Redentoristas profesos, dos Misioneros Laicos del Santísimo Redentor, y quince Redentoristas Asociados. Tan pronto fueron canceladas las Misas públicas por nuestro Obispo local (curiosamente, en la fiesta de San Clemente, el 15 de marzo), comenzamos a investigar si podíamos transmitir en vivo la Misa de la comunidad desde nuestra pequeña capilla. Descubrimos que esto no era posible, pero que podíamos grabar la Misa y luego publicarla en YouTube. Esto resultó tener un beneficio inesperado cuando decidimos incluir el texto del Acto de Comunión Espiritual de San Alfonso para que todos los que participaran en línea pudieran rezar esta oración en el momento de la Comunión. La respuesta a esto ha sido maravillosa, y hemos visto esta técnica ahora compartida por otros en todo Canadá.
Un punto culminante de la transmisión diaria de la Misa es la homilía, destinada a conectar la Escritura con la vida diaria de las personas en este tiempo difícil. Los tres sacerdotes redentoristas se han mantenido ocupados preparando las homilías, y estas han adquirido más importancia ahora que nunca, mientras la gente sintoniza con nosotros para una palabra de transcendencia, esperanza y consuelo.
Uno de nuestros cohermanos comenzó un llamamiento en línea para que la gente enviara sus intenciones, que se colocaran en una caja en la capilla y se rezaran por ellas en cada Misa. La respuesta impresionante a esta petición es una indicación de nuestra necesidad de estar en comunión, conectados y recordados.
Toda nuestra familia local de Redentoristas, laicos y consagrados, ha estado ocupada en un animado ministerio de teléfono, e-mail y FaceBook. La página web de nuestra parroquia y la página de FaceBook se han convertido en centros de intercambio de información y recursos útiles. Nos hemos hecho más conscientes que nunca cómo estos son un medio de difusión del Evangelio y un punto de conexión para muchos. Uno de nuestros Misioneros Laicos del Santísimo Redentor gestiona la página de FaceBook para los Asociados en Misión de la Provincia de Canadá y la Conferencia de América del Norte, y publica un boletín mensual y, en esta época de coronavirus, con actualizaciones regulares enviadas por correo electrónico, compartiendo buenas noticias, peticiones de oraciones y recursos útiles.
Se cuenta la historia de un hombre que camina por una playa cubierta de estrellas de mar moribundas, abandonadas allí por la marea alta, y que no puede volver a salir al mar. El hombre observa cómo el niño recoge una estrella de mar a la vez y, con el gran esfuerzo, la arroja al mar. Después de un tiempo, el hombre le dice al niño, “Nunca las salvarás todas, son demasiadas para que puedas hacer una diferencia; es mejor que dejes de intentarlo”. El niño se agachó lentamente, cogió una estrella de mar más y la lanzó al mar. “Hice una diferencia para esa”, dijo el niño. Aquí en Newfoundland, nuestra pequeña rama de la Familia Redentorista intenta marcar una diferencia.