(Tupiza, Bolivia, 6 junio 2016) – Dentro del ambiente del jubileo del año de la Misericordia, la Parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria de Tupiza, actualizando las actitudes de Jesús, “que recorría todas las ciudades y pueblos, enseñaba en las sinagogas, proclamaba la Buena Noticia del Reino y sanaba todas las enfermedades y dolencias. Viendo al gentío porque estaban cansados y decaídos como ovejas sin pastor, ha organizado esta visita de los Misioneros Redentoristas a las comunidades dispersas de la parroquia.
Desde mi parecer, creo que fue una linda y valiosa iniciativa de la comunidad local de Tupiza, animada por su párroco, padre Román Ibarra, que se realizara esta actividad pastoral, como un gesto concreto de vivir la misericordia con los fieles de estas comunidades.
Con la presencia del Equipo Misionero de la provincia de Bolivia, se conformaron, cinco equipos de dos integrantes como lo manda el Señor, ir de dos en dos, salimos el lunes 18 de abril, con todo entusiasmo, cada equipo con su respectiva movilidad, y una ruta y lista de comunidades que debíamos visitar. Además de la presencia en las comunidades, que ya es de por sí una labor pastoral, resalto, la acogida, y disposición de los docentes y alumnos de los respectivos centros educativos, colegios o escuelas, a los cuales se les notaba un hambre y deseo de escuchar La palabra de Dios. Como es propio de los Misioneros Redentoristas, nosotros no entramos directamente con unas recomendaciones moralizantes, como tal vez algunos de los docentes esperaban, sino que comenzábamos generando un ambiente de confianza y alegría, con algún canto o dinámica alegre, y concluyendo con alguna oración o celebración en la que pudiera experimentar el amor de Dios. Sentía que cada grupo tanto de jóvenes como de niños, deseaban que les dedicáramos más tiempo, pero en vista de que nos esperaban las visitas en los hogares no se podía más. Los catequistas y autoridades, de cada comunidad, jugaban un papel importante para el desarrollo de esta misión, ya que ellos organizaban las actividades, recorridos, acogida de los misioneros y donde no había catequistas o no estaban enterados, se dificultaba un poco esta actividad. Muchas personas se extrañaban con la presencia de los misioneros en sus comunidades, sin que fuera un tiempo extraordinario, tal como fiesta patronal, o semana santa o navidad, pero todos manifestaban su gratitud y alegría por la visita.
Otra actividad que agradecía la gente y participaba gustosa, era la visita a los cementerios, muchos llevaban sus flores y sus velas y sentían la bondad de Dios cuando se les rociaba el agua bendita en las tumbas de sus seres queridos.
Fue para mí como misionero muy gratificante, el compartir con esta gente sencilla y acogedora, que compartían sus alimentos como el té, el mote, el queso de cabra, etc., con espontaneidad pero resalto la alegría que sentía el llegar a la casa parroquial los fines de semana y experimentar el cariño de los cohermanos, y compartir las experiencias, que les había sucedido a cada equipo, los ricos alimentos que se esmeraban en prepararnos, las celebraciones litúrgicas y los emocionantes partidos de futsal los domingos en la tarde. Estaré eternamente agradecido, con Dios y con la Madre Congregación que me ha permitido vivir estas experiencias.
Queda como sugerencia a la comunidad local de Tupiza, y también por qué no al equipo Misionero, que repita estas visitas pastorales con relativa frecuencia y quizá más prolongadas y con mayor preparación de parte de los catequistas y autoridades de cada comunidad para que sea más eficiente nuestra labor evangelizadora.
Padre. ALVARO MON PEREZ. C.Ss.R.