Los Laicos Redentoristas  llamados a ser Luz del Mundo y Sal de la Tierra, en un Mundo Herido

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Del 19 al 23 de mayo de 2017, cuatro laicos redentoristas de la Conferencia de America Latina y el Caribe,  participamos en la III Fase del Capitulo General y en la IV Asamblea de la Conferencia de America Latina y El Caribe, realizado en Villa Marianella, Colombia. Hubo representacion de laicos de las tres Sub-Conferencia. Por la URSAL Claudia Tebes (Provincia de Buenos Aires), por la URNALC José Antonio Hidalgo (Provincia América Central), por la URB Francisco Farias (Vice-Provincia Fortaleza), y mi persona  de la Vice- Provincia de Caracas, invitada del Comité ad hoc para  presentar la propuesta de las directrices de los laicos redentoristas de America Latina y el Caribe.

Fueron dias de fraternidad entre congregados y laicos, compartir experiencias, reflexión y de tomar decisiones de parte de los congregados en cuanto al futuro de la Congregación. Como laicos tuvimos espacio para presentar la propuesta de un directorio para los laicos de la Conferencia de America Latina y El Caribe, el mismo será un aporte para el directorio de los laicos a nível de la Congregacion.

Agradecemos a la Congregación  la apertura  hacia los laicos, saber valorar y acompañar la vocación laical y comprender que  no sólo colaboramos con los redentoristas por amistad o simpatía, sino porque deseamos vivir el carisma redentorista en nuestra vida cotidiana y con la congregación, ya que nos sentimos participe de esta gran familia redentorista.

Pedimos que ésta participación de los laicos no sea sólo una colaboración o un servicio para suplir al congregado, sino que se reconozca nuestra vocación como parte fundamental, donde trabajemos todos unidos, con nuevos métodos y expresiones de evangelización adecuados a la realidad que vivimos.

Queremos ser sujetos de evangelizacion y mantenernos fieles a nuestra identidad laical y a la misión confiada desde nuestro bautismo. “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero” (Jn 15,16). Los laicos estamos llamados a ser los principales anunciadores del mensaje de salvación de Jesucristo, es decir, somos los garantes de llegar con la Buena Noticia donde no  llegan los congregados.

Dentro de esta perspectiva los laicos somos llamados a ser “Sal de la tierra y luz del mundo” (ctr. Mt 5,13-16) en una sociedad herida, con temores y desesperanza. Esta sociedad concreta de la que formamos parte es el lugar donde obrar, donde hacer realidad  la Palabra Dios. De allí pues, que los laicos estamos insertados en medio del mundo, llamados a acoger, anunciar el Reino de Dios, y hacerlo vida en las personas, los ambientes y las instituciones; en esos lugares es donde debemos  brillar, ante todo, con el testimonio de vida, fe, esperanza y caridad.

De tal manera que nuestra misión no es solo estar en una parroquia, sino ser anunciadores de la Buena Noticia en nuestros ambientes donde nos desenvolvemos, como lo mencionó el Papa Francisco, en una de sus alocuciones en el Vaticano de la cual hago referencia textualmente: “ Muchas veces hemos caído en la tentación de pensar que el laico comprometido es aquel que trabaja en las obras de la Iglesia y/o en las cosas de la parroquia o de la diócesis y poco hemos reflexionado como acompañar a un bautizado en su vida pública y cotidiana; cómo él, en su quehacer cotidiano, con las responsabilidades que tiene se compromete como cristiano en la vida pública. Sin darnos cuenta, hemos generado una elite laical creyendo que son laicos comprometidos solo aquellos que trabajan en cosas “de los curas” y hemos olvidado, descuidado al creyente que muchas veces quema su esperanza en la lucha cotidiana por vivir la fe” (Papa Francisco. Vaticano, 19 de marzo de 2016).

Los signos de los tiempos exigen abrir el carisma redentorista a todos los laicos (jóvenes y adultos), especialmente a los que están dispuestos a comprometerse en el quehacer misionero. Entendiendo que la misión debe ser compartida entre congregados y laicos, cada uno aportando sus riquezas desde su realidad concreta. Así proyectada, la acción misionera puede ser más realista, profunda y fecunda.

Sigamos pues, siendo testimonio de nuestro anuncio misionero en un clima de comunión, participación y de corresponsabilidad para que juntos congregados y laicos seamos “Testigos del Redentor, Solidarios para la Misión, en un mundo Herido”

Sinay Lourdes Tovar

Laica Redentorista

Viceprovincia de Caracas