Laicos, consagrados, institutos, asociaciones… Los nuevos horizontes de la Vida Consagrada

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1992

Las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor presentes en el Congreso Internacional sobre la Vida Consagrada realizado en Roma

“Consagración” y “Vida Consagrada”: dos conceptos con múltiples significados y que han sido la base del Congreso Internacional sobre la Vida Consagrada celebrado en Roma entre los días 3 y 6 de mayo, al que acudieron Lourdes Perramon, superiora general de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, y Ángela Corduente, de la Provincia Europa. Tres días de ponencias en las que se ha ahondado en la fundamentación de estos conceptos y en la que también ha tenido lugar una audiencia con el Papa Francisco. En este encuentro han participado institutos religiosos y sociedades de vida apostólica, institutos seculares, orden de vírgenes… Y, por primera vez, se ha invitado también a asociaciones y movimientos eclesiales, que sin ser propiamente consagrados algunos de sus miembros si pertenecen a la Vida Consagrada.

Lourdes Perramon, superiora general de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, y Ángela Corduente, de la Provincia Europa.

 

 

Las ponencias han ido en función de fundamentar estos conceptos, por un lado, desde la parte bíblica, con Nuria Calduch; desde la parte teológica y carisma con José Rey García de Paredes; y desde la parte jurídica con Sebastiano Paciolla. A ello se han unido una serie de aportaciones extraídas de un seminario reducido previo al Congreso.

Valorando las diferencias

El trasfondo de este Congreso se encuentra en la necesidad de reconocer la gran diversidad que caracteriza en la actualidad la Vida Consagrada, tal vez de forma más evidente en las nuevas formas e institutos que ya desde su nacimiento integran el ser laicos, consagrados, matrimonio, sacerdotes… Todo dentro de la misma institución. Muchas de estas nuevas formas no tienen un nombre con el que designarse aún, ya que están naciendo y no se sabe con certeza si acabarán siendo grupos o institutos.

Toda esta diversidad genera mucho debate a la hora de establecer lo que sería la Vida Consagrada y, para conocer cuál es la realidad de una forma más fiel, dentro del Congreso se crearon también grupos de trabajo, convirtiéndolo así en, además de un encuentro en el que escuchar, un lugar donde ser escuchados. Así, todos los grupos han trabajado una serie de preguntas desde su peculiaridad, creando una estampa real de por cuáles son las nuevas llamadas, los nuevos desafíos, las nuevas formas de Consagración. Y eso es esencial ya que se reconoce el factor común a todos: el saberse convocados, llamados y enviados, pero con rostro y expresiones nuevas. Saber lo que caracteriza a cada grupo, pero reconociendo que es más lo que los une que lo que los separa.

Francisco: Es el Espíritu Santo quien crea la diversidad

Dentro de estos días ha habido un espacio especial que fue el encuentro con el Santo Padre. Francisco dirigió a los allí presentes unas palabras breves pero muy significativas, en sintonía con los temas que se trataban en el Congreso. Haciendo gala de su sentido del humor, el Pontífice expresó que “el Espíritu Santo es una calamidad, porque no se cansa nunca de ser creativo”. Y esta creatividad se manifiesta sobre todo en estas nuevas formas de Vida Consagrada, con los carismas… “Es interesante, ya que es el autor de la diversidad, pero al mismo tiempo el el Creador de unidad”.

Por otra parte, el Papa habló de las tres bases principales de la Vida Consagrada: la oración, la pobreza y la paciencia. La primera, entendida como “el volver a la primera llamada, a aquella vez que Él te ha mirado a los ojos y te ha dicho, ven, deja todo y ven”. La pobreza, entendida a partir de las constituciones de cada congregación, es un factor innegociable: “Sin la pobreza no podemos discernir lo que está ocurriendo en el mundo”. Por último, la paciencia, debe ser como aquella de Jesús en el Huerto de los Olivos o aquel “llevar a la espalda” de San Pablo. “No solo se trata de paciencia en la vida comunitaria, sino también ante el sufrir del mundo, los problemas, y también una paciencia ante los problemas comunes de la vida consagrada, como la escasez de vocaciones”. Una paciencia como la de Abraham esperando un hijo: fecunda. “Si oráis, sois pacientes y pobres, estad seguros de que seréis fecundos. Y esto es lo que auguro a la vida religiosa: que será fecunda”.

Puedes leer el mensaje original del Papa  aquí.