(Manila, Filipinas) – Temiendo por su vida, un sacerdote católico y activista de Filipinas, se ha visto obligado a esconderse tras las amenazas recibidas por criticar al presidente Rodrigo Duterte. El sacerdote redentorista, el padre Amado L. Picardal, de 63 años, activista pro derechos humanos y crítico con el presidente, especialmente por su cruzada “contra las drogas”, ha ayudado a documentar las ejecuciones extrajudiciales desde que Rodrigo Duterte era alcalde de la ciudad de Davao.
El padre Picardal, profesor de teología, fue uno de los primeros críticos hacia la represión lanzada por el presidente Duterte. El sacerdote explica a Fides que el 27 de agosto se vio obligado a retirarse “a un lugar seguro” después de unos hombres en una motocicleta comenzasen a vigilar el monasterio de la ciudad de Cebú donde vive el religioso. Su seguridad está en juego: “No podía salir a andar en bicicleta, correr o caminar por los problemas de seguridad” explica el sacerdote. “Salí de mi ermita en la montaña y me mudé a un lugar más seguro para continuar mi vida como un ermitaño en la distancia, lejos de los escuadrones de la muerte”, o de aquellas bandas de “vigilantes” responsables de numerosas ejecuciones extrajudiciales.
El redentorista asegura que continuará criticando los “crímenes de Estado” a pesar de sus problemas de seguridad, y confirma que está dispuesto a declarar ante la Corte Penal Internacional, donde hay un proceso abierto que acusa al presidente Duterte de ser responsable de los homicidios de su cruzada contra las drogas que, según los datos oficiales, se ha cobrado más de 4.500 muertes a manos de la policía y unas 16.000 a manos de bandas. Organizaciones de derechos humanos han informado de numerosos incidentes en los que la policía mató a sospechosos desarmados y cuentan con pruebas de que las bandas de “vigilantes” están a sueldo de los soldados para hacer el “trabajo sucio”.
El portavoz del presidente, Harry Roque, ha asegurado que el padre Picardal debe presentar una denuncia oficial de acuerdo a lo dictado por el Tribunal Superior en lo referente a la protección de los derechos humanos de cualquier persona que se sienta amenazada por las fuerzas del estado. En los últimos meses, el sacerdote llamó la atención del público y los medios de comunicación por su viaje en bicicleta para protestar contra las ejecuciones extrajudiciales.
En Davao, Picardal declaró que había preparado un informe sobre las matanzas perpetradas desde 1998 a 2015, los años en que Duterte fue alcalde de la ciudad portuaria. El sacerdote ha ayudado a la Comisión de Derechos Humanos a investigar las muertes. Picardal aseguró que las investigaciones no detuvieron a Duterte porque los testigos fueron amenazados. El redentorista ayudó a proporcionar refugio a antiguos miembros de los llamados “escuadrones de la muerte” en Davao. Son arrepentidos que podrían declarar ante la Corte Penal Internacional. “Esta es probablemente una de las razones por las que fui blanco de estos vigilantes”, asegura Picardal a la Agencia Fides.
Antes de que Duterte fuese elegido Presidente de la República, Picardal había advertido de los peligros de su elección y alertó al grupo Derechos Humanos para que siguiera de cerca y documentase cualquier violación, convencido de que Duterte quería reproducir su campaña violenta en todo el país.
“Soy consciente del peligro que corro desde que comencé a defender los derechos humanos. Estoy listo para aceptar el martirio en defensa de la vida y del Evangelio. Pero no lo busco ni voy a ser para ellos un blanco fácil”, asegura. El religioso está escondido y ha recibido el apoyo total de la Iglesia de Filipinas, también en primera línea de la crítica a la campaña violenta y represiva del Presidente Duterte.
(Agencia Fides)