Mensaje del p. Michael a la familia redentorista para la Cuaresma 2019

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TESTIGOS DEL REDENTOR:
Solidarios para la misión en un mundo herido

Queridos hermanos, hermanas, redentoristas asociados y amigos:

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto, donde durante cuarenta días fue tentado por el demonio” (Lucas 4,1)

Con estas palabras del Evangelio en el primer domingo de Cuaresma, entramos en nuestro “camino de conversión” en preparación para la celebración del Triduo pascual de la Pasión, la muerte y la resurrección de Cristo (Papa Francisco, Mensaje para la Cuaresma de 2019). Este camino de conversión es una parte constitutiva de nuestra identidad y vocación redentoristas: estamos llamados a un proceso constante y continuo de conversión del corazón y de renovación de la mente (cf. Const. 40, 41). Hacemos este viaje no solo como discípulos individuales, sino también como una comunidad de misioneros (Const. 42).

Este año, en su Mensaje para la Cuaresma, el Papa Francisco nos ofrece algunas reflexiones que están muy en armonía con nuestro tema del sexenio. Nos invita a reconocer y tocar las heridas del mundo que invocan la Redención. Para hacer esto, también debemos reconocer las heridas en nosotros mismos, en aquellos a quienes somos enviados y en la sociedad en que vivimos. El Papa Francisco reconoce que la raíz de estas heridas es el pecado, que “ha trastornado nuestra comunión con Dios, con los demás y con la creación misma … esta ruptura de la comunión con Dios de la misma manera socava nuestra relación armoniosa con el entorno en el que estamos llamados a vivir, de modo que el jardín se convierte en un desierto. “Con Jesús, que el Espíritu nos guíe en este desierto para tocar y sanar estas heridas que continúan afligiéndonos a todos, así como a nuestra casa común.

El Santo Padre nos invita a “encarnar el misterio pascual de una manera más profunda y concreta en [nuestra] vida personal, familiar y social, sobre todo a través del ayuno, la oración y la limosna”. ¿Cómo podemos nosotros, como miembros de la Familia Redentorista, participar en estas tres prácticas tradicionales de Cuaresma con un significado y esperanza renovados?

En esta Cuaresma, oramos para ver el mundo a través de los ojos de Dios, como Dios ve el mundo. Para desarrollar esta mirada contemplativa, necesitamos tiempo para estar tranquilos y meditar en la palabra de Dios y el mundo de Dios. Esta mirada agradecida puede profundizar nuestra solidaridad con los demás y con la tierra herida que clama por la curación.

El ayuno nos enseña a resistir la tentación de devorar todo lo que deseamos. Que nuestro ayuno cuaresmal nos ayude a desarrollar la autodisciplina y el control para tratar al mundo y a los demás, con respeto y cuidado. Quizás podamos “ayunar” en alguna actividad que dañe nuestro medio ambiente: caminar o tomar transporte público en lugar de un automóvil; utilizar recursos como el agua y la energía de manera más eficiente; Reciclando nuestros residuos más cuidadosamente.

La limosna es la virtud cristiana tradicional de compartir con los necesitados. Nos recuerda que estamos llamados a ser la “Iglesia en salida”, como nos recuerda el Papa Francisco. En esta Cuaresma, comencemos no solo a partir de nuestros recursos económicos, sino que también intentemos compartir nuestros talentos y nuestro tiempo, nuestro servicio y creatividad. Podemos cuidar un jardín, acoger a una familia de refugiados, apoyar una causa ambiental, promover la justicia y la paz, preparar el Sínodo del Amazonas. La Cuaresma nos invita a la solidaridad con este mundo herido que es nuestra casa común.

Que esta Cuaresma sea un tiempo de conversión y gracia para todos nosotros, y un tiempo de sanación y reconciliación para nuestro mundo herido. Que María, Alfonso y todos nuestros beatos cohermanos redentoristas nos acompañen en este viaje en el misterio pascual.

En Cristo nuestro Redentor,

Michael Brehl, C.SS.R.
Superior General

Roma, 6 de Marzo, 2019, Prot. No 0000 071/2019