El prójimo, la vulnerabilidad y el buen samaritano

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(Fuente foto: Editrice Shalom)

del Blog de la Academia Alfonsiana: http://www.alfonsiana.org/blog/

El prójimo, la vulnerabilidad y el buen samaritano

En el artículo del 27 de septiembre (el Padre del Hijo Pródigo) ofrecí una reflexión sobre un modelo de gran vulnerabilidad. Mis comentarios sobre la vulnerabilidad del mes pasado pueden haber sorprendido al lector que piensa en la vulnerabilidad principalmente como una condición que genera atención, preocupación o necesidad de protección. Considero la vulnerabilidad, sin embargo, esa capacidad innata que tenemos para responder a la otra persona que está en riesgo. Ahora me gustaría profundizar más en esto, en una reflexión sobre el buen samaritano (Lucas 10, 29-37).

Es importante que recordemos por qué Jesús cuenta esta parábola. Acaba de dar la orden de amarse unos a otros. En respuesta, uno de los escribas le preguntó a Jesús: “¿Quién es mi prójimo?” Una lectura cuidadosa de la historia revela que Jesús está ofreciendo una respuesta muy sorprendente a la pregunta.

Al comienzo de la historia, creemos que la respuesta a la pregunta “¿Quién es mi prójimo?” es el hombre herido en el camino, el que está en una situación precaria. Pero al final de la historia ya no buscamos / miramos al prójimo como persona en una situación precaria, sino como persona vulnerable y que actúa. El escriba responde acertadamente que el prójimo es el que muestra misericordia.

Del mismo modo, cuando algunos leen la parábola del buen samaritano, piensan que el hombre herido es vulnerable, mientras que otros consideran al buen samaritano como un hombre vulnerable en una condición precaria. Esta inversión de vulnerabilidad refleja la inversión sobre la pregunta del prójimo. Del mismo modo, el prójimo ha pasado de ser un objeto de preocupación a ser un agente reactivo. El concepto de vulnerabilidad en la literatura contemporánea se ha desplazado de manera similar de los heridos a los reactivos.

De igual modo, el final sorpresa, muchos de nosotros olvidamos que esta parábola nunca fue principalmente moral. En el curso de la tradición, muchos predicadores y teólogos han visto en la historia del Buen Samaritano la narración (en miniatura) de nuestra redención por Cristo. A partir de Clemente de Alejandría (aprox. 150 – 215), luego Orígenes (aprox. 184 – 254), Ambrogio (339-390) y finalmente Agostino (354-430), la parábola del buen samaritano es el relato misericordioso de nuestra redención. Más tarde, desde Venerable Bede (673–735) hasta Martín Lutero (1483-1546), los predicadores y teólogos se apropian y modifican la historia.

La expresión alegórica básica de la parábola era esta: el hombre que yace en el camino es Adán, herido (por el pecado), sufriendo fuera de las puertas del Edén. El sacerdote y el levita (la ley y los profetas) no pueden hacer nada por Adán; No son vulnerables a él. Finalmente llega el buen samaritano (Cristo), un extranjero, que no es de aquí, que en modo vulnerable cura las heridas de Adán, lo lleva a la posada (la Iglesia), le da dos denarios(los dos mandamientos de amor), lo deja en la posada (la Iglesia) y promete regresar por él (la segunda venida) cuando pagará toda la redención y se lo llevará a su reino.

Por lo tanto, la parábola no es ante todo una historia moral sobre cómo debemos tratar a los demás, sino más bien la historia central de nuestra propia redención, es decir, lo que Cristo hizo por nosotros. Estamos llamados, si lo desean, al reconocimiento mutuo, a ver en Cristo a aquel que se ha vuelto vulnerable por nosotros para que podamos ser salvados.

Al igual que el Hijo Pródigo, la parábola habla del escándalo de nuestra redención, no de cuán malos somos, sino de cuán vulnerable es Dios en Jesucristo. Al darnos cuenta de cuán vulnerable es Dios, reconocemos nuestra vulnerabilidad, y aquí descubrimos la capacidad y el llamado a hacer lo mismo.

pJames F. Keenan, SJ

Sobre el autor:

James F. Keenan, S.J., es el director del Instituto Jesuita y del Programa de Becarios Presidenciales Gabelli en el Boston College. Sacerdote jesuita desde 1982, obtuvo su licencia y doctorado en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma, ha editado más de 20 libros y más de 400 contribuciones, artículos y reseñas. Es el fundador de la Catholic Theological Ethics in the World Church (CTEWC) y presidió la Primera Conferencia Internacional Intercultural de Teológos Católicos di Etica, celebrada en Padua en 2006, así como la segunda conferencia internacional de teólogos morales celebrada en Trento en 2010.