Un santo de fe robusta, de alegre esperanza y ardiente dinamismo misionero

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1805

Introducción

¿Quiénes son los santos? Propiamente sólo Dios es santo, como lo afirmamos en el himno del gloria: “Porque solo tú eres santo, solo tú, Señor…” No obstante, hablamos de personas santas en cuanto que ellas participan de la vida de Dios, y no tanto porque ellas alcancen la santidad por méritos propios. Por eso, celebrar la vida de los santos es celebrar la vida abundante que Dios derrama sobre ellos. Más aún, podríamos afirmar que los santos son la actualización del misterio de la encarnación, en un tiempo y lugar concretos, cada vez que ellos reciben y reflejan la vida de Cristo. Porque el Misterio de nuestra salvación no ha quedado engullido en un pasado remoto, sino que se actualiza en la liturgia y en la vida de cada creyente que se esfuerza por seguir a Jesús como camino, verdad y vida.

Dios se sigue manifestando en la vida de sus santos, y así la vida de San Clemente nos muestra la Copiosa Redención de Cristo de una manera nueva y especial. La celebración de los doscientos años del dies natalis de San Clemente es la oportunidad para celebrar la acción eficaz e incesante del Espíritu Santo en un tiempo y lugar, pero también en el hoy concreto de cada redentorista y cada comunidad.

La celebración de este bicentenario es la ocasión propicia para aquilatar la relevancia y potencial renovador de nuestro carisma, mientras contemplamos la manera como Clemente lo encarnó en su tiempo. Que este material pueda servir de inspiración para la renovación de una espiritualidad misionera y de maneras creativas de vivir nuestra vida apostólica.

 

Santidad y Misión, una única llamada

La vocación a la que todos hemos sido llamados, como Iglesia y como Congregación, se manifiesta a través de la vida de sus santos, como lo expresan los prefacios de la misa: “Porque mediante el testimonio admirable de tus santos fecundas sin cesar a tu Iglesia con vitalidad siempre nueva, dándonos así pruebas evidentes de tu amor,” (prefacio II) y porque “al coronar sus méritos coronas tu propia obra (prefacio I). Por eso para comprender nuestra única vocación no solo necesitamos teólogos, sino especialmente santos y místicos, porque son ellos(as) quienes nos muestran esa comunión íntima con la vida de Cristo, ello(a)s son la concretización de la respuesta a esa llamada.

La vida de San Clemente nos deja ver no solo el camino de la santidad, sino también el camino nuestra vocación misionera. En San Clemente, vida interior y acción misionera fueron dos caras de la misma moneda. Por esta razón la Redemptoris Missio afirma que el verdadero misionero es el santo, y el santo es verdaderamente un misionero. San clemente, quien supo integrar muy bien la vida interior (mística) y la acción misionera, comprendía que la obra de santificación que el Espíritu se propone realizar en nosotros y el mundo se realizaba en la misión. “La vocación universal a la santidad está estrechamente unida a la vocación universal a la misión. Todo fiel está llamado a la santidad y a la misión (Cfr. RM 90).

Espiritualidad Misionera en tiempos de cambio

Uno de los aspectos en los que San Clemente refleja su grandeza como santo y como misionero lo podemos encontrar en lo que la constitución 20 llama la “abnegación de sí mismo” y la “disponibilidad para lo arduo” a fin de llevar a todos la redención copiosa de Cristo. Podríamos prestar un término de las ciencias sociales y hablar de su capacidad de resiliencia, o su adaptabilidad en medio de situaciones adversas. Hasta el día de su muerte San Clemente mostró una enorme capacidad para afrontar las situaciones de crisis, y mejor aún, recibirlas como oportunidades para poner a prueba su propia confianza en la Providencia. Entre nosotros son bien conocidas las muchas dificultades a las que tuvo que enfrentarse.

Estas características descritas por la constitución 20 han sido una constante desde los orígenes del cristianismo: sin importar las veces que les prohibieran predicar (Cfr. Hch 5, 40), los primeros cristianos permanecían firmes en la fe; a pesar de las amenazas, se mantenían alegres en la esperanza; en un ambiente hostil perseveraban porque estaban inflamados por la caridad (cfr. Hech 2, 42; 1Cor 13, 2b); fueron perseguidos y eso mismo impulsó su ardor misionero y los llevó a dar toda su vida a Jesucristo en el cumplimiento de su misión.

Pero también están presentes en San Alfonso. En Scala, por ejemplo, encontrándose solo y a pesar de las críticas, decidió seguir adelante respondiendo al llamado de fundar la Congregación. Tanto Clemente como Alfonso lograron redireccionar los recursos interiores que poseían para poder responder a las continuas y cambiantes circunstancias y momentos de crisis que se presentaban en sus vidas. Si hoy existe la Congregación es, en parte, gracias a la capacidad que estos dos santos tuvieron para responder a estas adversidades y salir de ellas, incluso transformados y fortalecidos. Conflictos con las autoridades civiles y religiosas, tensiones con los redentoristas de Italia y entre los transalpinos, oposición, acusaciones, incomprensión; supresión y dispersión de las fundaciones; tensiones políticas, etc (F. Ferrero) fueron algunos de los desafíos a los que Clemente en particular se enfrentó. En una de sus cartas a la entonces floreciente comunidad de San Benón, que sería suprimida dos años después, escribía:

“¡Ánimo! ¡Dios es nuestro señor! Él guía todo para su gloria y para nuestro bien y nada tiene la capacidad para oponérsele. Todos los proyectos humanos, incluso en los detalles más pequeños, sirven solo para el cumplimiento de su voluntad … Sé que todo aquello que parece estar hecho para golpearnos, en realidad nos lleva allá donde el Señor quiere … Dejemos que Dios nos guíe y todo estará bien … ¡Mis queridos hermanos! Tengamos cuidado con el pecado, tendamos siempre a la perfección; Esto es lo único que debemos tener en cuenta, seamos valientes y animémonos mutuamente a hacer el bien. Tratémonos unos a otros con amor. Los saludo a todos en el corazón de Jesús.” (Carta de San Clemente a la Comunidad de San Benón, en Varsovia. 6 de agosto de 1806).

Nuestro mundo se caracteriza por el constante cambio y la misión redentorista también enfrenta hoy sus propias presiones externas e internas, como lo experimenta también la Iglesia en general. Estos cambios pueden parecernos demasiado amenazantes, y podemos pensar que una actitud defensiva puede ser la más conveniente. En este sentido, la mística de San Clemente, su espiritualidad misionera vienen a tener una relevancia importante en nuestras circunstancias concretas.

Conclusión

Santo y misionero son dos palabras equivalentes que nos permiten entender la vida y obra de Clemente M. Hofbauer. Las características de una espiritualidad misionera que le permitieron llevar adelante su obra venciendo las más duras adversidades, con creatividad y fidelidad radical a Cristo, siguen siendo parte del “ADN” redentorista que nos interpelan hoy día.

 

Preguntas para el diálogo:

  • ¿En qué maneras concretas mi vida personal y la vida de mi comunidad “actualizan” el misterio redentor de Cristo en el aquí y ahora de la historia?
  • San Clemente vivió con fidelidad creativa (a la Congregación y a la Iglesia), las características de una espiritualidad misionera señaladas en la constitución 20. ¿De qué manera ellas también están presentes en mi vida personal y la de mi comunidad?
  • ¿De qué manera la resiliencia de San Clemente en momentos de crisis me interpela en las situaciones concretas donde me encuentro?

ORACIÓN

Padre de misericordia, en la vida de San Clemente nos has dado a conocer la frescura original del Evangelio. Derrama abundantemente tu Espíritu para que, como él también nosotros, podamos servir con fidelidad creativa a la misión de la Iglesia y de la Congregación.

Frente a la duda, danos la firmeza de la fe; ante las amenazas consérvanos alegres en la esperanza; ante la incertidumbre de lo desconocido, inflámanos con el fuego de tu amor, y enciende en nosotros el dinamismo misionero para que tu Iglesia se alegre con el anuncio gozoso de la Copiosa Redención de tu Hijo Jesucristo.

Que, viviendo una vida arraigada en la oración e imitando la abnegación de san Clemente, podamos estar siempre disponibles para lo arduo hasta que podamos alcanzar la gloria de la corona prometida.

Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo…

Amén


UN SOLO CUERPO es un texto de oración propuesto por el Centro de Espiritualidad Redentorista.

Esta reflexión fue escrita por: Cristian Bueno Fonseca, CSsR

Para más información: Piotr Chyla CSsR (Director del Centro de Espiritualidad, Roma) – fr.chyla@gmail.com.