San Alfonso: “en tiempos de hambruna y epidemia”

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Entre el último trimestre del año 1763 y el otoño del 1764, R. Tellería biógrafo de nuestro santo, nos pinta de cuerpo entero a San Alfonso que vivió por aquellos años, una situación similar (salvando las diferencias del caso) a la que hoy vivimos con el virus Covid 19.

“Padre de los pobres” le apellidaron, y lo fue no solo porque les repartió todos sus bienes sino porque puso en el reparto el calor del alma, las entrañas paternales de quien los amaba en Jesucristo y por Jesucristo”

Pasado un año largo de haber tomado posesión de Santa Águeda de los Godos; su diócesis y el reino de Nápoles sufrieron meses de hambruna (la gente moría en las calles y por los caminos) y de mortalidad (plaga de la Tifus).

Cómo vivió, padeció y actuó, San Alfonso obispo de Sta. Águeda de los Godos:

· Meses antes del Otoño del 63, Alfonso recorriendo las parroquias de su Diócesis, había “entrevisto con Luz superior” el fragelo (hambruna) que amenazaba en toda su diócesis y en el Reino de Nápoles. Para ello compró 10 toneladas (dieci tomoli) de alubias y mandó a su secretario proveerse de legumbres secas, para luego repartirlas a los pobres.

· Para hacer nuevas compras ya que las 10 toneladas de alubias y las provisiones de legumbres se fueron en un santiamén, dice R. Telleria: tuvo que vender o empeñar: dos valiosos anillos episcopales, un pectoral de oro, cubiertos de mesa valiosos (cucharas, tenedores…de plata), la carroza y las mulas…y otras cosas más; ya que los prestamistas no quería darle crédito porque era un Obispo anciano, limosnero y endeudado.

· Con algunos objetos valiosos de la sede episcopal, se refiere su secretario Versella, tomamos una medida radical: abollarlos para que no tuvieran compradores.

· Empleó todo su ingenio y elocuencia para conseguir ayuda de los nobles y ricos del Reino. Sus pedidos llegaron hasta el mismo Papa.

· Como Obispo de Santa Águeda, tuvo que ser intermediario, pacificador, entre el pueblo desesperado por falta de comida y los acaparadores del trigo (municipales, duques…etc.). Gracias a San Alfonso, la sangre no llegó al rio.

· Alfonso lloraba al ver a su pueblo padecer de hambre y no poder socorrerlos.

· Oraba a Dios y consolaba a su pueblo dándoles el pan material y el pan espiritual (meditaciones, triduos…homilías…etc.)

Pasado el verano del 64, su Diócesis y el Reino de Nápoles se fue recuperando y las nuevas cosechas del campo iban alimentando al pueblo.

La Epidemia de la Tifus, que sobrevino inmediatamente después de la hambruna, no llegó a su Diócesis, pero sí golpeo fuertemente la capital del Reino, Nápoli. R. Telleria, nos dice que los hospitales ordinarios e improvisados no daban abasto para atender: “los apilaban a razón de 3 por cama y las camas las situaban hasta en los descansillos de la escalera” los infectados llegaban a ser 500 aprox. por día y las muertes entre 110 – 140 por día, cifras trágicas para aquél Reino. El P. Redentorista Francisco Margotta, procurador general del Instituto y rector de San Ángel de Cupolo, murió a causa de la Tifus.

Pasada la situación de hambruna y de epidemia en el Reino, Alfonso durante los meses de primavera y verano del 64, inicia una intensa actividad pastoral “urgía desinfectar las conciencias del virus de injusticias e inmoralidad que las circunstancias anormales les habían inoculado”

Alfonso vivió y sufrió con su pueblo como buen pastor que da la vida por sus ovejas. Si bien es cierto no hay que repetir lo que él hizo porque son realidades diferentes. Hoy en día las consecuencias del virus Covid 19 nos ha confinado al aislamiento social, han colapsado los hospitales, la economía, miles de infectados y muertos…amén de todo lo que está sucediendo y lo que vendrá. El mundo no volverá a ser como antes.

En estos momentos difíciles al igual que nuestro fundador, la familia redentorista desde su realidad que vive, estamos llamados a:

· Ser Testigos del Redentor, “Apóstoles de fe robusta”. Apasionados por Dios.

· Ser compasivos con nuestro pueblo, estar cercanos a ellos, física y espiritualmente. Estar con el mundo herido. Hoy en día los medios digitales (whatsapp, Facebook, internet…etc.) son una gran plataforma para llevar “esperanza alegre”, trasmitir pequeñas catequesis, eucaristía…etc. anunciar con sencillez el evangelio y llevar a todos la redención copiosa de Cristo.

· Ser solidarios, destinar parte de nuestros recursos económicos para ayudar a los más necesitados: ancianos, niños, pobres abandonados por el gobierno. Ayudar en pequeñas empresas que generen ingresos a familias pobres…etc.

· Cuidar nuestra Casa Común (Laudato Si, Querida Amazonía) documentos del Papa Francisco que nos iluminan en esta realidad.

· Hoy en día que estamos en cuarentena, aprovechar para acrecentar nuestros lazos de amistad en la comunidad redentorista. Para nosotros en un tiempo de gracia estar juntos las 24 horas. Practicar la “oración constante”, renovar nuestro compromiso religioso “seguir gozosamente a Cristo Salvador participando de su misterio”.

Y muchas más iniciativas que podemos hacer guiados por el Espíritu Santo.

En comunión con el Papa Francisco y toda la Iglesia oramos por toda la humanidad en estos momentos difíciles que atraviesa. Pedimos la protección e intercesión de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro, San Alfonso, San Clemente y todos los santos, beatos, mártires de la Congregación.

P. Grimaldo Garay Zapata
Misionero Redentorista

Cfr. R. Telleria, “San Alfonso Ma. De Ligorio, Fundador, Obispo y Doctor”. Tomo II. Ed. Perpetuo Socorro, Madrid 1951. Pág. 119-135.