Un solo cuerpo: La vida interior de San Clemente Hofbauer

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En mi último año en el seminario menor redentorista (1964-1965) de la entonces provincia de Edmonton, nuestra clase escogió a San Clemente Hofbauer como su santo patrono. Para ese entonces ya habíamos leído las biografías de los tres Redentoristas que, hasta aquel momento, habían sido canonizados: Alfonso, Gerardo y Clemente. Todos coincidíamos en que Clemente era el más simpático de los tres, principalmente porque nos parecía el más realista y pragmático. El celo apostólico y la creatividad de San Clemente resonaban entre nosotros, jóvenes de dieciocho y diecinueve años, que nos preparábamos para asumir los votos como Redentoristas.

En mis años de ministerio apostólico como redentorista, he podido identificar la fuente del celo apostólico de San Clemente: su profunda y fuerte fe católica que, a su vez, sen encuentran enraizadas en su profunda comunión con Dios. En un ensayo sobre San Clemente, leí que para él el mundo de la fe era simplemente su espacio vital en el que él se movía con toda naturalidad. Todo lo que hizo Clemente se basaba en la aceptación de la voluntad de Dios.

Pasaron 34 años antes de que la vida interior de San Clemente, su deseo de servir a Dios y a la Iglesia, y las circunstancias externas confluyeran para empezar a vivir su vocación como sacerdote redentorista. Se ha escrito mucho sobre la época en que San Clemente vivió, sobre su vida, su trabajo y su actividad misionera, por eso me gustaría ahora enfocarme más bien en la vida interior de San Clemente. Me ha llamado la atención el gusto por la soledad que se encuentra presente a lo largo de la vida de este santo tan dinámico y apostólico. Por eso, me permito ofrecer ahora unas breves consideraciones sobre la vida interior de Clement Hofbauer.

El Papa Francisco nos ha llamado a todos a ser discípulos misioneros, y San Clemente es un vivo ejemplo de ello, por sus extraordinarios logros pastorales. Pero hacemos bien en recordar también que la vida apostólica de Clemente estuvo marcada por fracasos y desilusiones. En medio de todo esto, lo que siempre lo sostuvo fue siempre su vida interior.

Hay una serie de elementos y pistas en la vida de Clemente que nos pueden dejar entrever su vida interior.

La muerte de su padre

Clemente, fue el noveno entre doce hijos y tenía siete años cuando su padre murió en 1758. Éste fue un suceso que se encuentra registrado en todas las biografías y que tuvo un profundo impacto en Clemente. Debido a que esta fue una experiencia vivida en la intimidad del núcleo familiar, la conocemos gracias a que fue el mismo Clemente quien la narró; y habló de ella porque para él representaba una experiencia interior y espiritual. El día en que su padre murió, la madre de Clemente lo llevó ante un crucifijo, señaló la imagen del Salvador y le dijo: “Hijo mío, de ahora en adelante, éste es tu padre. Esfuérzate por seguir el camino que a Él le agrada”.

Toda la vida de Clemente estuvo marcada por una confianza inquebrantable en Dios y por el deseo de hacer siempre su voluntad. Su relación personal con Dios estuvo en el centro de todo lo que dijo e hizo, especialmente cuando tuvo que enfrentar sus muchos fracasos personales y pastorales. Uno de los dichos de Clemente que ha permanecido conmigo desde la primera vez que lo leí en una de sus biografías es: “Nur Mut! Gott lenkt alles!” (¡mantengamos el ánimo! ¡Dios dirige todo!)

Su vida como ermitaño

Me parece que el signo más revelador de la vida interior de San Clemente son los ocho años (desde sus 25 a los 32) vividos como ermitaño. Fabriciano Ferrero lo corrobora cuando escribe que, entre “los factores más importantes que influyeron en la formación espiritual de Clemente” la huella que dejó la vida eremítica fue, claramente, uno de ellos. (Fabriciano Ferrero, “Significado del eremitismo en la vida y en la espiritualidad de San clemente” en Espiritualidad Redentorista, Vol. IV: Ser Redentorista Según San Clemente Hofbauer. Editori sl Kimpres, Bogotá 1995, pág. 1)

Cabe señalar que “la vida eremita” en la época de Clemente no era tan austera como la de los Padres y Madres del Desierto. Sin embargo, el espíritu de soledad era todavía un elemento central. Ferrero señala que “el ermitaño era testigo de la trascendencia de Dios en medio de una sociedad en profunda transformación ideológica y cultural”. (Ferrero, Ibídem 125)

La vida de Clemente como ermitaño tuvo dos etapas. La primera fue desde 1775 a 1777 en Muelfrauen, en su país natal, y la segunda desde 1782 a 1783 en Tívoli, en las afueras de Roma. El tiempo intermedio fue un período muy importante de continuo discernimiento sobre su vocación, mientras trabajaba como panadero y realizaba varias peregrinaciones, especialmente a Roma.

Los testigos del proceso de beatificación de San Clemente señalan su amor por la soledad y las dificultades para continuar sus estudios para el sacerdocio, como los factores que lo llevaron a tomar la decisión de “vivir completamente unido a Dios en el aislamiento y desde ahí servirle”.

El tiempo en Tívoli como ermitaño parece haber sido especialmente importante en el desarrollo de la espiritualidad de San Clemente. A lo largo de su vida como Redentorista, en más de una ocasión, expresaría una cierta nostalgia por el tiempo allí vivido. Cuando hablaba de Tívoli, a menudo repetía: “Ahí se podía rezar de verdad”.

En Tívoli, Clemente llegó a la conclusión de que ser ermitaño no era su vocación, y regresó a Viena para continuar sus estudios, con miras a la ordenación sacerdotal. Poco satisfecho con la teología que se enseñaba allí, Clemente y su amigo íntimo Tadeo Hubl dejaron Viena y se dirigieron a Roma donde se unieron a la Congregación del Santísimo Redentor.

En Europa central

Después de ser ordenados sacerdotes redentoristas, Clemente y Tadeo recibieron la misión de regresar a través de los Alpes para establecer la Congregación fuera de Italia. Tanto en Varsovia (San Benón) como en Viena podemos contemplar los frutos de aquel tiempo en soledad, oración y reflexión que San Clemente vivió como ermitaño. No deja de sorprendernos la manera en que San Clemente adaptó el carisma redentorista a las diferentes circunstancias en cada una de estas dos ciudades. Fueron su profunda fe católica, su creatividad y su perseverancia las características que forjaron esta vida extraordinaria de dinamismo pastoral y apostólico.

Ferrero comenta que el tiempo que Clemente vivió como ermitaño le ayudó a “surgir de un mundo del pasado… para irse encarnando, poco a poco y con toda sencillez, en el mundo nuevo de la Ilustración, del Romanticismo y de las revoluciones, hasta ocupar uno de los principales puestos en la renovación cristiana de Europa central”. (Ferrero, Ibídem 101) Y Ferrero concluye: “San Clemente nunca pudo olvidar la luz de Tívoli. Por eso se convertirá, de un modo casi connatural, en ese misionero profeta” (Ferrero, Ibídem 108)

Uno de los amigos íntimos de Clemente en Viena corrobora la conclusión de Ferrero:

El padre Hofbauer llevaba una vida muy activa en Viena….Sólo tenía una habitación que mantenía siempre abierta…. Allí él hizo de su corazón un desierto, una celda solitaria, un pequeño oratorio. En esta soledad del corazón… se retiraba cuando quería, en el momento que deseaba, donde se encontrara; incluso cuando caminaba por las calles más concurridas, se sumergía en sí mismo.

El padre Srna conocía bien a Clemente, porque durante años convivió con él. Afirmaba que Hofbauer era un gran hombre de oración “porque la oración era el alimento y el descanso de su corazón”. (Josef Heinzmann, Preaching the Gospel Anew, Saint Clemente María Hofbauer. Liguori Publications, 1998, p 178)

Conclusión

Una máxima atribuida a San Clemente María Hofbauer podría sintetizar su vida interior: “El mejor medio para hacerse santo es sumergirse en la voluntad divina, como lo hace una piedra en el mar, que no opone resistencia a quien la toma y la tira”. Esto sigue siendo un desafío para los miembros de la Familia Redentorista de hoy. ¡Sumerjámonos en la voluntad divina!

Preguntas para la reflexión

1.      Contemplo la escena de Clemente a los siete años, junto con su madre ante el crucifijo… ¿He vivido alguna vez una experiencia similar?

2.      “Entre los factores más importantes que influyeron en la formación espiritual de Clemente, la huella que dejó la vida eremítica fue, claramente, uno de ellos. ¿Qué papel ha jugado la soledad en mi formación y en mi vida como redentorista?

Oracion de San Clemente Hofbauer

Tenemos valor y no nos desanimamos, Señor,
porque Tú estás guiando nuestras vidas.
Tú conduces todo para tu mayor gloria
y para nuestro bien,
y nadie puede resistirse a Ti.
Todos nuestros planes, por bien elaborados que parezcan,
Únicamente pueden conducir al cumplimiento de tu voluntad.
Amén.

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UN SOLO CUERPO es un texto de oración propuesto por el Centro de Espiritualidad Redentorista.

Esta reflexión fue escrita por: David Louch CSsR

Para más información: Piotr Chyla CSsR (Director del Centro de Espiritualidad, Roma) – fr.chyla@gmail.com.

Traducción: Cristian Bueno, CSsR

archivo pdf: Un solo cuerpo – julio ESP