Celebrando al Redentor

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Cristo es la fuente de nuestra salvación, que se realiza a través del misterio de la Redención. Hoy este misterio se celebra para encontrar su significado interno y centro, que es el Espíritu de la Esperanza. La fuente de esta Esperanza es el amor del Padre que da al Hijo, y el amor del Hijo, que se entrega por nosotros.

A través de la Cuna, el nacimiento de Nuestro Señor Jesús, se revela una vez más la verdad fundamental de la creación. El Libro del Génesis da testimonio de esta verdad cuando repite varias veces: “Dios vio que era bueno”. Esta bondad tiene su origen en la Sabiduría y en el Amor. El vínculo con esta fuente Divina se rompió debido al pecado a través del primer hombre, Adán. Jesucristo ha restaurado y continúa revelando la “imagen del Dios invisible” (Col 1,15). Nuestra misión nos recuerda que nosotros también queremos acercarnos y llevar a Jesús a los demás, justo donde viven.

Cuando Jesús, el Hijo de Dios nacido de la Virgen María, transformó todo lo que era humano dentro de Él y de los demás, nos llama a cada uno de nosotros a abandonar nuestros hábitos de pecado y convertirnos en el verdadero regalo de nuestra creación. Jesús, desde la cruz, nos recuerda que la esperanza brilla más cuando buscamos y ofrecemos perdón. Abracemos la esperanza que Jesús trajo al mundo al reconocer nuestras fallas, buscar el perdón a través de un sabio consejo y el Sacramento de la Reconciliación.

Nuestro Señor Jesucristo, el Redentor del mundo, se convierte en la Eucaristía, dándonos a Sí mismo, para que nosotros también podamos ser restaurados como hijos de nuestro Padre Amoroso, Abba Dios. A través de este misterio de la Redención, que Jesús entre en nuestros corazones a través del regalo de Su carne en Pan y Vino, transformando nuestra voluntad a la de Su Padre. Que Nuestro Redentor nos brinde Sabiduría para ser Embajadores de la Reconciliación para aquellos que “esperan” ser sanados, pero no conocen el camino.

¿Estamos listos para comprometer nuestra Cruz y traer esperanza a un mundo sin esperanza?

¿Somos elegidos para ser enviados? ¿Estamos dispuestos a ir?

John Phelps, C.Ss.R.

(denverlink UPDATE 17.07.20)