Ustedes son el ahora de Dios (ChV, n. 178)
En el transcurso de nuestro viaje, ya hemos tenido la oportunidad de destacar que Christus vivit es un documento escrito “para” jóvenes y “con” jóvenes. Para afirmarlo, lo recordamos una vez más, fue el propio Papa Francisco, quien, justo al comienzo de su Exhortación (cf. ChV, n. 4), “nos confía” a todos nosotros que para la redacción de este texto magistral él “se dejó inspirar por la riqueza de las reflexiones y diálogos del Sínodo” que consideraba a muchos jóvenes creyentes como protagonistas, pero también por las preguntas “de los jóvenes no creyentes” que de diversas maneras deseaban participar en la reflexión sinodal.
Como en el Sínodo, el Papa continúa “mirando a los jóvenes con la actitud de Jesús, para discernir en sus vidas los signos de la acción del Espíritu” (DF, n. 64). Incluso hoy, leemos en el documento final de la asamblea sinodal: “Dios habla a la Iglesia y al mundo a través de los jóvenes, su creatividad y su compromiso, así como sus sufrimientos y sus solicitudes de ayuda. Con ellos podemos leer nuestra era más proféticamente y reconocer los signos de los tiempos; Por esta razón, los jóvenes son uno de los “lugares teológicos” donde el Señor nos hace conocer algunas de sus expectativas y desafíos para construir el mañana “(Ibid.).
el verdadero centro de gravedad
El Pontífice se dirige a los jóvenes, en el “corazón” de la exhortación, capítulo IV, para anunciarles “lo más importante, lo primero, lo que nunca debe mantenerse en silencio” (ChV., N. 111), o (1) que Dios el Padre es Amor y que ama a todas sus criaturas infinita e incondicionalmente (cf. Ibid., Nn. 112-117); y, nuevamente, (2) que Jesucristo, por amor, se entregó en la cruz para traer a todos sus hijos de regreso al Padre (cf. Ibid., nn. 118-123); y (3) que Él, el Cristo resucitado, vive, no es un recuerdo cerrado en el pasado, sino una “presencia” que continuamente nos invita a caminar en el Espíritu (cf. Ibid., nn. 130-133) hacia un horizonte siempre nuevo ( cf. Ibid., nn. 124-129).
Estas “tres grandes verdades que todos debemos escuchar siempre” (Ibid., N. 111) constituyen la “gran proclamación del Evangelio” (Ibid., N. 134) recuerda al Papa, y no sorprende que sean colocadas por él en lo que creemos representa el “verdadero centro” de la exhortación. «¿Cómo vivimos la juventud cuando nos permitimos ser iluminados y transformados por la gran proclamación del Evangelio? Es importante hacerse esta pregunta, exclama Francisco, porque la juventud, más que un alarde, es un regalo de Dios: “Ser joven es una gracia, una fortuna”. Es un regalo que podemos desperdiciar innecesariamente, o podemos recibirlo con gratitud y vivirlo plenamente “(Ibid., N. 134)
Quien eres joven
La juventud, continúa el Santo Padre, “no es un objeto que pueda analizarse en términos abstractos. En realidad, la “juventud” no existe, los jóvenes existen con sus vidas concretas”(Ibid., N. 71). La Sagrada Escritura nos habla de jóvenes concretos: José, Gedeón, Samuel, Saúl, David, Salomón, Jeremías, Rut (cf. Ibid., Nn. 6-21), así como de María (cf. Ibid., Nn. 43-48) y el joven Jesús (cf. Ibid., Nn. 23-33). El encuentro con “estos jóvenes concretos” y con los “jóvenes santos” que fueron, en su tiempo, verdaderos “profetas del cambio” (cf. Ibid., Nn. 49-63), nos ayudan a comprender que a los ojos de Dios, cada joven es “especial” (Is 34,4), no es “un material” desechable “para ser descartado, sino Su” ahora “(cf. Ibid., n. 64 ss.). Un “ahora” capaz de soñar, porque los sueños inspiran decisiones y proyectos hacia el futuro al superar la ansiedad, la resignación y todas las formas de parálisis e inmovilidad (cf. Ibid., Nn. 136-143). Un “ahora” capaz de vivir plenamente el presente, de aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece la vida utilizando las energías de uno para cosas buenas (cf. Ibid., Nn. 144-149; nn. 158-178). Y finalmente, un “ahora” capaz de “echar raíces”, es decir, capaz de “descubrir la riqueza viva del pasado, recordarla y usarla para las propias elecciones y posibilidades” (cf. Ibid., Nn. 179-121) .
Si jóvenes, adultos y ancianos caminan juntos, entonces, el presente está bien arraigado, y desde esta posición es posible frecuentar el pasado y el futuro (cf. Ibid., N. 199).
Antonio Donato, C.Ss.R.