(del Blog de la Academia Alfonsiana)
En la literatura cada vez más abundante sobre el tema, existe un debate sobre si el populismo es una ideología. Varios autores rechazan el uso de este término para describir el populismo porque, a diferencia del liberalismo o el socialismo, esta corriente política y social no se basa en una teoría o doctrina articulada. Esta diferencia ciertamente existe, pero en mi opinión los elementos ideológicos evidentes en el populismo son tan fuertes que puede considerarse una ideología, al menos sui generis.
Para apoyar este punto, tomemos una definición operativa de ideología e intentemos aplicarla al populismo. Una ideología puede entenderse como el uso de determinadas IDEAS, de manera REDUCTIVA, por un GRUPO, con sus propios INTERESES, que encuentra expresión en un PROYECTO, muchas veces de carácter político.
Aplicando esta definición al populismo podemos identificar fácilmente todos estos elementos. Las dos ideas clave en cuestión son “el pueblo” y “soberanía” … de hecho, el populismo puede entenderse como una forma particular de entender la relación entre pueblo y soberanía. El elemento reduccionista involucrado en el populismo es cómo toma una parte del pueblo para ser El Pueblo … el establecimiento, la élite u otros que difieren en opiniones no son reconocidos como parte del pueblo. El grupo en cuestión son los líderes políticos y activistas que promueven esta visión. Sus intereses pueden estar relacionados con temas específicos como la migración, pero en términos generales consiste en la búsqueda del poder político. El proyecto es gobernar, mientras se niega que este partido o movimiento sea parte del establishment.
Si este razonamiento parece demasiado abstracto, se puede concretar aplicándolo no al término “populismo” sino a una amplia gama de líderes y movimientos específicos, desde Donald Trump hasta Pablo Iglesias y viceversa. (La mayoría de los movimientos populistas tienden a ser de derecha política, pero hay excepciones a esta regla). Si bien los orígenes del populismo se remontan al siglo XIX, es bastante notable lo omnipresente que se ha vuelto a nivel político mundial durante la última década. En dos publicaciones futuras intentaré explicar por qué esto es así y por qué es un gran problema moral, ya que tiende a socavar la democracia.
padre Martin McKeever, CSsR