Un clásico es una obra que disfruta una generación y luego otra y otra y que, a pesar del inagotable giro de los tiempos, sensibilidades, culturas, siempre florece. Ya sea música, literatura, filosofía o pintura, todo el mundo siente lo clásico como contemporáneo. Así es la inmensa obra de San Alfonso: una obra compleja y variada en la que se entrelazan teología y misticismo, música y poesía, pero que se hace profundamente unitaria por el cantus firmus que la sustenta, el de la divina misericordia. “Et copiosa apud Eum redemptio”.
La obra de san Alfonso, patrón de los confesores y moralistas, pero sobre todo creyente y pastor, libera siempre nuevas riquezas para quienes son capaces de entablar un diálogo vital con él y no temen descender a los abismos de su corazón ardiente y elevarse a las alturas de su aguda mente. Si cada generación puede sacar provecho de sus riquezas, también es cierto que cada generación le da a Alfonso la oportunidad de hablar en su propio tiempo, iluminando aspectos aún no valorados ni comprendidos del todo y dando voz de actualidad a lo que no habla. El regreso de las celebraciones, año tras año, no puede ser un recuerdo embalsamado del pasado, sino una oportunidad preciosa para leer y releer una experiencia, tomar conciencia de un camino recorrido y extender la mano en el camino. Así, la Academia Alfonsiana, una rama fructífera de la Congregación Redentorista, después de ciento cincuenta años está reviviendo el auspicioso acontecimiento de la proclamación de San Alfonso Doctor de la Iglesia y se siente en deuda con la Iglesia por su mensaje de sabiduría y misericordia. Este número de Studia Moralia representa un aporte a las celebraciones del doctorado.
Al principio nos encontramos con las palabras que el Santo Padre una vez más quiso darnos para resaltar la coherencia entre algunos temas calificativos de la moral alfonsiana con algunos de los temas más queridos por su magisterio: la persuasión de ser una Iglesia en salida a las periferias existenciales de cada tiempo, escuchando el grito de los pobres y la profunda necesidad de conversión que habita en la intimidad de todos. Como demostración -al parecer- de esta sintonía entre san Alfonso y el magisterio del Papa Francisco, se ofrecen cuatro intervenciones, todas caracterizadas por una sugestiva creatividad, pero también por un vigilante rigor hermenéutico.
El profesor Antonio G. Fidalgo, redentorista, propone una lectura de Evangelii gaudium en relación con la inspiración misionera de San Alfonso; La Dra. Cristiana Freni, a la luz de una premisa antropológica con estructura fenomenológica y partiendo de un trabajo espiritual del Santo Doctor, Amor a las almas, buscando ecos de la misericordia alfonsiana en Misericordiae vultus y Misericordia et misera del Papa Francisco; el profesor redentorista Antonio Donato, en colaboración con Don Giorgio Nacci, dialoga la vocación a la santidad, tema central en la enseñanza y acción apostólica de San Alfonso, con Christus vivit y Gaudete et exultate; finalmente, la Dra. Filomena Sacco, escuchando al Papa Francisco y San Alfonso, nos ofrece la imagen de Dios y la oración como medio de diálogo y salvación. ..//