Queridos hermanos y hermanas en Cristo nuestro Redentor,
hoy, en el contexto de esta segunda semana de nuestra etapa canónica como Capítulo General, estamos celebrando una fiesta extraordinaria: San Mateo, Apóstol. El Evangelio cuenta la historia de su vocación: “Sígueme”, y Mateo se levantó y siguió a Jesús.
La llamada de Mateo fue un gran shock para los otros discípulos. Eran trabajadores honestos, buenos religiosos y buenas mujeres. ¡Pero Mateo era colaborador de los opresores, pecador público, recaudador de impuestos!
Pero esta llamada es sólo el comienzo. Asombrado por ser llamado por Jesús, Mateo abre su casa, reúne a otros recaudadores de impuestos y pecadores para sentarse a la mesa y comer con Jesús y los demás discípulos. Qué conmoción debe haber sido no solo para los fariseos, sino también para Santiago y Juan, para Simón Pedro y Andrés y para todos los demás. Pero Mateo conocía su nueva misión: si Jesús puede llamarme y acogerme para seguirlo, acogerá también a todos los demás que tan a menudo son “excluidos”. Dios quiere misericordia, no sacrificios sagrados. Dios llama a todos: pecadores y santos, sanos y enfermos, viejos y jóvenes, hombres y mujeres… ¡En el banquete de Dios hay sitio para todos!
Mientras Jesús camina, nos ve a cada uno de nosotros esta mañana. Como Mateo, también hoy llama a cada uno de nosotros: “¡Sígueme!”. Este es el significado de este hermoso cuadro de Caravaggio. Observen que, en esta pintura, Mateo está vestido con ropa contemporánea del siglo XVI, ¡no como un recaudador de impuestos de Galilea del primer siglo! Mateo parece responder a Jesús con una pregunta: lo vemos en sus ojos: “¿Quién? ¿Yo? ¿En serio? “. Sí, Jesús lo dice seriamente.
Esta mañana Jesús te habla a ti, a mí, y también nos llama a seguirlo. Este Dia. Profesos Redentoristas y Colaboradores Laicos, Sacerdotes y Hermanos, Mujeres y Hombres, Hermanas y Esposas… Jóvenes y mayores… ¡El momento es ahora! Jesús sigue caminando en nuestro mundo herido. ¿Caminaremos con él?
¿Qué significa caminar con él hoy? Mateo sabía instintivamente lo que escuchamos esta mañana en la primera lectura: Apóyense unos a otros con amor, sean un solo cuerpo, compartan un solo Espíritu. Aunque tenemos diferentes ministerios, todos compartimos un solo propósito: edificar el único cuerpo de Cristo.
Mientras caminamos con Jesús esta semana, Él mismo nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad redentorista, nuestra misión y, hoy, sobre nuestra comunidad. Su llamada es urgente. No te demores, no lo dejes pasar, y seguir caminando solo… Con Jesús formamos un solo cuerpo misionero en un solo Espíritu misionero. Juntos, construimos el único Cuerpo de Cristo en este mundo nuestro herido.
María, Madre de la Misericordia, ayúdanos a comprender la llamada de tu Hijo: “Misericordia quiero, no sacrificios. He venido a llamar a los pecadores”. Pobres pecadores como somos, te pedimos que nos acompañes en nuestro camino de discípulos misioneros, hoy y siempre.
¡Amén!