(del Blog de la Academia Alfonsiana)
Este icono del Jubileo de la Misericordia (2015-16) nos ayuda a sentir mejor la empatía de Jesús hacia nosotros, a través de su mirada que se funde con la del hombre herido. En este sentido, el modelo psicoespiritual de Monbourquette, presentado en nuestro último post del 11 de noviembre de 2022, destaca cómo la empatía puede facilitar el perdón, permitiendo a la persona herida captar la perspectiva y las emociones del ofensor[1], para luego, con la gracia de Dios, adoptar actitudes de compasión y misericordia siguiendo el ejemplo de Jesús.
Por eso, comprender con empatía a quienes nos han ofendido también puede ayudarnos a vivir este pasaje exigente del Evangelio de Lucas donde Jesús dice: «Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os tratar mal. […] Y como queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos. […] Perdonad y seréis perdonados” (Lc 6, 27-28.37).
La invitación de Jesús a adoptar una actitud caritativa, espiritual, empática y misericordiosa con los enemigos puede también, a nivel neurológico, ayudarnos a superar las ofensas, las emociones negativas y, por tanto, contribuir a la curación de nuestras heridas. Estudios científicos, como el de la Universidad de Pisa[2], revelan, según el neurocientífico Pietro Pietrini, que las emociones negativas como el resentimiento, la ira, el resentimiento secretan, «en términos bioquímicos, hormonas dañinas para la homeostasis cerebral y para funciones nerviosas»[3]. De hecho, numerosos estudios sugieren que «la rumiación produce emociones negativas que activan asociaciones en redes neuronales, estimulando cogniciones, motivaciones y conductas propias del resentimiento»[4]. Además, “rumiar la ofensa sin verbalizarla o verse obligado a sufrirla pasivamente durante mucho tiempo puede transformar la ira, el miedo y el dolor en toxinas que alimentan el resentimiento y el deseo de venganza”[5]. El resentimiento hacia el agresor puede, por tanto, tener un impacto negativo en la corteza prefrontal dorsolateral y ventromedial[6] (implicada en la regulación y control cognitivo y emocional) y por tanto en el juicio moral, provocando actitudes como la hostilidad, la venganza, la moralidad física, psíquica, abuso de poder, etc.
De lo contrario, el perdón favorece la homeostasis bioquímica del cerebro y, por tanto, puede influir positivamente en el juicio moral. Porque gracias a la comprensión caritativa, empática del ofensor y a la neuroplasticidad cerebral, “el perdón es un mecanismo que nos permite “pasar por alto”, superar e ir más allá de la ofensa»[7], desarrollando otros circuitos neuronales que te permiten pasar por alto esta experiencia dolorosa y traumática. Así, el perdón empático favorece la secreción de hormonas y neurotransmisores (como la serotonina, la acetilcolina, las endorfinas) que pueden hacernos sentir más serenos con quienes nos han ofendido.
Para el profesor de neurociencias Sanguineti, «la armonía en el cerebro debe lograrse mediante el equilibrio entre la “vida espiritual” y el “equilibrio homeostático cerebral” asociado a las propiedades químico-físicas del cuerpo. Por tanto, las neurociencias confirman que el perdón introduce un equilibrio a nivel de sinergia cerebral que afecta a la vida psíquica»[8]. En este sentido, según Pietrini, su investigación ha puesto de manifiesto que el perdón «se configura como un proceso cognitivo articulado que puede permitir al individuo superar estados emocionales negativos a través de la reevaluación de un hecho negativo en términos positivos»[9]. Además, a nivel neurológico, la activación del córtex parietal inferior, implicado en la experiencia de la empatía y en la capacidad de “ponerse en el lugar del otro”, sugiere que un paso importante para perdonar es comprender que nos ha ofendido. Todos estos datos de la neurociencia, por lo tanto, vienen a apoyar la teoría psicológica del perdón empático de Monbouquette.
En resumen, podemos decir que la invitación de Monbourquette a comprender con empatía a quienes nos han ofendido, y la invitación de Jesús a amar, a hacer el bien, a bendecir, a orar, a no juzgar, a no condenar y a perdonar a nuestros enemigos (cf. Lc 6,27-28.37), nos permiten: 1) liberarnos a nivel cognitivo, neurológico y emocional de la opresión de quienes nos hacen sufrir; 2) con fe y gracia, favorecer la neuroplasticidad de nuestro cerebro para “pasar por alto” y superar las ofensas, nuestras heridas y experiencias traumáticas; 3) y finalmente, hacer juicios morales llenos de empatía, caridad, compasión y misericordia con los demás y también con los que nos han ofendido.
Mario Boies, C.Ss.R., M.Ps.
[1] Cf. J. Monbourquette, L’arte di perdonare: guida pratica per imparare a perdonare e guarire, Paoline, Milano 201513, 154-163.
[2] Cf. E. Riccardi – P. Pietrini et al., «How the brain heals emotional wounds: the functional neuroanatomy of forgiveness», in Frontiers in Human Neuroscience 7/December (2013), in https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnhum.2013.00839/full [Accesso: 15.11.22].
[3] B. Carfagna, Speciale TG1 – Super Cervello: Intervista con Pietro Pietrini, Neuroscienzato dell’Università di Pisa, 2014, in https://youtu.be/xxFOKG3IwZI, [Accesso: 15.11.2022].
[4] E. Giusti – B. Corte, La terapia del per-dono: dal risentimento alla riconciliazione, (Psicoterapie & Counseling, 73), Sovera Edizioni, Roma 2009, 94.
[5] Ibid., 92.
[6] Cf. P. Pietrini, «Cosa succede nel cervello quando perdoniamo», in Unipinwes 22 novembre (2013), in https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnhum.2013.00839/full [Accesso: 15.11.2022].
[7] B. Carfagna, Speciale TG1 – Super Cervello: Intervista con Pietro Pietrini.
[8] B. Carfagna, Speciale TG1 – Super Cervello: Intervista con il Professore Juan-José Sanguineti dell’Università Santa Croce, 2014, in https://youtu.be/xxFOKG3IwZI, [Accesso: 15.11.2022].
[9] P. Pietrini, «Cosa succede nel cervello quando perdoniamo».