Padre Rogério Gomes: “El Niño de Belén comunica la vida nueva, la sonrisa de Dios”

0
916

Saludos navideños del Superior General

Los Cohermanos,Zdzislaw (Francisco) Stanula, Paul Vihn, Nicolas Ayouba, Ivel Medanha, Jairo Díaz, Larry Lujan y Rogério Gomes,

DESEAN

A todos los Cohermanos,
A las Congregaciones e Institutos que hacen parte de la Familia Redentorista,
A las Monjas Redentoristas,
A nuestros hermanos Obispos Redentoristas,
A los Aspirantes, Postulantes y Novicios,
A los Laicos y Laicas asociados a nuestra misión y Oblatos y Oblatas Redentoristas,
A la Juventud Misionera Redentorista,
Y a los Grupos de Ex Seminaristas Redentoristas.

¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!

1. ¡El año 2022 está terminando su curso! Un año desafiante a todo nivel, pero también un año de aprendizaje para todos nosotros. Convivir con la inseguridad dejada por la pandemia, con los horrores de la guerra y la violencia esparcida por el mundo y con la incertidumbre del futuro, parece asustarnos. Somos humanos, anhelamos seguridad y protección. Pero esto no es un motivo para desanimarnos. Cada misionero redentorista ha intentado, a su manera, animar a su rebaño en las diferentes obras apostólicas realizadas. Esto debería llenarnos de alegría y orgullo, no por nuestra propia autorreferencialidad, sino para ser conscientes de que podemos hacer mucho más y hacerlo mejor. El Redentorista está siempre inquieto por su dinamismo misionero fundado en el Redentor. Y cuando nos acomodamos es porque estamos perdiendo esta llama. ¡Debemos recuperarla!

2. A pesar de nuestras incertidumbres, el Paráclito no nos deja solos. Hemos tenido la experiencia de Pentecostés a través del XXVI Capítulo General que nos dejó 5 temas para profundizar durante el sexenio: nuestra identidad, nuestra misión, nuestra vida consagrada, la formación y el liderazgo redentorista. Éste concluyó ofreciendo el lema del sexenio: Misioneros de la Esperanza, tras las huellas del Redentor. ¿Qué significa esto para cada uno de nosotros individual y comunitariamente? ¿Cómo comunicamos esta Esperanza que tiene su fuente en el Redentor y nos lleva a caminar con Él?

3. En esta maraña de acontecimientos, celebramos la Navidad, una realidad que toca profundamente el misterio de la Redención y nuestra esperanza. Paradójicamente, el Niño de Belén toma sobre sí todas las fragilidades del mundo y comunica la vida nueva, la sonrisa de Dios para la humanidad. Transmite la Esperanza en el ser humano al elegir, por libre albedrío y amor supremo, ser uno de nosotros. “Oh Verbo Encarnado, que te hiciste hombre para encender el amor divino en nuestros corazones, ¿cómo pudiste entonces encontrar tanta ignorancia en el corazón de los hombres? No escatimaste nada para que te amaran, llegaste a dar la sangre y la vida; ¿y cómo entonces te son tan ingratos los hombres? ¿Quizá no lo saben? Sí, lo saben, y creen que para esto has venido del cielo, para revestirte de carne humana y cargarte con nuestras miserias…” (S. Alfonso María de Ligorio. Novena del Santo Natale. Disc. I. Coloquio). Este Misterio profundo confronta nuestra fe y nos hace dar un paso mas: creer en el ser humano, a pesar de sus contradicciones. Nos hace creer que, a pesar del mal en el mundo, el bien prevalece. Por tanto, la humanidad tiene futuro y a nosotros nos corresponde hoy hacer nuestra kenosis desde nuestra consagración y desde el Evangelio que predicamos. Para nosotros, Redentoristas, ¡celebrar la Navidad es recordar (pasar por el corazón) la dimensión profunda de nuestra espiritualidad!

4. Con la fuerza del Redentor, nacido en la cueva de Belén, y con su Madre María, Nuestro Perpetuo Socorro, comenzamos el año 2023. ¿Qué nos espera? ¡La Esperanza! La esperanza es como una madre: tierna, nos cuenta historias, nos hace soñar, sabe decir “no”, nos corta el cordón umbilical de la ilusión y nos hace caminar sobre nuestras propias piernas. Incluso cuando caemos, no nos abandona y nos hace soñar y prepararnos para el futuro como adultos. ¡La esperanza no nos engaña! Por eso, me gustaría invitar a cada Cohermano, a todos los Formandos y a los Laicos que forman parte de la misión a rezar, meditar y poner en práctica el lema del sexenio: ”Misioneros de la Esperanza tras las huellas del Redentor”: junto con los temas tratados en el capítulo: nuestra identidad, nuestra misión, nuestra vida consagrada, la formación y el liderazgo redentorista. Con el entusiasmo que brota del Espíritu, echemos las redes en aguas más profundas en obediencia a la Palabra del Señor (cf. Lc 5, 4).

5. Si queremos dar un rostro esperanzador a la Congregación esto depende de cada uno de nosotros. Y todo pasa por la apertura personal y el trabajo en equipo. Somos un único cuerpo misionero que (cf. Const. 2), con nuestras diferencias que nos enriquecen, soñamos y trabajamos juntos con miras a un único objetivo: el anuncio de la Redención a los abandonados. ¿Y qué proclamaremos si no tenemos la Esperanza que viene del Evangelio? ¿Qué testimonio daremos si no somos capaces de trabajar juntos? ¿Qué palabras de Esperanza diremos si no creemos en lo que predicamos? ¡EI Señor nos llama a comenzar el año haciendo nuestra kenosis y dando lo mejor de nosotros mismos en nuestro trabajo, en nuestra comunidad y con el Pueblo de Dios!

6. Por último, con el nuevo año el proceso de reestructuración y reconfiguración toma forma con la inauguración de nuevas provincias. En medio de todo esto está el Espíritu que guía a la Congregación. Él es fiel y seguirá a cada Cohermano en este proceso. Pero este proceso no es una conformación de estructuras. Si lo fuera, habría medios mucho mas eficientes, como hace el mundo empresarial. Para nosotros es un proceso espiritual: éxodo, pascua, encarnación, kenosis, distacco, eucaristía, conversión del corazón y de mentalidad, obediencia al Espíritu que se manifiesta en los cenáculos de nuestros capítulos generales y provinciales y, finalmente, sentir con la Iglesia y hacer con ella, como congregación y vida consagrada, nuestro camino sinodal. El Señor camina con nosotros, aunque no le veamos. Lo que no podemos hacer es perder la capacidad de dejar que nuestro corazón arda… (cf. Lc 24, 32).

7. Que San Alfonso nos ayude a comprender la dimensión profunda de la Navidad y con María, Madre de la Esperanza, Nuestro Perpetuo Socorro, podamos comenzar un nuevo año y un sexenio bendecidos por el Señor de la Mies y Pastor del Rebaño que camina con nosotros y es la razón de ser de nuestro servicio a los más abandonados.

¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo a todos!
Fraternalmente, en Cristo Redentor,
Rogério Gomes, C.Ss.R.
Superior General