Prot. N°: 067/2023
Roma, 15 de marzo de 2023
Fiesta de San Clemente María Hofbauer
Misioneros de la Esperanza tras las huellas del Redentor
AÑO DEDICADO A LA VIDA COMUNITARIA
Const. 21-75; EG 026-049; Lc 6,12-16
Queridos Cohermanos, Formandos y Laicos Asociados a nuestra Misión,
- Con alegría celebramos la fiesta de San Clemente María Hofbauer, misionero que ha evangelizado con entusiasmo: “Ay de mí si no predicara el Evangelio” (1 Cor 9,16). Desde los niños a los adultos, los pobres y los nobles e intelectuales, todos se sentían atraídos por sus bellas celebraciones y homilías. Clemente nos enseña persistencia y fidelidad creativa. De fracaso en fracaso, lleno de entusiasmo, consiguió llevar a cabo el proyecto misionero redentorista. Clemente, hombre inquieto que cruzó los Alpes, nos provoca hoy en nuestra historia: ¿Cómo podemos cruzar nuestros “Alpes” en nuestras parroquias, iglesias no parroquiales y santuarios, en los medios de comunicación, en la formación, en las misiones populares, en la enseñanza, en las celebraciones y en la atención a los más abandonados y en el proceso de reestructuración para la misión? Hofbauer es una guía en este tiempo complejo que vivimos, no sólo para la Congregación sino también para la vida consagrada y para la Iglesia.
- Bajo la inspiración de San Clemente, abrimos el Año dedicado a la Vida Comunitaria. Nuestras Constituciones dedican dos Capítulos a la Vida Comunitaria: la comunidad apostólica y la comunidad apostólica dedicada a Cristo Redentor (Const. 21-76). Los Estatutos Generales correspondientes también serán la base para profundizar en el tema durante el año. Que sean orados, meditados creativamente en todas las Comunidades Redentoristas de la Congregación. Como icono bíblico: Lc 6,12-16: El Señor que llama para estar con Él.
- Pido a los Superiores (V) Provinciales, Regionales, de Misión, de Comunidad y a los Formadores que animen a las comunidades a reflexionar, orar y meditar sobre este tema tan importante para la Vida Redentorista. Exhorto a cada cohermano a vivirlo con intensidad y a profundizarlo a lo largo del año. Necesitamos mejorar la calidad de nuestra vida comunitaria en la Congregación. Esto no quiere decir que lo estemos haciendo mal, sino que debemos reconocer que está siendo un punto muy débil de nuestra vita apostolicay podemos mejorarlo, si queremos ser Misioneros de la Esperanza tras las huellas del Redentor. Los diversos organismos de animación de la vida apostólica, como Secretariados y Comisiones, Centros de Espiritualidad y otros órganos de animación de la vida apostólica redentorista pueden, con creatividad, crear subsidios para oraciones, días de retiro para profundizar este tema, animar y ofrecer ayuda para que las comunidades alimenten su espiritualidad apostólica y su dinamismo misionero. Propongo esta carta como subsidio para el día de retiro de la comunidad o para la reunión comunitaria.
- Debemos, con el corazón abierto, sin miedo, sin culpa, pero con gran sinceridad y madurez hacernos las siguientes preguntas: ¿Cuál es la calidad de vida comunitaria en mi (V) Provincia, Región, Comunidad y Misión? ¿Conocemos la historia personal y vocacional de los cohermanos con los que vivimos? ¿La comunidad en la que vivo tiene un Proyecto de Vida Comunitaria? ¿Cómo me siento en la comunidad en la que vivo? ¿Es vivificante o sólo hay tensiones y divisiones? ¿Cómo puedo contribuir personalmente a mejorar la vida comunitaria? ¿Es la vida comunitaria una prioridad en nuestras agendas personales? ¿Cómo podemos mejorar la calidad de nuestra vida comunitaria, como recurso afectivo y para el apoyo de nuestro trabajo misionero? ¿Son nuestras comunidades un atractivo para las nuevas vocaciones? ¿Cómo podemos cualificar nuestra vida comunitaria para vivir el proceso de reestructuración? ¿Cómo es nuestra capacidad para resolver nuestros conflictos personales? ¿Cómo trabajamos nuestra resiliencia? ¿Cómo incorporamos a los laicos en nuestra comunidad y misión? Estas y otras preguntas deberían ayudarnos a tomar conciencia de nuestra realidad comunitaria, a responder con sinceridad y a dar pasos concretos para mejorarla. La vida comunitaria debe ser un espacio para fortalecer nuestra vocación, nuestra intimidad con el Redentor, nuestro espíritu misionero y nuestro sentido de pertenencia a la Congregación.
- El XXVI Capítulo General nos dejó 5 temas importantes para reflexionar durante el sexenio: identidad, misión, vida consagrada, formación y liderazgo. Debemos reflexionar sobre estos temas, ya que son la esencia de la comunidad misionera redentorista de una manera muy sincera, preguntándonos personalmente y como comunidad: ¿Cuál es la identidad de nuestra comunidad? ¿Cuál es la misión de nuestra comunidad? ¿Qué vida consagrada vive nuestra comunidad? ¿Cómo nos
formamos en nuestras comunidades y cómo ejercemos el liderazgo en nuestra comunidad? El Documento Final, las Decisiones y las Orientaciones del XXVI Capítulo General pueden ayudarnos a profundizar en estas preguntas.
- La identidad de la comunidad redentorista está constituida por tres fundamentos: Cristo Redentor como centro y razón de nuestra consagración, las personas que se consagran a Él para continuar su misión y las personas a las que somos enviados y que son nuestros interlocutores. ¡Somos una comunidad de personas!: la persona de Jesús, la persona de cadacohermanoy la persona de los más abandonados. De ahíque el lugar por excelencia, según nuestras Constituciones, para la comunión y el ejercicio del espíritu misionero es la vida comunitaria… (cf. Const. 21). La comunidad es el lugar donde compartimos nuestra existencia, nuestra historia de salvación y nuestras memorias de redención. Es el lugar donde tienen lugar la comunión (koinonia), el servicio (diakonia), el testimonio (martyria) y el anuncio (kerygma). En la Congregación no hay misión individual. La misión se realiza en nombre del Redentor y de la comunidad que envía en su nombre para ir a los más abandonados (cf. Lc 4,16-19). Así, cada cohermano es una misión que expresa su belleza en el mosaico de rostros de la obra de arte comunitaria que resplandece la misión del Redentor en este mundo. Si esto es verdad, la vida consagrada redentorista tiene sentido y sigue constituyéndose en un signo cuando la presencia de Cristo es el centro, cuando se cultiva la espiritualidad personal y comunitaria, cuando se está en constante conversión, cuando cada miembro es corresponsable en su trabajo y finalmente cuando los votos se viven como expresión de amor a Cristo, a los Cohermanos y al Pueblo de Dios. ¿Qué vida consagrada redentorista queremos para nosotros y para la Iglesia? ¿Cómo nuestra comunidad nos ayuda fortalecernos en todos estos aspectos?
- Toda nuestra formación está en función de la misión, de unificar nuestra vida con Cristo Redentor y con los más abandonados. El momento histórico que vivimos exige que nos tomemos en serio nuestra formación permanente. Sin ella, seguiremos dando respuestas anticuadas a problemas nuevos y nos atrincheraremos en nuestro propio mundo y entraremos en la espiral del naufragio. La formación de un redentorista termina definitivamente con el Señor. Por eso, en este año de vida comunitaria, cada comunidad debe estudiar temas que le ayuden a realizar su misión. La formación permanente implica escuchar profundamente al Espíritu para que nos dé sabiduría, capacidad de escucha, discernimiento, de conversión cotidiana y ayuda al Pueblo de Dios. Esto se extiende a nuestro compromiso de formar a los laicos asociados a nuestra misión. ¿Cómo está mi formación personal continuada? ¿Y cómo está la formación comunitaria?
- Finalmente, la comunidad tiene su organización y su liderazgo. Cada Cohermano debe ejercer su misión con sentido de corresponsabilidad. La comunidad no es diferente de una orquesta que tiene su maestro (los superiores locales) y los músicos
con sus instrumentos (los Cohermanos, quienes poseen talentos particulares y gozan de una amplia creatividad). Que cada Cohermano sea pastor, animador y administrador de su vida según las Constituciones y ayude a los superiores locales en este servicio tan retador en la actualidad (cf. Const. 73, 92). Y los superiores sirvan a la comunidad para que ésta se forme y crezca en Cristo y para que todos en unidad se dediquen a la obra de la evangelización (cf. Const. 139) ¿Cómo estamos ejerciendo el liderazgo personal y comunitario en nuestra comunidad? ¡Es un camino que se hace juntos! ¡Somos un cuerpo misionero (cf. Const. 2)! “¡Ánimo, el Señor es el Maestro!” (San Clemente).
- ¡Que san Clemente nos inspire a vivir con intensidad este año dedicado a nuestra vida comunitaria, para que anunciemos con alegría a Cristo Redentor, siguiendo sus huellas y siendo misioneros de esperanza! María, Madre del Perpetuo Socorro, ayúdanos en este propósito. Amén.
En nombre del Consejo General,
Fraternalmente en Cristo Redentor,
P. Rogério Gomes, C.Ss.R
Superior General
Texto original: Español