Belice, un desafío multicultural que enriquece el corazón misionero

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La Parroquia Redentorista en Belice

Belice es un país pequeño en extensión, con alrededor de 22,900 km2. Esto significa que cabe veintidós veces en España y más de trescientas setenta veces en Brasil. Su población es menor al medio millón de personas y está conformado por garífunas, maya-q´eqchies, hispanos o mestizos, creoles, etc. Muchos han dejado su tierra de origen y se han asentado en tierras beliceñas, como los menonitas y distintos tipos de asiáticos. Todo esto significa una cotidianidad diversa de tradiciones, culturas y lenguas.

Este país tropical cuenta con distintas áreas montañosas, frondosas áreas verdes, pantanos y ríos. Sus vecinos son México y Guatemala. Todo el este beliceño se encuentra bañado por el Mar Caribe, por lo que su clima es húmedo y caliente. Son famosos sus cayos, corales, arrecifes y aguas cristalinas y de color turquesa. Sus espectaculares paisajes son aprovechados por grandes empresas turísticas, que ofrecen un auténtico paraíso caribeño.

Esto contrasta con la precariedad y la pobreza extrema de distintas comunidades. Aunque hay apoyo de muchos connacionales en el exterior, el país no destaca en temas económicos, educativos y de producción. Como en otros países centroamericanos, la corrupción, la violencia, las drogas y la falta de trabajo, son cuestiones que afectan a esta nación. Sin embargo, Belice está lleno de gente que sabe sonreír a pesar de las adversidades. Saben alegrar la jornada con un par de tambores, compartir con generosidad y sobreponerse a las adversidades.

En el año 2014 la Provincia de América Central inicia la presencia redentorista en Belice. Acá se labora desde la Sacred Heart Parish y se acompaña pastoralmente el centro parroquial y una veintena de comunidades. De la misma manera se cuenta con doce escuelas de educación primaria y un colegio de educación secundaria. El 80% de las Eucaristías se celebran en inglés, que es el idioma oficial del país. Pero también hay una misa semanal en garífuna y varias celebraciones eucarísticas en español y con traducción al q´eqchí.

Aunque las carreteras están en muy buenas condiciones, las comunidades más distantes están a dos horas de la parroquia, usando vehículo propio. Es curioso que la ciudad capital se encuentre más cercana que la última de las aldeas que se atiende. Regularmente se celebra una eucaristía al mes en los lugares que cuentan con capilla católica y en los sitios más cercanos la celebración es quincenal o semanal. El dinamismo misionero de los redentoristas encuentra en Belice un gran campo de acción. Son muchos los retos y las dificultades, pero el esfuerzo de distintos hermanos sentó las bases para la actual presencia apostólica.

Los mayores desafíos para la comunidad redentorista son la evangelización explícita y la solidaridad. Esto significa fortalecer la catequesis y la identidad de los católicos, así como promover mayor protagonismo laical. Animar los procesos de fe y ser puente para atender distintas carencias sociales. El Evangelio siempre nos invita a ser sal y luz, a lanzar una vez más las redes, a no desfallecer en medio de las circunstancias difíciles. En Belice también nos corresponde abrir los ojos para reconocer a Jesús en el abandono y la pobreza.

Aunque es pequeño en extensión, Belice es grande en la alegría y la fe de su gente. Su multiculturalidad reta y al mismo tiempo enriquece el corazón misionero. Dios ha decidido hablarnos no desde un magno y multitudinario santuario, un país potencia o predicando a sociedades influyentes, sino desde la sencillez, la humildad y lo que “no cuenta” para este mundo. Y acá, en este lugar, deseamos dar frutos de abundante redención. Pedimos sus oraciones para la misión redentorista en Belice y si alguno desea cambiar su perspectiva de vida sirviendo a los más abandonados, sabe que acá cuenta con nosotros para poner un granito de arena en la construcción del Reino de Dios.

Bryan Arriola, CSsR 
@el_padrecito