La JMJ en Lisboa ha sido una experiencia que ha impactado, tanto a participantes como espectadores, con diferentes intensidades y de diferentes maneras. Para una ciudad como Lisboa, con una población de un poco más de medio millón de personas, el recibir el influjo de un millón y medio de jóvenes representó un gran desafío, pero también un momento de alegría y rejuvenecimiento. A pesar la presión sobre la ciudad y sobre los locales, Lisboa mostró un alto grado de preparación y adaptación durante el desarrollo de este evento memorable.
La gran cantidad de jóvenes con sus banderas y cantando slogans por las calles no generó ningún nerviosismo sobre la fuerza pública, como lo habría hecho una masa similar a la salida de un partido de futbol. Algunos comerciantes alababan las buenas maneras y educación de los jóvenes que entraban a sus negocios para adquirir algún souvenir o algún refresco.
La JMJ en Lisboa reveló la vitalidad de una Iglesia joven y verdaderamente católica; la de una Iglesia alegre que es capaz de salir de sí misma para ir al encuentro del otro, y que es capaz de enfrentar las incomprensiones y los desafíos propios del momento actual. Se trata de una Iglesia que en su diversidad y acogida expresa su catolicidad; de hecho, fueron 151 los países representados, vinculados a diferentes diócesis, movimientos, comunidades religiosas, instituciones educativas, etc.
Precisamente, uno de los elementos evangelizadores de la JMJ para los jóvenes es esta catolicidad, es decir, el poder sentirse parte de algo más grande, que desborda nuestra individualidad o nuestro pequeño grupo. A pesar de las diferencias lingüísticas y culturales, los jóvenes de la JMJ compartieron las mismas luces y sombras, los mismos temores y esperanzas, pero sobre todo una misma fe. El sentido del peregrinar, del “ir al encuentro de…”, con todos sus desafíos e incomodidades, representan una metáfora de la vida y de la fe cristiana, pues la existencia y la fe solo encuentran su sentido en una continua comunicación del yo-individual con el Otro. Según una encuentra de GAD3 el 94% de los jóvenes señalaron que iban a la JMJ para “descubrirse a sí mismos a través de Jesucristo”, lo cual refleja esa dinámica de salida y de búsqueda; se trata de un sentirse llamado y enviado al mismo tiempo; se trata de ser misión en la tierra, como ya lo había señalado el Papa Francisco en la JMJ del 2018.
Y es precisamente aquí donde los jóvenes redentoristas encuentran su identidad de misioneros. El Papa indicó a los jóvenes que la alegría es misionera y que debe llevarse a los demás. Fue un hecho que en toda la JMJ y en la Jornada Alfonsiana, los jóvenes contagiaron su alegría, la misma que ahora, a su regreso, están portando a sus comunidades. Esta es una misión que seguirán explorando y potenciando bajo la luz y la inspiración del carisma redentorista.
Comisión General de PJVR
Vea a continuación el mensaje de video del p. General Rogério Gomes, CSsR, a los participantes de la Jornada Alfonsiana en Lisboa, organizada en la Parroquia Madre de Dios en Buraca el 2 de agosto y el video resumen de este gozoso encuentro.
