La figura y el ejemplo del padre Giuseppe Maria Leone, cuya causa de beatificación está en marcha, está siempre presente
El Siervo de Dios Padre Giuseppe Maria Leone, Redentorista. Un ángel de oración y sufrimiento, un sacerdote dedicado a la confesión, la predicación, la dirección espiritual, el servicio de los más pequeños, las obras concretas, la obediencia al Papa, la devoción a María y la contemplación de Jesús Sacramentado: un gigante de la Iglesia. Fue el alma e inspirador de las iniciativas en el Valle de Pompeya, no sólo de carácter religioso, sino también social, a favor de los pobres, los huérfanos, los hijos de los presos, los marginados. Iniciador del “cristianismo en acción” en el sur de Italia en la segunda mitad del siglo XIX, siguió los dictados de San Alfonso María de Ligorio. Figura cuya historia de fe, maravillas, milagros y profunda espiritualidad es más relevante que nunca y ofrece una visión de la naturaleza de la santidad. La Causa de Beatificación está en marcha.
TRINITAPOLI – Nacido el 23 de mayo de 1829 en Casaltrinità (hoy Trinitapoli), el P. Giuseppe Maria Leone murió en Angri (SA), en el Colegio de los Redentoristas, del que era superior, el 9 de agosto de 1902, el sábado anterior al fiesta de la ‘Asunción’. El Siervo de Dios había sido fervientemente heraldo y defensor del dogma de la Asunción de María al Cielo. Tanto es así que sugirió a Bartolo Longo fundar un movimiento asuncionista. Y antes de morir, los redentoristas le recomendaron que defendiera su causa ante el Papa León XIII (gran amigo del abogado de Apulia, hasta el punto de que lo nombró comendador). Además, León XIII estaba endeudado con P. Leone y Longo. De “La Asunción de 1891” (págs. 55-56) de Bartolo Longo sabemos que el 15 de agosto de 1891, el abogado de Apulia de Latiano (BR), mientras participaba en la santa misa, en el Santuario de la Virgen del Rosario en Pompeya, junto con el P. Leone, fue abordado por el jesuita P. Cecaro quien le entregó una carta, firmada por el jesuita P. Antonio Domenico D’Aragona, procedente urgentemente del Colegio Pontano de Nápoles de la Compañía de Jesús, en en el que se escribió que el rector del Instituto P. Gaetano Mascalchi, amigo del Papa León XIII, había sido declarado “incurable y cercano a la muerte” por los primeros médicos de la capital de Campania (Capozzi y De Martino). Bartolo Longo, apenas tuvo conocimiento de la amistad del P. Mascalzi con León XIII, aseguró al P. Cecaro su interés y, con la carta todavía en la mano, informó al P. Leone. Al día siguiente, el P. Mascalzi se levantó de la cama, para gran satisfacción del Pontífice que expresó su agradecimiento a los fundadores del Santuario de Pompeya.
Cuando el Padre Leone ascendió al cielo recitando el Gloria Patri, su cuerpo fue expuesto en la pequeña iglesia del Colegio de los Padres Redentoristas de Angri. Muchos, por devoción, la tocaban con objetos o le cortaban la ropa. Una multitud desbordante y conmovida acompañó el féretro en la despedida final. En un cartel de la época estaba escrito: “El Santo ha muerto. El pueblo de Angri llora su muerte”.
El P. Leone fue enterrado en el cementerio de Angri. El 30 de octubre de 1920 sus restos mortales fueron trasladados al oratorio contiguo a la Basílica de Pagani (SA) en la misma tumba donde había puesto San Alfonso María de’ Liguori, fundador de la Congregación de los Redentoristas y junto a los de su confesor. P. Losito de Canosa di Puglia.
El 10 de noviembre de 1971 los restos del P. Leone fueron trasladados a la cripta de la Basílica de Pompeya, junto a los de Bartolo Longo y su esposa, la condesa Marianna Farnararo De Fusco Longo, por voluntad de monseñor Aurelio Signora, arzobispo titular de Nicosia ( Chipre) y Prelado de Pompeya. Finalmente, el regreso a su Trinitapoli natal, el 17 de diciembre de 1983.
GAETANO SAMELE
(www.corriereofanto.it – 24/09/2023)