En Nápoles – Marianella celebró la fiesta de San Gerardo Maiella

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Como cada año, las celebraciones en honor a San Gerardo Maiella tuvieron lugar en la capilla del antiguo Palacio de Ligorio.

El populoso pueblo napolitano, definido por p. Salvatore Schiavone, conocido estudioso de la memoria histórica, el Belén de la Congregación hace gala de una marcada identidad cristiana, donde no puede faltar la insignia redentorista. Si San Alfonso es el santo por excelencia del pueblo de Marianella, San Gerardo no lo es menos. La devoción hacia los humildes redentoristas se remonta a más de un siglo, como se puede leer en una inscripción en la pared izquierda de su altar, colocada con motivo de la inauguración de la capilla (4.10.1896).

Aún bendecido, se le dedicó un altar lateral bien decorado, el primero a la derecha al entrar, probablemente dedicado brevemente a la Virgen, como nos hace suponer su monograma en el techo.

En la hornacina, delimitada por un hermoso marco de madera con incrustaciones, se guarda una artística estatua de madera del santo, con un rostro muy expresivo, capturado en el momento de éxtasis, en cuya parte superior están representados el lirio y la cruz.

Todo aquel que entra en la capilla alfonsiana no puede dejar de admirar la imagen tridimensional, objeto de devoción, no sólo los días del triduo y la fiesta, sino durante todo el año.

A la izquierda del retablo, en el centro de la sala, se sitúa otra representación ovalada del santo, realizada tras su canonización, como lo indica la iconografía que inspiró al autor.

La pequeña comunidad, custodia de la memoria alfonsiana, anualmente, según una consolidada tradición, solemniza la fiesta del Santo, polo de atracción de numerosos fieles, no sólo del barrio, sino también de los limítrofes.

Este año las celebraciones tuvieron lugar del 13 al 16 de octubre. El triduo fue predicado por el P. Vincenzo La Mendola, y tuvo como tema la vida virtuosa de San Gerardo, con especial referencia a las virtudes teologales, ejercidas por el Santo y recordadas por biógrafos y testigos de los procesos.

Cada tarde, a las 17.30 horas, los fieles se reunían para rezar el Rosario y las oraciones del triduo. A la celebración siguió la predicación, seguida con devota atención por la “buena gente de Marianella”, como los define con un eficaz epíteto la placa de mármol de la advocación de la capilla.

El domingo 15 de octubre, las santas misas, celebradas en los horarios habituales, registraron una mayor afluencia de devotos, que en la celebración vespertina donde recibieron el hábito cerúleo de San Gerardo, bendecido e impuesto al final de la celebración.

El momento más intenso fue sin duda el del tránsito, celebrado a las 21.00 horas, para conmemorar los últimos momentos de la vida del Santo, animado por un grupo de jóvenes carismáticos.

El lunes 16 de octubre, la capilla, abierta desde primeras horas de la mañana, fue destino de una continua y silenciosa peregrinación. Grupos de fieles, y también de monjas, incluidas las de la Madre Teresa, se turnaron para visitar al Santo y venerar su reliquia, especialmente expuesta en el altar bien decorado. Las misas de la mañana (8.00 y 10.00 horas) contaron con la asistencia de numerosos fieles, que al final de las celebraciones recibieron el bocadillo bendito, para llevarlo a sus familiares y a los enfermos. Esta tradición se convierte también en una manera de recordar un episodio de la infancia del santo, su piedad eucarística y su confianza en la providencia, en la hambruna de 1753-1754, cuando el pan se multiplicaba en sus manos.

La celebración a las 18.00 horas, presidida por el obispo auxiliar de Nápoles, monseñor Michele Antuoro, y concelebrada por los padres presentes en la casa, por el párroco de la parroquia de San Giovanni Battista, por padre Francesco Minervino, y con la participación de numerosos fieles, fue la culminación de las celebraciones de san Gerardo.

En la homilía, el celebrante recordó los rasgos más destacados de la espiritualidad de san Gerardo, presentándolo como icono misionero de la Iglesia en salida y recordando las peregrinaciones realizadas a Materdomini en su infancia. Con un estilo coloquial y muy familiar, el obispo recordó algunos hechos destacados de la biografía de Gerardina, con referencias particulares a su estancia en Nápoles. Al finalizar la celebración quiso visitar el museo alfonsiano, acompañado por el P. Ciro, felicitándolo por los tesoros artísticos que atesora.

Con el debido agradecimiento final, el P. Avella, responsable de la comunidad, expresó su agradecimiento a Su Excelencia por haber aceptado la invitación a celebrar la fiesta en Marianella, a p. La Mendola por la predicación, y a todos los que trabajaron para el éxito de la fiesta, reiterando el apego de los habitantes de Marianella a San Gerardo y a los Redentoristas.

Paseando por las numerosas y artísticas iglesias napolitanas, no es raro encontrar estatuas y pinturas de San Gerardo. Basta recordar las que se pueden admirar en las iglesias de Santa Brigida, dei Vergini, la basílica de San Francesco di Paola y la parroquia de San Alfonso e Gerardo en Miano, para no olvidar, no sin nostalgia, la imagen venerada en la antigua iglesia redentorista de Tarsia, y muchas otras que merecen un censo, para revelar cuánta devoción ha recibido el santo hermano lucano en la ciudad napolitana.

Aunque es venerado en tantos lugares, la capilla de Marianella sigue siendo un punto de referencia fundamental para los devotos que viven en Nápoles y que siempre han sentido admiración por los “padres de San Alfonso”, como todavía nos llaman con cariño.

P. Vincenzo La Mendola C.Ss.R.