(se puede encontrar el original completo en italiano en el Blog de la Accademia Alfonsiana)
Nuestro mundo ensangrentado por las guerras, ante graves problemas que afrontar -como el cambio climático o la escalada nuclear-, lleno de temores tras la pandemia de Covid-19, necesita urgentemente una regeneración de la esperanza, que nos permita mirar con serenidad el futuro. De hecho, los hombres van donde hay un aire de esperanza y huyen donde no sienten su presencia. La esperanza «da a los jóvenes el valor de formar una familia o seguir una vocación religiosa y sacerdotal, los mantiene alejados de las drogas y otras cosas similares que sucumben a la desesperación. […] La esperanza ya no debe ser defendida y justificada “filosófica y teológicamente”, sino anunciada, mostrada y entregada “a un mundo que ha perdido su sentido”.
La esperanza: es un don que viene de Dios
Cabe señalar que la virtud de la esperanza nunca debe confundirse con el simple optimismo humano. Porque para un cristiano la esperanza es “un don” que viene de Dios, la esperanza es el mismo Jesús. «La esperanza se ha encarnado. […] De ello se deduce que la esperanza no es sólo una enseñanza o un catálogo de cosas a observar, sino que es Cristo mismo». «Si la esperanza es Cristo mismo, entonces la ESPERANZA sólo puede consistir en abandonarse a Él» – afirma el Papa Benedicto XVI en la encíclica Spe salvi con la que «repropone la profecía de la esperanza» «en un tiempo difícil, agotado y triste ».
Esperanza: la llamada
«la esperanza no es sólo el don más grande», –hemos dicho Cristo-, «sino que la esperanza es también la llamada». Y esto significa que la Iglesia -el pueblo cristiano en camino a través de la historia- está llamada por el Señor a convertirse en un gran sacramento de esperanza para la humanidad.
La oración es esperanza en acción
«La oración es esperanza en acción, porque la oración es la esperanza en la fuente de toda acción creativa y redentora».
Cuando nos volvemos totalmente a Dios acercamos la esperanza al mundo. Con nuestra oración somos transformados en instrumento de esperanza en las manos de Jesús, a quien todos hemos recibido y abrazado. Y con la fuerza que proviene de la oración podemos darle al mundo la esperanza que tanto necesita.
prof. K. Bielinski, CSsR
(estas líneas son solo una referencia del original en una traducción libre de Scala News, no autorizada para la publicación)