En la constitución 7 de nuestras constituciones, sobre la obra de evangelización, se lee: “traten, pues, de ir al encuentro del Señor allí donde Él ya está presente y actúa de modo misterioso.” Esta premisa fue el faro que guió la reciente misión en Belice, llevada a cabo del 11 al 25 de febrero en los sectores de Santa Cruz, San Juan, Cowpén y Bella Vista de la parroquia del Sagrado Corazón en Dangriga. Cristo ya está presente, pero hacía falta descubrirlo, sentirlo y acoger su presencia, amorosa, misericordiosa y misteriosa.
Fueron días de intensa presencia de Dios y manifestación de su amor y misericordia, días que podrían describirse como una transfiguración, similar a la que relata el evangelio del segundo domingo de Cuaresma. La misión fue, para estos sectores, como subir a la montaña y transfigurarse con Jesús, tomando las energías necesarias para continuar el camino de fe con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo. No fue una llamarada de tusa, sino el encender de la llama del Espíritu para llevar a cabo el compromiso adquirido en el bautismo.
Durante estos días de experiencia misionera se realizaron diversas actividades que reflejaron la presencia de Dios y su amor entre la comunidad. Las mañanas comenzaban con el rezo del Santo Rosario y la celebración de la Eucaristía o la Palabra, seguido por visitas casa por casa, escuchando, animando y anunciando el Evangelio. Por las tardes, se llevaban a cabo encuentros con niños y jóvenes, así como asambleas familiares, donde se compartía la vida y se oraba como comunidad.
Los fines de semana se realizan cierres de misión con niños y jóvenes, y se celebraban eventos especiales, como la entronización y presentación de la Madre misionera del Perpetuo Socorro, patrona de la misión redentorista. El primer domingo estuvo marcado por el sacramento de la unción de los enfermos, un momento especial para aquellos que se acercaron con fe y confianza.
Al finalizar la misión, se escucharon testimonios de alegría, gratitud y sanación. Personas expresaron haber sentido sanación física y espiritual, haber encontrado espacio para desahogarse, perdonar y ser perdonados, y haber experimentado una renovación en su fe y compromiso con Dios. Jóvenes manifestaron sentirse parte de la familia de Dios y experimentaron una renovación en su vocación y compromiso cristiano.
Estos quince días fueron de intensa espiritualidad y encuentro con aquel que nos llama a ser santos. Se anima a todos los jóvenes que sienten el llamado vocacional a acercarse y explorar la comunidad redentorista en su país. No tengan miedo, Cristo cuenta con ustedes y les ayudará a discernir su voluntad en sus vidas.
En conclusión, la misión en Belice fue un testimonio vivo del poder transformador del Evangelio y el amor de Dios. Los misioneros fueron evangelizados por el pueblo de Dios, y el llamado a continuar siendo misioneros de la esperanza resonó con fuerza en los corazones de todos los que participaron.
Por: J. Danny Calero, C.Ss.R. – Casa San Alfonso, El Salvador
Comunicaciones MREDENTORISTAS
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América Central y El Caribe