Misión Juvenil Redentorista: Cristo de Medianoche Misión de Esperanza

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Atención: todos los nombres utilizados en este artículo se han cambiado para salvaguardar la privacidad según la Ley de Privacidad de Datos de Filipinas (RA 10173). Los nombres son ficticios, pero las narrativas encontradas en Midnight Christ siguen siendo ciertas.

Cristo de Medianoche, dirigido por el Comité Apostólico, es una actividad de la Misión Juvenil Redentorista de Lipa para servir a los vulnerables, marginados y olvidados: “los últimos, los perdidos y los más pequeños”. Reconocido por la Arquidiócesis de Lipa, involucra y expone activamente a jóvenes voluntarios junto con novicios del Noviciado de Asia Oceanía para preparar comidas que se distribuirán a niños de la calle y mujeres en los barrios rojos. Cada segundo y cuarto sábado del mes, los esfuerzos de RYM Lipa incluyen no solo ofrecer comida y sustento, sino también historias de esperanza, fe y experiencias compartidas.

Incluso antes de que la ciudad duerma en una tranquila noche de sábado del 20 de abril, los voluntarios de la iglesia del Cristo de Medianoche, impulsados por el amor, sirven comidas calientes con la etiqueta escrita como mensaje de esperanza: “Diyos ay Pag-Ibig” (Dios es Amor). Aquí, los voluntarios de la Misión Juvenil Redentorista de Lipa, impulsados no por la obligación sino por el amor, transforman una simple comida en un faro de esperanza para quienes luchan en las sombras de la ciudad. Protegidos de las duras luces de la ciudad por el suave resplandor incandescente del Cristo de Medianoche, no encontramos el anonimato sino las súplicas silenciosas de individuos rodeados por el peligroso clamor del mundo. Sus rostros, llenos de historias, están iluminados por destellos de esperanza: Manong Gabriel, un ex maestro que sueña con formar mentes jóvenes, observa cómo sale vapor de su comida, un eco agridulce de sus sueños desplazados. Alejandra, una joven con ojos que contienen historias no contadas, encuentra consuelo en la calidez que irradia su caja de arroz, y Juan, un estudiante exitoso, encuentra refugio y camaradería. Sus medallas, un recordatorio de la perseverancia, se sienten un poco más pesadas y menos solitarias. Estos son algunos de los rostros vulnerables de nuestra sociedad, cada uno de los cuales carga con un hambre más profunda que el vacío y un anhelo de algo más, un destello de esperanza reavivado por el Cristo de Medianoche.

Con el estómago calentado y el ánimo animado, estos individuos, entre muchos otros, encuentran algo más que una simple comida; encuentran un catalizador para reconstruir sus vidas. El Cristo de Medianoche reconoce que un estómago vacío es sólo una pieza de un rompecabezas mucho más grande. Si bien el aroma de las comidas calientes llena el aire, el programa ofrece mucho más que sustento físico. Aquí, un grupo de oídos atentos se esfuerzan por brindar consuelo a las almas cansadas, un lugar para compartir las cargas llevadas en silencio. El Cristo de Medianoche no se limita a llenar el estómago; es reavivar las brasas de la esperanza, donde cada comida es una oportunidad para sanar.

El Cristo de Medianoche es un testimonio de cómo un simple gesto de bondad puede significar mucho para alguien. Al compartir comidas, historias y experiencias, los jóvenes voluntarios se vuelven más conscientes de las dificultades. Al mismo tiempo, los niños de la calle, los rostros sufrientes de Cristo y las mujeres que trabajan en los barrios rojos en situaciones difíciles, encuentran un vislumbre del amor incondicional e imparcial de Dios. Esto nos recuerda que todos podemos marcar una diferencia para aquellos con quienes nos encontramos en nuestras vidas, independientemente de las circunstancias y cargas personales. Encendamos una llama abrasadora de esperanza: la juventud, una fuerza poderosa para el bien, puede ser un instrumento resonante del amor y la misericordia divinos de Dios para guiarnos a ayudar a los necesitados mientras despertamos a las realidades que nos rodean.

Luis Sebastián U. Mitra
Ahyen Franzyn A. Petalio
RYM-Lipa