La Congregación del Santísimo Redentor cumple 130 años de presencia en Aparecida. La fecha, que será conmemorada con celebraciones especiales en 29 y 30 de octubre, recuerda la llegada de los primeros Misioneros Redentoristas en la Tierra de la Patrona de Brasil.
“Dios ha confiado esta misión a nosotros, Redentoristas, y llegamos hacia acá gracias a la Madre Aparecida”, conmemora el Padre General de la Congregación del Santísimo Redentor, padre Rogério Gomes. “Es tiempo de renovar la esperanza, mirar al pasado, mirar nuestra historia, pero también proyectar el futuro y buscar nuevas fuerzas, nuevas energías y pedir al Señor luces para que nosotros posamos continuar con este trabajo misionero en el Santuario y también en toda la Provincia que ahora tiene una nueva configuración”.
“Es un momento importante de dar gracias a Dios por todo que fue hecho y percibir mucha donación, mucho sacrificio, mucha entrega, para que la historia fuera escrita de manera tan bella y notable”, declara el padre Marlos Aurélio, Superior de la Provincia Nossa Senhora Aparecida, Brasil.
La conmemoración celebra una historia que comienza en mediados de 1785, con la expansión de la Congregación del Santísimo Redentor hecha por San Clemente María Hofbauer. Panadero, el cura de origen austriaca salió de Italia para evangelizar otras regiones de Europa, cuidando de pobres y huérfanos, que pronto se trastocaron en sus alumnos.
“Los ex alumnos de San Clemente fueron los fundadores del grupo redentorista de la Baviera que fue trabajar en el Santuario de Altötting”, cuenta el hermano José Mauro Maciel, historiador y archivero de la Congregación en la Región de Juiz de Fora, Brasil.
En este tiemplo ubicado en el sud de la Alemania el grupo se ha desenvuelto y creció a punto de hacer el envío de curas y hermanos hacia Aparecida, atendiendo la solicitud del obispo coadjutor de São Paulo, en Brasil, Mons. Joaquim Arcoverde de Albuquerque Cavalcanti. “El obispo hizo la petición con lágrimas en los ojos y el (Superior) General hizo la interpretación de que era la voluntad de Dios”, sostiene hermano Maciel.
Después de un periodo de organización, empezaron la travesía del Atlántico. “Han viajado de la Alemania hacia Amberes, en Bélgica, y después siguieron el viaje hacia Brasil”, aclara el historiador.
El desembarque del navío “Brésil” en el puerto de Rio de Janeiro ocurrió en 20 de octubre de 1894. Los curas y hermanos llegaron en tren en la Estación de Aparecida, en el 28 de octubre de 1894, a las 23h.
“La acogida fue festiva pues había una gran esperanza de que estos Misioneros Redentoristas pudiesen ayudar el Santuario de Aparecida a evolucionar, crecer”, explica hermano Maciel.
Pronto, la presencia de los pelegrinos empezó a aumentar, atraídos por la predicación de los nuevos Misioneros. “Desde el momento en que los Redentoristas llegaron, ellos asumieron el trabajo de cuidar la Casa de la Madre y nunca dejamos de anunciar el Evangelio”, asegura el Padre General.
“Los alemanes trajeron este espíritu que es algo muy proprio de la cultura alemana de trabajo, una dedicación muy grande para la evangelización. Hombres preparados, muy bien preparados, pero que, al mismo tiempo, se dedicaron con intensidad para el trabajo junto a los romeros del Santuario y, después, de las Santas Misiones”, dice padre Marlos.
No solamente los pelegrinos fueron impactados por el apostolado desenvuelto por los Misioneros Redentoristas. Los habitantes de Aparecida también se quedaron maravillados con el testigo ofrecido por los curas y hermanos.
“Yo vivía en una casa al lado de la Estación de Trenes y mi padre se ocupaba de las encomiendas. Y los seminaristas iban allá, entonces yo tuve contacto con ellos en la Estación de Trenes (…) Era el contacto con algo especial, pues hablábamos al respecto de la vocación, de Dios, del llamado”, recuerda el obispo emérito de Rubiataba-Mozarlância, en Goiás, Brasil, Mons. José Carlos de Oliveira – Mons. Carlinhos, redentorista que, desde hace 80 años, dedica su vida al anuncio de la abundante Redención.
El religioso fue ordenado sacerdote en el 1957. Ocupó diversos puestos en la Congregación, como el de Superior de la Provincia de São Paulo entre 1975 y 1979, recibiendo después la ordenación episcopal para la Diócesis de Rubiataba, donde quedó alrededor de 30 años, sin se olvidar de sus raíces misioneras.
“Belleza de mí vida, me quedé por 15 años en las Misiones”, afirma el obispo. “Una alegría muy grande del pueblo y nuestra. Pues, al fin de cuentas, cuando hay la experiencia de Dios en un sitio, no solo el pueblo se queda contento, pero nosotros también, con aquello que ocurre en la comunidad”.
La predicación de las Santas Misiones, además del carisma de la Congregación, también se presenta como una herencia dejada por los misioneros bávaros. En el 1897, ellos realizaron la primera de ellas en Areias, interior de São Paulo. En el 1902, la imagen de Nuestra Señora Aparecida también empezó a integrar el trabajo misionero.
“Al mismo tiempo en que ellos estaban en el Santuario ellos salían, hacian las Misiones, predicar las Santas Misiones y, con eso, obviamente, llevaban toda la devoción a Nuestra Señora Aparecida”, destaca el Superior Provincial.
Luego el pueblo empezó a reconocer en aquellos hombres, verdaderos mensajeros de la Palabra de Dios. Aunque las barreras culturales y de la lengua, los Redentoristas alemanes buscaban ayudar el pueblo, aún que eso generaba momentos curiosos.
“Una vez una niña se peleó con su compañera de clase delante de la Basílica (…) y entonces se dice que ha hecho un corte de manga para la otra (dar un plátano – se dice en Brasil). Nosotros, brasileños, sabemos lo que es hacer este gesto en sentido de ofensa (…) Ella encontraron al padre Gebardo en la sacristía y ella habló: ‘¿Es verdad, cura, que hacer un corte de manga para los otros es pecado?’. Gebardo no dudó. Como buen alemán a quien le gustaba mucho el plátano preguntó: ‘¿El plátano estaba verde o maduro?’”, ejemplifica Hermano Maciel.
“Creo que a lo largo de estos 130 años jamás dejamos, jamás renunciamos, a la herencia que recibimos de recibir, atender, evangelizar bien el pueblo que va hacia Aparecida. Y hoy podemos decir (al respecto de) aquellos que reciben nuestro mensaje desde Aparecida por los medios de comunicación y tantas otras expresiones evangelizadoras que tenemos”, agrega el Provincial.
La comunicación también ayuda en la renovación de la Congregación, contribuyendo con el surgimiento de nuevas vocaciones. Fue así que el seminarista Erik Paolo, que se prepara para profesar como Hermano Redentorista, oyó el llamado a dar la vida por la abundante Redención.
“Yo no participaba mucho de la Iglesia y no había recibido el Bautismo. Después de un período, yo mismo, cuando niño, empecé a participar de la Familia de los Devotos (proyecto de evangelización desenvuelto por los Redentoristas en el Santuario de Aparecida) y a recibir la Revista de Aparecida”, recuerda el hoy seminarista. “Conocí a los Misioneros Redentoristas más a fondo (…) y entonces empecé mi caminada vocacional”.
La relación de la familia de Erik con los Redentoristas, mientras tanto, se remonta a la época del venerable Padre Vítor Coelho de Almeida, misionero con fama de santidad que vivió en Aparecida y hoy se encuentra en proceso de beatificación.
“Hay recuerdos de mis familiares (…) oyendo el Padre Vítor Coelho de Almeida en la Rádio Aparecida”, rememora Paolo. “Mi vocación, hasta mismo mi vida, seria distinta si no tuviera la Virgen y más distinta aún si no tuviera los Misioneros Redentoristas en Aparecida, administrando y cuidando el Santuario Nacional”.
El cuidado pastoral fue ejercido desde el inicio de la presencia Redentorista en la Tierra de la Patrona de Brasil. Y así es hasta hoy.
“La presencia misionera redentorista en Aparecida refuerza la identidad misionera de la Congregación, refuerza su compromiso misionero con la propagación del Evangelio y la opción pelos más pobres y por la difusión de la espiritualidad y de la devoción mariana”, testimonia padre Rogério.
El trabajo de evangelización no se desarrolla solamente en el altar o por los medios de comunicación, pero también en la administración de los sacramentos, como el de la penitencia. “El confesionario es un espacio que exige mucho la presencia y la dedicación de los cohermanos. Y es esto que los pelegrinos que van hasta Aparecida encuentran, y ni siempre en sus parroquias, en sus comunidades, hay esta oportunidad”, comenta padre Marlos.
Para hacer el trabajo de acogida a los peregrinos, actualmente, casi 70 curas y hermanos redentoristas viven en Aparecida. Los religiosos están involucrados en distintos campos de actuación.
“La misión hecha en Aparecida solo llegó adonde llegó porque los Misioneros Redentoristas la hacen en comunidad. La comunidad es muy importante”, atestigua padre Rogério.
Ahora, los Redentoristas proyectan estrategias pastorales para el futuro desde el Santuario Nacional. Pero, más que proyectos, la confianza es que el anuncio de la abundante Redención seguirá siendo amparada por Dios, haciendo los Redentoristas verdaderos misioneros de la esperanza, siguiendo los pasos del Redentor.
“La historia abre un nuevo capítulo y el Espíritu Santo conduce esta historia. Él está conduciendo junto a la Madre Aparecida. Él constituye esta historia junto con todo lo que fue hecho y da también caminos nuevos para la continuación de la Congregación”, asegura padre Rogério.
Las conmemoraciones de los 130 años de la presencia redentorista en Aparecida van a ocurrir en distintos espacios de la ciudad. En el 29 de octubre, 17:30hs, una procesión se irá de la antigua Estación de Trenes de Aparecida hacia la Basílica Histórica, donde será celebrada una misa a las 18h. En el 30, una misa en el Santuario Nacional conmemora los 130 años de dedicación de los Misioneros a la Virgen de Aparecida y sus pelegrinos.
Victor Hugo Barros – Aparecida