(del Blog de la Academia Alfonsiana)
En su discurso del pasado 5 de junio a los participantes en el encuentro “La crisis de la deuda en el Sur Global”, promovido por la Academia Pontificia de las Ciencias, aprovechando la ocasión del Año Santo 2025 que está a punto de comenzar, el Papa Francisco se dirigió a cuestión de una nueva gran crisis de deuda que afecta principalmente a los países del Sur del mundo y que, como siempre, genera miseria y angustia, privando a millones de personas de la posibilidad de un futuro digno. Refiriéndose a la tradición bíblica del perdón de las deudas en el año jubilar (cf. Dt 15 y Lev 25) y a lo que san Juan Pablo II recordó con ocasión del gran jubileo del año 2000 sobre la deuda exterior, que «no es sólo de carácter económico, pero afecta principios éticos fundamentales y debe encontrar espacio en el derecho internacional”, el Papa Francisco nos insta a aprovechar el próximo Jubileo como una oportunidad para gestos de buena voluntad, para perdonar deudas o al menos reducirlas para el bien común, invitándonos a no olvidar “que somos sólo custodios y administradores, y no dueños” de los bienes que poseemos.
Consciente de la complejidad de la situación, Francisco nos invita también a desarrollar «una nueva arquitectura financiera internacional, audaz y creativa […] un mecanismo multinacional, basado en la solidaridad y la armonía entre los pueblos, que tenga en cuenta la importancia global del problema» y sus implicaciones económicas, financieras y sociales”. Por tanto, “no sería suficiente cualquier préstamo, sino uno que implique una responsabilidad compartida entre quienes lo reciben y quienes lo conceden”. El beneficio que esto puede aportar a una empresa depende de sus condiciones, de cómo se utilice y de los ámbitos en los que se resuelvan las crisis de deuda que puedan surgir.”
Con esta afirmación el Papa recuerda implícitamente dos aspectos nunca abordados adecuadamente en la larga historia de la deuda de los países en desarrollo: el de la eficacia y la sostenibilidad de las amnistías de la deuda y de la financiación concedida hasta ahora por las instituciones financieras internacionales (en particular el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) y el de la responsabilidad en la gestión del financiamiento recibido por los gobiernos de los países deudores, ambos atribuibles al tema de la conducta moral de los distintos responsables de la gestión de la deuda.
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(Salutati L.)