(del Blog de la Academia Alfonsiana)
Las tres palabras hebreas de las que deriva la palabra “jubileo” – jobel (ram), jobil (recordación) y jobal (remisión) – nos llaman a escuchar el sonido de la trompeta, a estar vigilantes y a convertirnos.
La conexión entre el Jubileo y la tradición bíblica, particularmente el toque del cuerno asociado con el sacrificio de Isaac, resalta la importancia de la fe y la liberación. La apertura de la Puerta Santa no es un mero acto ritual, es un acto que marca el inicio de un período de gracia y reconciliación. La referencia al sacrificio de Isaac y al cordero que lo reemplaza como símbolo de Jesucristo, el Cordero de Dios, subraya la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
¡Suenen las trompetas! Cuando hay un sonido, no podemos dejar de recordar la importancia de escuchar. Escuchar no se limita a recibir ondas sonoras a través de los oídos; nuestro cuerpo interactúa con el sonido, creando una resonancia que involucra emociones, estados de ánimo, memoria, afectos, sentimientos, etc. La relación entre el sonido y la escucha es multidimensional e involucra aspectos físicos, psicológicos y sociales. Escuchar es un acto relacional que genera momentos de euforia, incertidumbre y anticipación. En este Año Jubilar que nos llama a vivir la esperanza, podemos preguntarnos: «¿He escuchado el llamado de la Trompeta Jubilar de la Esperanza? ¿De qué quiero liberarme? ¿Cómo experimentaré esperanza aquí donde estoy? ¿Qué esperanzas me han decepcionado?
Spes non confundit, como peregrinos de la esperanza estamos llamados a ser profetas, que aguarden con esperanza en el tiempo de oscuridad, de incertidumbre, de la noche, el futuro de un mundo más humano, más fraterno, más amoroso. En este jubileo podemos buscar la remisión de nuestros pecados, pero también podemos proclamar el año de gracia y la posibilidad de volver a empezar a quienes ya no esperan, anunciándoles que llegará el día, no sabemos cuándo, pero llegará.
En el libro de Isaías encontramos esta pregunta: «Centinela, ¿cuánto queda de la noche? Centinela, ¿cuánto queda de noche? El centinela responde: «Llega la mañana, luego también la noche; si quieres preguntar, preguntar, convertirte, ¡ven! (Is. 21,11-12). Hay por tanto, un antes y un después, un momento de espera, un momento donde sentimos que la oscuridad de la noche es infinita y que el día no llega. Y aquí, al llegar a este Año Santo, un momento de gracia extraordinaria, la voz, el sonido de la trompeta que anuncia en esta oscuridad, la presencia de la luz y de la esperanza que estamos llamados a encender, personalmente y como comunidad. Es un llamado que, además de interrogarnos, espera respuesta; Llegará el día, llegará la justicia, la paz, el amor, debemos seguir pidiendo, y volver a pedir, a través de la conversión: “Conviértanse, vengan”.
¿Adónde iremos? ¿A quién acudiremos? ¿Quién puede darnos esperanza? Con Simón Pedro respondemos: donde Jesús iremos, “Tú tienes palabras de vida eterna, hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6,68-69).
Amélia Vasco Manjate, estudiante de doctorado
Pontificio Instituto Academia Alfonsiana