El Superior General, P. Rogério Gomes CSsR, compartió su mensaje en el contexto del Año de la Misión con los misioneros itinerantes, hermanas y laicos asociados durante la reunión en línea del 19 de marzo. El tema de reflexión es: “El Señor que nos envía como misioneros y peregrinos de esperanza en un mundo herido”. A continuación el texto completo.
El Señor que nos envía como misioneros y peregrinos de esperanza en un mundo herido
Queridos Cohermanos Misioneros Itinerantes, las Hermanas que participan de las misiones populares y también los Laicos Asociados a la nuestra misión,
- Es una alegría para nosotros, como Consejo General, encontrarnos con ustedes en este momento tan especial. Sé que quizás la fecha no ayude mucho, ya que estamos en Cuaresma y muchos equipos misioneros están inmersos en celebraciones, retiros y confesiones. Sin embargo, he querido celebrar este encuentro con los misioneros itinerantes en este año en el que, como Congregación, estamos reflexionando sobre la misión con el tema: “El Señor que nos envía como misioneros y peregrinos de esperanza en un mundo herido”. Esta ocasión nos permite expresar nuestra gratitud y reconocimiento por el trabajo que realizan con el Pueblo de Dios, llevando el mensaje del Evangelio a los más diversos lugares del mundo a través de las misiones populares. Es también un estímulo, desde el Gobierno General, para que ustedes continúen con celo y ardor misionero en este campo de nuestro apostolado, que, por diversas razones, se ha debilitado en los últimos tiempos. Que este encuentro sea también un momento de renovación de la llamada misionera, de fortalecimiento del compromiso evangélico y de comunión fraterna entre todos nosotros como gran cuerpo misionero. La presencia de las misiones populares recuerda a todos los miembros profesos y a los laicos que la Congregación es, por naturaleza, misionera e itinerante.
- En los últimos tiempos, la misión popular ha perdido impulso, y podemos identificar algunas causas desde mi perspectiva. Una de ellas es el modelo eclesial de una Iglesia centrada en las parroquias. Hoy, por ejemplo, el 47% del apostolado de la Congregación se desarrolla en parroquias, 17% en las misiones populares y 17% en los santuarios. También influyen los cambios socioculturales y la secularización, que han reducido el interés por la fe y la participación comunitaria. Además, ha surgido una nueva forma de entender la fe y la participación, en la que muchas personas consideran que no es necesario un vínculo presencial con la comunidad, sino que puede ser virtual. Otros factores incluyen la disminución de las vocaciones, la falta de perseverancia y el envejecimiento de la Congregación. A esto se suman el alto coste económico de la misión, los desafíos derivados de la urbanización en los grandes centros y periferias, y la falta de renovación metodológica mediante nuevos lenguajes, enfoques más interactivos y una mayor implicación de las nuevas generaciones. Asimismo, la falta de credibilidad de la Iglesia debido a los abusos, el escaso interés por la misión popular dentro de la Congregación y el miedo al otro son obstáculos importantes. Todos estos elementos deben llevarnos a una profunda reflexión para repensar la misión en el futuro.
- Es cierto que el mundo en que vivimos ya no es el de San Alfonso ni el de la época en que se fundaron nuestras (vice)provincias. Los cabreros de antaño han tomado otros nombres: los pobres, las víctimas de la desigualdad social, los migrantes, las personas atrapadas en redes de trata, los nones (personas sin afiliación religiosa ni creencia en Dios), los jóvenes adultos, los consumidores de drogas, las mujeres víctimas de feminicidio, entre otros. Hoy, las misiones ya no se encuentran en el campo o en pequeñas ciudades, sino en las periferias urbanas o en grandes conglomerados de edificios modernos. Allí habitan personas que pueden tener un trasfondo religioso, pero que prefieren vivir su fe de manera privada, sin ser molestadas. Esta realidad exige que los misioneros cambien no solo de mentalidad, sino también de método.
- La pregunta es: ¿cómo llegar hoy al corazón de las personas en un mundo con tantas propuestas seductoras? Existen contextos en los que la misión resulta extremadamente frustrante para el misionero, ya que, en nuestro imaginario colectivo como Congregación, nos han inculcado la idea de una misión dirigida a las masas. Sin embargo, en el contexto actual, la misión es la del pequeño rebaño. Creo que son alentadoras las palabras de Evangelii Gaudium (n. 279), que afirman: “A veces nos parece que nuestra tarea no ha logrado ningún resultado, pero la misión no es un negocio ni un proyecto empresarial. Tampoco es una organización humanitaria ni un espectáculo para contar cuánta gente asistió gracias a nuestra propaganda. Es algo mucho más profundo, que escapa a toda medida. Quizás el Señor toma nuestra entrega para derramar bendiciones en otro lugar del mundo donde nosotros nunca iremos. El Espíritu Santo obra como quiere, cuando quiere y donde quiere; nosotros nos entregamos, pero sin pretender ver resultados llamativos. Solo sabemos que nuestra entrega es necesaria”. Estas palabras no nos eximen de la responsabilidad de buscar nuevos métodos que nos ayuden a evangelizar ni nos permiten caer en la comodidad de pensar que no hay nada más por hacer.
- La misión redentorista no puede olvidar dos textos fundacionales: Lucas 4,16-18 y Salmo 130 (129), 7-8. Estos pasajes son fundamentales para la misión redentorista, ya que expresan el corazón de su carisma: anunciar la abundante redención en Cristo. En ellos se revela la centralidad de la misericordia divina y el compromiso con la liberación de los más necesitados, elementos esenciales del carisma misionero redentorista. Estamos llamados a ser una presencia viva del amor de Dios, proclamando la Buena Nueva de la salvación a todos, especialmente a los pobres y marginados. Estamos convencidos de que Dios nunca abandona a su pueblo y de que su misericordia es inagotable. La expresión Copiosa Redemptio, tan querida por san Alfonso de Ligorio, traduce la certeza de que la gracia divina es abundante y siempre accesible a quienes la necesitan. Este es el fundamento de la misión redentorista: proclamar que Dios es un Padre amoroso, siempre dispuesto a acoger, perdonar y transformar vidas. A lo largo de la historia, desde la fundación de la Congregación con las capillas vespertinas y las misiones a los cabreros, los Misioneros Redentoristas han vivido esta llamada a través de las misiones populares y la predicación explícita de la Palabra de Dios, siempre con la certeza de que la redención de Cristo es abundante y accesible a todos.
- El Papa Francisco, en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (n. 264), afirma: “La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más.” La evangelización nace del encuentro personal con Jesús y del amor que experimentamos en Él. Cuando tomamos conciencia de que hemos sido salvados por Él, nuestros corazones se llenan de gratitud y amor, lo que nos impulsa a proclamar la Buena Nueva con alegría, entusiasmo, autenticidad y pasión. El Papa también señala: “la misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo […]. Jesús mismo es el modelo de esta opción evangelizadora que nos introduce en el corazón del pueblo” (EG 268-269). Así, la misión popular es una expresión profunda de la presencia viva de Cristo a través de una Iglesia itinerante, cercana a la gente, especialmente a quienes más lo necesitan: los pobres, los marginados y los olvidados de la sociedad. A través del anuncio de la Palabra – como fruto de su encuentro con el Redentor –, de su testimonio de vida y de su servicio fraterno, ustedes se convierten en signos concretos de la abundante redención. En este sentido, la misión popular brilla como un faro de esperanza para los desanimados y para quienes han perdido sus perspectivas. La llamada del XXVI Capítulo General a ser misioneros de la esperanza tras las huellas del Redentor es elocuente.
- En Evangelii Gaudium (n. 273), el Papa Francisco afirma: “La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar.” Este pasaje refleja profundamente la vocación misionera como algo esencial e inalienable en la vida de quien se siente llamado a llevar esperanza y transformación a un mundo herido. No se trata de una opción ocasional o de una actividad temporal, sino de una identidad que define la propia existencia. Por eso, es posible decir con certeza: “Soy misión, soy misionero”. La misión está tan profundamente impregnada en el misionero que ignorarla sería negar su propia esencia. Ser misionero es ser luz del mundo, promover la salvación integral de la persona y su verdadera libertad.
- En este año en el que estamos llamados a reflexionar más profundamente sobre la misión, quiero expresar mi sincero agradecimiento al Secretariado para la Evangelización y a todas sus comisiones. Con dedicación y compromiso, han trabajado incansablemente para poner en práctica las decisiones – especialmente las de los Capítulos Generales –, siempre en sintonía con el Magisterio del Papa Francisco, con el proceso de reestructuración y reconfiguración, y con los desafíos pastorales de nuestro tiempo. Este camino sinodal y el proceso de reestructuración para la misión nos invitan a mirar más de cerca las misiones populares, redescubriendo su relevancia en el mundo de hoy. Tenemos el reto de adaptar nuestros métodos, lenguajes y estrategias para que la Buena Nueva del Evangelio siga llegando a los más pobres y abandonados, según el carisma redentorista. La inspiración del Papa Francisco nos anima a ser una Iglesia en salida, que no teme llegar a las periferias existenciales y geográficas, haciendo de la evangelización un espacio de acogida, diálogo y transformación profunda. Este esfuerzo no solo fortalece la identidad misionera de nuestra Congregación, sino que también nos impulsa a renovar constantemente nuestra forma de evangelizar.
- Queridos Cohermanos Misioneros Itinerantes, Hermanas y Laicos, ¡ánimo y perseverancia en su misión! Permanezcamos firmes y unidos, impulsados por el ardor apostólico y sostenidos por la gracia divina, siempre fieles a la llamada de anunciar la abundante redención. Continúen con dedicación y sean un testimonio vivo del Evangelio en medio del pueblo, llevando esperanza, consuelo y contribuyendo a la formación de la conciencia del Pueblo de Dios. Como Gobierno General, expresamos nuestra profunda gratitud a cada uno de ustedes por su generoso compromiso con la evangelización, por afrontar los desafíos de la misión con fe y entusiasmo, y por ser presencia viva del amor de Cristo dondequiera que estén.
- Que nuestra Madre del Perpetuo Socorro, Estrella de la Evangelización, siga iluminando sus caminos, protegiendo cada misión redentorista que emprendan. Que Ella interceda, juntamente con nuestros Santos, Mártires y Beatos, para que todos perseveren como verdaderos Misioneros de la gran Esperanza, que es el Redentor. Sigamos adelante, confiando en la gracia de Dios y en la fuerza del Espíritu Santo. Amén.
P. Rogério Gomes, C.Ss.R
Superior General
Roma, 19 de marzo de 2025 Solemnidad de San José
Texto original: español