Las monjas nos recuerdan siempre que mantengamos la mirada fija en el Redentor

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Carta del P. Rogério Gomes con motivo de la memoria de la Beata María Celeste Crostarosa

El Padre Rogério Gomes CSsR, Superior General, ha escrito una carta a la Familia Redentorista, que el 11 de septiembre celebra la memoria de la Beata María Celeste Crostarosa (1696-1755), fundadora de las Monjas Redentoristas.

El Padre General escribe que la Beata María Celeste vivió una espiritualidad que busca experimentar la comunión con Cristo de una manera tan íntima y transformadora que la vida de los fieles se convierta en prueba viva del amor redentor de Dios. Es una espiritualidad de profunda contemplación, caracterizada siempre por. la tensión por irradiar significativamente el amor redentor de Cristo, siempre presente y activo en el mundo.

Con motivo de la memoria litúrgica de la Fundadora de las Religiosas Redentoristas, el padre Rogério Gomes hace también un llamamiento a sus cohermanos para que den a conocer la vocación a la vida contemplativa, especialmente en la Orden del Santísimo Redentor. Subraya que la vida contemplativa de las monjas ilumina y sostiene espiritualmente el dinamismo de la Congregación en sus diversas obras apostólicas. A través de la contemplación, las Monjas nos recuerdan siempre mantener la mirada fija en el Redentor, razón de nuestra vida y a quien nos consagramos para su misión.


Roma, 11 de septiembre de 2024
Memoria de la Beata Celeste Crostarosa

“Misioneros de la esperanza tras las huellas del Redentor”
Año dedicado a la Formación para la Misión
El Señor que nos instruye para reavivar el don de Dios que habita en nosotros
Const. 77-90, EG. 050-085; Mt. 10,5-15, Lc. 9,1-6, 2 Tm. 1,6

Queridos Cohermanos, Formandos, Laicos Asociados a nuestra misión y Familia Redentorista, y en esta ocasión especial, a todas las Hermanas de la Orden del Santísimo Redentor:

  1. Giulia Marcella Santa Crostarosa nació el 31 de octubre de 1696 en Nápoles. Ingresó en el convento teresiano de Santa María de los Siete Dolores en Marigliano en la primavera de 1718 y profesó como religiosa carmelita el 21 de septiembre de 1719. En octubre de 1723, el convento fue cerrado y, en enero de 1724, ingresó en el monasterio visitandino de la Santísima Concepción de Scala, Salerno. A los pocos días, comenzó su noviciado, tomando el nombre de Sor María Celeste del Santo Desierto. El 28 de diciembre de 1726 renovó sus votos como religiosa visitandina. Cuando aún era novicia, el 25 de abril de 1725, después de la celebración de la Eucaristía, comenzó a tener la intuición de fundar un nuevo instituto. Animada por su confesor y por la maestra de novicias, escribió la regla, cuyo centro es la comunidad como viva memoria del amor del Redentor. En 1730 conoció a San Alfonso y, gracias a su ayuda, el 13 de mayo de 1731 nació la Orden del Santísimo Salvador, cuyas reglas fueron aprobadas por el Papa Benedicto XIV el 8 de junio de 1750, cambiando su nombre por el de Orden del Santísimo Redentor. El 14 de septiembre de 1755, murió en Foggia, reconocida por el pueblo como la Santa Priora.
  2. La historia de Celeste es compleja, y su vida no fue fácil. Particularmente difíciles fueron los momentos de tensión vividos con monseñor Falcoia debido a su defensa de la intuición original en la definición de las reglas de la comunidad, lo que la obligó a abandonar Scala. No obstante, la amistad y la comunión fraterna con San Alfonso y los demás redentoristas, incluyendo a San Gerardo, permanecieron intactas. Con profunda fe en Dios y perseverancia, pudo llevar a cabo su proyecto original en Foggia. Su hagiografía, en el sitio web del Dicasterio para las Causas de los Santos, dice: “La Sierva de Dios, desde su juventud, experimentó con intensidad la llamada a la santidad y al matrimonio místico con Cristo, el esposo exigente, y siempre buscó una radicalidad en la consagración religiosa, proponiendo una reforma que concebía la vida de las monjas como una imitación perfecta de la vida de Cristo y la comunidad religiosa como una memoria viva de su amor redentor por todos. La Eucaristía, el corazón traspasado del Salvador y la devoción a la Virgen María constituyeron el centro permanente de su espiritualidad. Inmersa en la oración y en la contemplación del misterio de Jesús Redentor, Sor María Celeste enfrentó con firmeza no sólo la lucha espiritual diaria por alcanzar la perfección, sino también una serie de obstáculos e incomprensiones que encontró en su camino”.[1]
  3. Uno de los conceptos más apreciados por la Madre Celeste es el de una comunidad que sea una viva memoria del amor del Padre en Cristo. Es por esta razón que, las hermanas deben dejarse transformar por el Espíritu en un retrato vivo del Redentor. Esta experiencia profunda y esta comunión íntima, vividas a nivel personal, permiten a la comunidad ser un testimonio radiante de esperanza para toda la Iglesia, especialmente para quienes más lo necesitan. La espiritualidad de Madre Celeste busca vivir la comunión con Cristo de una manera tan íntima y transformadora que la vida de los fieles se convierta en una prueba viva del amor redentor de Dios. Es una espiritualidad de profunda contemplación, caracterizada por el constante deseo de irradiar de manera significativa el amor redentor de Cristo, siempre presente y activo en el mundo.
  4. Según Hildegarda Magdalena Pleva: “La viva memoria es un proceso dinámico y constante por el cual uno es cambiado interiormente, gradualmente despojado del falso yo hasta revelar el Cristo que habita dentro. De acuerdo con la intención de Dios Padre, este es el Jesús en cuya vida estamos tratando de participar por virtud de su encarnación como ser humano. La gradual revelación de la vida dinámica de Jesús entre las almas hace presente en nuestro mundo y tiempo la persona y la obra de Jesucristo. Según María Celeste, el constante y dinámico proceso espiritual personal de transformación es realizado por el poder del Espíritu Santo en un ambiente nacido de la virtud y la disponibilidad para Dios en tiempos de silencio y soledad” (Cf. PLEVA, S.M. “Viva Memoria”. En: WALES, Sean, BILLY, Dennis. Dicionário de Espiritualidade Reemptorista. Goiânia: Scala, 2012, p. 301).
  5. Desde los primeros siglos, la Iglesia ha reconocido el valor de la vida contemplativa, caracterizada por la búsqueda de la unión íntima con Dios a través de la meditación constante y la vida litúrgica centrada en la Eucaristía, los sacramentos y la Lectio Divina; así como por el ascetismo, la vida de clausura y comunitaria, el silencio, la soledad, la sencillez y la austeridad de vida, el trabajo, la caridad, el estudio constante, la lectura espiritual y el autoconocimiento. Como nos recuerda el Papa Francisco en la Constitución Apostólica Vultum Dei Quaerere, sobre la vida contemplativa femenina, “la vida contemplativa ha estado siempre viva en la Iglesia, alternándose periodos de gran vigor con otros de decadencia; y esto gracias a la presencia constante del Señor junto con la capacidad típica de la Iglesia misma de renovarse y adaptarse a los cambios de la sociedad. Ha mantenido siempre viva la búsqueda del rostro de Dios y el amor incondicional a Cristo, como su elemento específico y característico” (n. 9). Por lo tanto, debemos reconocer la importancia de la Orden dentro de la Iglesia, particularmente para la Congregación del Santísimo Redentor, ya que ambas instituciones tienen la misma fuente carismática: el Redentor.
  6. En muchos lugares, la Orden está atravesando un momento difícil debido al envejecimiento de las monjas y a la falta de vocaciones. Al igual que otras congregaciones y monasterios, la Orden también está viviendo un proceso de reestructuración a través de las federaciones. Hago un llamado a todos los cohermanos y a los secretariados para la promoción de las vocaciones, para que den a conocer la vocación a la vida contemplativa, especialmente en la Orden del Santísimo Redentor. La vida contemplativa de las hermanas ilumina y sostiene espiritualmente el dinamismo de la Congregación en sus diversas obras apostólicas. Por medio, de la contemplación, las hermanas nos recuerdan siempre que debemos mantener la mirada fija en el Redentor, razón de nuestra vida y a quien nos consagramos para su misión. En muchos lugares, los cohermanos asisten a los monasterios, ayudando en la celebración de la Eucaristía, las confesiones, el acompañamiento espiritual y la formación. Agradezco a estos cohermanos por prestar este servicio a la Orden. Aunque haya dificultades, animo a las hermanas a dar a conocer su misión, su espiritualidad y su estilo de vida a través de los diversos medios de comunicación, especialmente las redes sociales, sin perder la dimensión profunda de la contemplación. No deben desanimarse, ni siquiera en aquellas situaciones en las que la vida comunitaria es difícil, el número de hermanas no es suficiente para el trabajo diario y las vocaciones son escasas. Debemos escuchar la petición del Redentor y, en obediencia a su Palabra, echar las redes en las aguas más profundas de este mundo, sin temer al futuro ni a las convulsiones de nuestra historia (cf. Lc 5, 4).
  7. Que María, Madre del Perpetuo Socorro, San Alfonso y la Beata María Celeste Crostarosa protejan a la Orden, susciten nuevas vocaciones a la vida contemplativa, y den aliento y perseverancia a todas las hermanas que dedican su vida a ser un memorial vivo del Redentor en este mundo.

Fraternalmente en Cristo Redentor,

P. Rogério Gomes, C.Ss.R.
Superior General

Original: italiano


[1] Cf. https://www.causesanti.va/it/santi-e-beati/maria-celeste-crostarosa.html.