Un hermano redentorista está dejando su huella en el campo del fotoperiodismo en las Filipinas. El hermano Ciriaco (Jun) Santiago, CSsR, de 46 años, miembro de la Comunidad Redentorista Baclaran, después de llevar a cabo sus compromisos religiosos, pasa su tiempo en la documentación de la delincuencia y la violencia que interrumpe el país todas las noches, desde que el gobierno ha declarado la guerra contra las drogas.
“Hermano Jun es religioso y también un fotógrafo desde hace mucho tiempo, pertenece a dos instituciones influyentes en las Filipinas: la Iglesia y los medios de comunicación. Durante el día, se ocupa de los compromisos religiosos en una parroquia en Manila. Horas más tarde, va a los campos como uno de las docenas de “Nightcrawlers” para documentar la brutal guerra del presidente Rodrigo Duterte contra los drogados y los traficantes de drogas. Desde que Duterte asumió el cargo hace siete meses, más de 7.000 personas murieron en las operaciones autorizadas por la policía y asesinados también por vigilantes vinculados a la represión. Después de que los cuerpos han aparecido en las calles, ahora también están creciendo las denuncias en los hogares.
A través de su labor humanitaria y el fotoperiodismo, el hermano Jun ocupa una posición única en la lucha para documentar la guerra contra las drogas y ayudar a sus víctimas. Es un puente entre dos mundos, y su papel inusual muestra cómo el periodismo no tradicional puede servir al interés de la comunidad mientras se trabaja en conjunto con los medios de comunicación”.
Cuando el hermano Jun fotógrafa, no piensa en tomar fotos para un servicio y que sean publicadas en los medios de noticias tradicionales.
Dando mucha molestia a Duterte, los líderes católicos han empezado a hablar en contra de la guerra. Las salidas por la noche del hermano Jun han sido una parte importante de este esfuerzo. En diciembre, el hermano Jun fraguó la idea de mostrar las fotos de las escenas del crimen. Las fotos fueron publicadas en la entrada de la iglesia en Baclaran, 10 días antes de Navidad. Más de 100.000 personas las vieron y produjo una mezcla de apoyo y ganas de reaccionar.
Estas fotos que muestran escenas del crimen fueron, de hecho, una de las pocas veces en que demostró su modo de trabajar ante un público en general. La iglesia, que está archivando sus imágenes, las utiliza para evaluar los daños para la reconstrucción o el desarrollo de programas de asistencia.
Su primer contacto con la guerra contra las drogas ha involucrado a las familias de las víctimas, pues llegaron a la iglesia a pedir ayuda para gastos funerarios. Luego siguieron llegando. Él quería hacer algo más. Ya era un miembro del Centro de Fotoperiodismo de las Filipinas, e incluso conocía a varios fotógrafos. “Tengo que salir por la noche,” pensó. Su comunidad religiosa ha respaldado la idea. “Así fue que me uní a los Nightcrawlers.”
(tomado de Columbia Journalism Review)
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