Testigos del Redentor en un País Herido

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1999

(Caracas, Venezuela) – En medio de una triste realidad económica, social y política, los laicos redentoristas acompañados de los  seminaristas y 3 sacerdotes, P. Alirio Suarez, P. Miguel  Castro y el P. Aly Villegas, director de la misión, nos fuimos a evangelizar desde el domingo 19 de agosto hasta el  domingo 2 de septiembre en la localidad del  Junquito (a 50 km de Caracas), Parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes. El objetivo de la misión fue: Avivar y fortalecer nuestra fe en Jesucristo.

Durante las dos semanas se atendieron 10 comunidades. En la primera semana en cada comunidad se realizaron  visitas y bendición de los hogares, actividades con niños y jóvenes, los pregones misioneros. En la segunda semana se continuaron con las visitas y bendición de los hogares, compartiendo con las familias, atención a los enfermos, preparación de jóvenes y adultos para los sacramentos del bautismo y comunión, los encuentros diarios de las pequeñas comunidades parroquiales, se escogieron los respectivos anfitriones y animadores quedando 20 pequeñas comunidades parroquiales. Asimismo, las comunidades levantaron una hermosa cruz de la Santa Misión.

El sábado 1 de septiembre se llevó a cabo el encuentro con jóvenes y el  cierre de  las pequeñas comunidades parroquiales, las comunidades hicieron acto de presencia con mucho entusiasmo y alegría, llegaron con sus pancartas, pitos, globos, fue un encuentro muy dinámico y ameno. El domingo 2 de septiembre fue la clausura de la misión, la asistencia fue masiva, las comunidades quedaron muy comprometidas en continuar reuniéndose en las pequeñas comunidades parroquiales.

Esta experiencia misionera viene a ser un signo de esperanza en la tarea evangelizadora de los redentoristas en Venezuela, es posible construir el Reino de Dios desde lo que somos y tenemos, desde lo que damos y recibimos, como sucedió en esta misión a pesar que muchos factores eran adversos, entre ellas la parte económica, carestía de productos de primera necesidad;  expectativas, preocupación e incertidumbre  ante el nuevo  cono monetario, precisamente esa semana fue el cambio, sin embargo, esos factores no fueron obstáculos para que cada actividad misionera fuera un espacio de compartir esperanzas, en medio de esas realidades difíciles.

Algo muy notorio fue que las comunidades se mostraron  muy generosas y solidarias con nosotros, a pesar de la situación económica ningún misionero dejó de comer, pues ellos compartieron  lo que tenían con nosotros, se desbordaron en generosidad, tal como lo mencionó una de las líderes de la comunidad  “los misioneros redentoristas lograron lo que tanto habíamos anhelado, organizarnos para colaborar desinteresadamente con todo lo relacionado a la misión”.

Es de resaltar que la misión nos brindó la oportunidad de entrelazar relaciones humanizadoras, el habernos desprendido de nuestro entorno y dejarnos rodear por la comunidad que nos acogió durante 15 días, el insertarnos, el ser uno más de la comunidad fue una experiencia única, yo iba  solo por 8 días y me quedé los 15 días, me sentí tan identificada con la misión que opté por quedarme.

Doy gracias a Dios por las bondades que hace con su pueblo, en especial por esta hermosa comunidad del Junquito, la semilla se sembró en tierra buena, esperamos que la sigan cultivando siempre para que den buenos frutos.

Como laicos redentoristas venezolanos nos corresponde un trabajo arduo desde afuera y no dentro de la iglesia, llevar esperanza en medio de la desesperanza, de la  apatía y de la indiferencia ante el dolor ajeno, es hora del accionar, de soltar las amarras  sin miedo y poner a navegar nuestro testimonio y todo aquello que hemos aprendido, para poder  ser Testigos del Redentor en un país Herido, no solo de palabras, sino, con hechos.

Sinay Lourdes Tovar

Viceprovincia de Caracas