(Kamëz, Albania) – Hace muchos años que paso el Triduo Pascual en una Pascua juvenil, el año pasado tuve la suerte de vivir toda la Semana Santa en un monasterio cisterciense en Cóbreces, Santander. Este año me toca pasarla en Albania.
Albania es un país donde los católicos somos minoría. Sin embargo, es también un país donde se respetan todos los credos, y, sin que ninguno sea el oficial del Estado, todos tienen sus días más importantes señalados como fiestas civiles. De esta manera, aunque el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Sábado de Gloria son días normales y lectivos para los estudiantes; el Lunes de Pascua sí que es festivo, al igual que el lunes siguiente, cuando los Ortodoxos celebran la Pascua.
El Domingo de Ramos, por primera vez desde que comenzó la misión redentorista en este país, hicimos la bendición de los Ramos en la Plaza de Kamëz, justo en frente de la iglesia; esta es una plaza recién acabada después de pasar más de 8 meses de obra, de hecho, aún no ha sido oficialmente inaugurada. Pero es también una plaza donde muchas personas se reúnen a pasar el rato y jugar al dominó, puesto que no hay otros muchos lugares para ello en el resto de Kamëz. Además, aprovechamos la ocasión para invitar al Nuncio Apostólico: Su Excia. Revma. Charles Brown a celebrar la Eucaristía del Domingo de Ramos.
Me llamó mucho la atención cómo, mientras comenzábamos con la bendición de los ramos y leíamos el evangelio de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, al lado, un nutrido grupo de hombres que jugaban al dominó se gritaban, sin darse cuenta de que allí estábamos celebrando un acto de culto público. Más de una vez alguno de los feligreses se acerco a pedirles un poco de silencio. Me hizo pensar que así debió ser para Jesús, atendido y escuchado por algunos, pero ignorado por una gran mayoría de los habitantes de la Jerusalén terrenal.
El resto de la semana ha sufrido del mismo mal que el Domingo de Ramos, la Semana Santa no es relevante, no hay procesiones por las calles, no hay vacaciones, tampoco se ven capirotes, las calles no huelen a incienso. Es una semana más. Por eso hay que hacer un esfuerzo extra para entrar en la dinámica propia de la Semana Santa. El Jueves Santo, al acabar el día, el P. Laureano y un servidor acompañamos a las monjas de clausura Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, en el remanso espiritual que es su monasterio de Arrameras, en un rato de adoración Eucarística para hacernos conscientes de que estamos recordando los momentos más importantes de la vida de Jesucristo.
H. Álvaro Ortiz C.Ss.R
Misión de Albania