15 de noviembre de 2009
Prot. N° 0000 205/2009
A los Miembros y Colaboradores de la Congregación del Santísimo Redentor:
Queridos Cohermanos, Hermanas, y Laicos Redentoristas,
El XXIV Capítulo General acaba de clausurarse en Roma. Quiero saludarles y agradecerles sus oraciones, su apoyo, sus mensajes y su profundo interés en el desarrollo de este importante acontecimiento en la vida de nuestra Congregación. Quiero también compartir brevemente con ustedes lo que hemos hecho. En los próximos meses recibirán una comunicación más completa sobre el Capítulo General, juntamente con las decisiones que hemos tomado para renovar nuestra Vita apostolica y nuestra misión para con los abandonados y los pobres.
En las cuatro últimas semanas hemos logrado mucho. Examinamos cuidadosamente nuestra presencia actual en el mundo. Este análisis fue facilitado en gran medida por los Informes regionales, por el Informe del P. Joseph Tobin, Superior General, por los informes económicos, y la presencia y participación de dos asociadas laicas (Anne Walsh y Ageeth Potma). Luego, trabajamos con el Instrumentum laboris, cuyo texto es el resultado de seis años de estudio y reflexión. Y tomamos decisiones.
Hemos aprobado los principios que orientarán el discernimiento continuo y la implementación de nuestra reestructuración para la misión. Estos principios son importantes en este proceso para toda la Congregación, pero lo son también para cada Unidad, para cada comunidad local, para cada cohermano y cada colaborador, en este momento en que el Espíritu de Jesús y el clamor de los pobres nos llaman a la conversión y a la “reestructuración” de nuestras vidas.
Hemos decidido reestructurar la Congregación en cinco Conferencias. El miércoles, 11 de noviembre, estas cinco Conferencias se reunieron por primera vez como tales. ¡Uno de los intercambios más conmovedores del Capítulo tuvo lugar cuando los coordinadores de cada reunión de las Conferencias compartieron su experiencia en el plenario! Era claro que el Espíritu Santo estaba entre nosotros cuando vimos la generosidad y la esperanza, la emoción y el entusiasmo, y cuando escuchamos los desafíos y las oportunidades que se compartieron en esas reuniones. Estamos dando a luz algo nuevo, y aunque este parto será doloroso, también producirá mucho gozo.
Nos entusiasmamos con las nuevas oportunidades que, en el plano internacional, puede ofrecer una Red congregacional que responda a las necesidades reales de los abandonados, de los pobres, en un mundo globalizado. Celebramos los maravillosos recursos con los que nos ha bendecido Dios, conscientes de que “¡a quien mucho se le da, mucho se le exigirá!”.
Para que toda la Congregación participe más efectivamente en los trabajos y servicios de los Capítulos Generales, hemos optado por un nuevo proceso que realiza el Capítulo General en tres fases: una reunión de la Asamblea de la Conferencia para iniciar el proceso, el estudio y la preparación; la fase canónica del Capítulo para elegir, tomar decisiones y animar; y finalmente otra reunión de la Asamblea de la Conferencia para comunicar, implementar y evaluar.
Además, hemos decidido establecer una Comisión de Asuntos Económicos que examine seriamente nuestros recursos actuales y nuestra situación financiera de forma que podamos tomar decisiones sensatas que apunten al bien de la misión. Es un paso enorme, y nos comprometemos a ser transparentes y a rendir cuentas para crecer en solidaridad mutua. El compromiso de ser transparentes y rendir cuentas, en vez de ser una obligación ante los Superiores, es más bien un compromiso de reciprocidad. Igual que en el proceso de la reestructuración, pienso que llegaremos a realizar las consecuencias de este compromiso sólo cuando nos hayamos comprometido con el proceso.
Reafirmamos nuestro compromiso de ofrecer la mejor formación a los Misioneros Redentoristas, en las etapas iniciales y en el proceso continuo de conversión y crecimiento al que todos somos invitados y llamados. Reconocemos la importancia que tienen la Academia Alfonsiana y la teología moral, como trabajos apostólicos importantes y como formación pastoral para la Congregación.
Una vez más, hemos afirmado claramente que la Conferencia de África y Madagascar es una prioridad para toda la Congregación. Al Consejo General se le ha encomendado que ayude a desarrollar estructuras que contribuyan al crecimiento de esta Conferencia y sus respectivas Unidades. Decidimos también crear un Fondo especial para África a fin de responder a los desafíos propios de esta Conferencia.
Entre otras decisiones prácticas, el Capítulo también decidió hacer modificaciones a los Estatutos Generales estableciendo que los Superiores Provinciales, Viceprovinciales, Regionales y locales sean elegidos para un período de cuatro años. Esto comenzará a aplicarse con las elecciones y nombramientos de 2011. Esperamos que este cambio proporcione una mayor estabilidad; la cual, a su vez, impulsará nuestra misión en el mundo.
En esta breve carta me es imposible comunicar convenientemente todo cuanto sucedió. He querido trasmitirles sólo una muestra de lo que hemos experimentado. ¡Imagínense la alegría que sentimos con la histórica elección de un Hermano por primera vez para el Consejo General! Un ambiente de cooperación, de oración, de diálogo y de conversión caracterizó nuestras reuniones plenarias y de pequeños grupos, nuestro tiempo de oración y nuestras comidas. ¡Hubo momentos en que este ambiente se desbordó de incontenible y espontánea alegría en los gaudeamus! También experimentamos momentos de tensión y conflicto, de sacrificio y sufrimiento, de discusiones, esfuerzos y acuerdos. Un Capítulo General es un trabajo duro. En medio de todo esto, se tuvo un sentido extraordinario de la presencia de Dios, de la acción del Espíritu, y de la ayuda de Jesús y de Alfonso. La experiencia del Capítulo General fue una auténtica vivencia de nuestra Vida Apostólica. Los miembros del Capítulo vivieron una extraordinaria experiencia de la comunidad apostólica.
Una nota personal: quiero agradecerles sus oraciones, su apoyo e interés.
Tan pronto como terminemos la redacción final de los textos del Capítulo, enviaremos a todas las Provincias las versiones oficiales de los mismos. Entretanto, vayamos adelante con esperanza y valentía. ¡Que Nuestra Madre del Perpetuo Socorro continúe acompañándonos como nuestra Colaboradora en la misión de su Hijo, Cristo el Redentor!
En el Redentor,
Michael Brehl, C.Ss.R.
Superior General
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