San Alfonso nace en Marianella, cerca de Nápoles, el 27 de septiembre de 1696. Primogénito de una familia más bien grande, perteneciente a la nobleza napolitana, rrecibe una sólida formación, estudia lenguas clásicas y modernas, pintura y música. Compone un Dueto sobre la Pasión, una canción navideña, todavía hoy famosa en toda Italia: “Tu scendi dalle stelle”, y otros numerosos cantos. Terminados sus estudios universitarios obtiene el doctorado en ambos derechos y comienza a ejercer en el campo del derecho.
En 1723, tras un largo camino de discernimiento, abandona la carrera del derecho y, a pesar de la fuerte oposición del padre, se hace seminarista. Se ordena sacerdote el 21 de diciembre de 1726 cuando contaba 30 años. Los primeros años de su sacerdocio los vive con la gente sin techo y entre la juventud marginada de Nápoles. Funda las “Capillas del atardecer”, compuesta y organizada por los propios jóvenes. Estas capillas son lugares de oración, de comunidad, de escucha de la Palabra de Dios, de actividades sociales y de formación. A su muerte, serían ya 72 las capillas activas con más de 10.000 miembros.
En 1729, Alfonso deja su casa natal y se establece en el Colegio de los Chinos, de Nápoles. Allí se inicia su experiencia misionera en el interior del Reino de Nápoles donde encuentra gente aún mucho más pobre y abandonada que todos aquellos niños que deambulaban sin rumbo fijo por las calles de Nápoles.
El 9 de noviembre de 1732, Alfonso funda la Congregación del Santísimo Redentor, popularmente conocida como “Los Redentoristas”, a fin de seguir el ejemplo de Jesucristo y anunciar la Buena Nueva a los pobres y a los más abandonados. A partir de entonces se dedicaría enteramente a esta nueva misión.
Alfonso es amante de la belleza: músico, pintor, poeta y escritor. Pone toda su creatividad artística y literaria al servicio de la misión, cosa que exige a cuantos se incorporan a la Congregación. Escribe 111 obras sobre espiritualidad y teología. Las 21.500 ediciones y traducciones de sus obras a 72 lenguas distintas demuestran ampliamente que san Alfonso está entre los autores más leídos. Entre sus obras más conocidas, mencionamos: Sobre el gran medio de la oración, Práctica del amor a Jesucristo, Las Glorias de María, Visitas al Santísimo Sacramento. La oración, el amor, su relación con Cristo y su experiencia en el campo de las necesidades pastorales de los fieles hacen de Alfonso uno de los más grandes maestros de la vida interior.
La mayor contribución que Alfonso presta a la Iglesia se hace, sin embargo, en el campo de la teología moral con su obra “Teología Moral”. Se trata de una obra nacida de la experiencia pastoral de Alfonso, de su capacidad de dar respuesta a las cuestiones prácticas presentadas por los fieles, y de su contacto diario con los problemas cotidianos de estas gentes. Se opone al estéril legalismo que ahogaba a la teología y rechaza el estricto rigorismo de la época, neto producto de una elite de poder. Según Alfonso, son caminos cerrados al evangelio porque “semejante rigor nunca fue enseñado ni practicado por la Iglesia”. Supo poner la reflexión teológica al servicio de la grandeza y de la dignidad de la persona humana, de la conciencia moral, de la misericordia evangélica.
En 1762, a la edad de 66 años, Alfonso fue consagrado obispo de Santa Ágata dei Goti a pesar de oponerse vivamente a su nombramiento por sentirse demasiado viejo y enfermo como para dedicarse adecuadamente a su diócesis. En 1775 se le acepta la renuncia y se retira a la comunidad redentorista de Pagani donde muere el 1 de agosto de 1787. Es canonizado en 1839, proclamado Doctor de la Iglesia en 1871 y declarado Patrón de Confesores y Moralistas en 1950.