A pesar de que la Viceprovincia de Luanda (Angola) tiene un número reducido de cohermanos y no tiene, por ahora, un equipo de misiones populares, ha comenzado a ofrecer, desde el año 2000, este recurso pastoral a las iglesias locales.
Cada año, los Redentoristas en Angola realizan una misión popular, en respuesta a las peticiones de las parroquias de diferentes partes de nuestro grande país (1.250.000 km2). La Secretaría de Evangelización y Espiritualidad coordina este sector: responde a las peticiones, hace los contactos preliminares sobre el terreno, y acompaña a la primera fase de la misión (mapeo de la realidad social y religiosa de la parroquia, la división del territorio en sectores e identifica los líderes en cada sector) – todo ello en estrecha colaboración con el párroco y las fuerzas vivas de la parroquia. A continuación, se da el segundo paso, muy importante en el proceso de la misión: un mes de oración y evangelización de casa en casa, en los sectores (cada sector comprende unas 30 familias), animados por los encargados en las zonas. Para la tercera fase, la de la predicación misionera (7 a 10 días), llegan los misioneros, sacerdotes y misioneros laicos redentoristas. A ellos se suman los sacerdotes de la parroquia local; desde hace varios años, un sacerdote secular de la diócesis de Huambo (donde es Arzobispo nuestro cohermano Mons. Queirós Alves) se incorpora al equipo misionero. Los hermanos redentoristas que participan, lo hacen en respuesta a una citación especial.
Del 4 al 11 de junio de 2017 tuvo lugar la tercera parte de la misión popular en la parroquia de la Santísima Trinidad, en la ciudad del puerto de Lobito (el puerto más importante del país), en la zona de Compão. La población de la zona es de 8.500 habitantes, de los cuales unos 7.400 son católicos. Los 53 sectores de la parroquia se han agrupado en nueve comunidades, cada una de las cuales ha vivido esta fase de intensa evangelización y celebración con la presencia de los misioneros. Hemos sido 10 Redentoristas, 4 sacerdotes seculares, 3 Oblatas del Santísimo Redentor (de ellas comenzó el empuje para esta misión parroquial), 3 monjas vicentinas y dos monjas de Sta Catarina de Siena (congregación nativa); las hermanas están comprometidas en la pastoral de la parroquia. Además, habían dos laicas consagradas vicentinas y dos laicas misioneras redentoristas.
Un momento especial de esta misión fue la procesión de las luces en la noche del viernes, de las 9 comunidades, que han llegado hasta el centro parroquial, una experiencia que normalmente conmueve mucho a las personas, justamente por la atmósfera que se crea; también hubo un sermón bastante fuerte (sobre el tema “Luz del Mundo”) y terminó con la consagración a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Otro momento emotivo fue la “procesión” de los botes, con la imagen de María, que tuvo lugar en una zona de mar en la mañana del sábado. Una parte de la población vive en el ámbito de la pesca y los pescadores que participaron se conmovieron mucho: era la primera vez que una actividad pastoral los involucraba directamente; se sentían particularmente bendecidos.
La Eucaristía de clausura de la misión, que terminó con la entrega de la cruz misionera el Domingo 11 (Solemnidad de la Santísima Trinidad, patrón de la parroquia), fue presidida por el obispo diocesano que ha celebrado la confirmación de 111 jóvenes y adultos. El sábado, el obispo había participado en la reunión de evaluación general de la misión, con los misioneros y los coordinadores de los sectores y de la comunidad (aproximadamente 120 personas).
P. Albino Segunda, el párroco, dijo que la misión: “Fue una experiencia nueva y comprometedora. Pero no ha sido complicada; era factible y atractiva. Ha traído un nuevo aliento que nos ha provocado más. Nos ha hecho salir hacia los “alejados”, y éstos se sentían desafiados. Fue una gran oportunidad para dar testimonio de la fe y de inspirar confianza en los demás. Los dos primeros pasos fueron esenciales para romper muros y barreras, para llegar a los demás. La tercera fase, de celebración, deja huella en los corazones y en las comunidades. Toda la misión ha significado que la gente se haya comprometido más en la vida de la Iglesia. La siguiente etapa – de la consolidación de la comunidad – se presenta como un gran desafío. Tenemos ahora que replantear algunas de las dinámicas y estructuras de la pastoral de jóvenes”.
(João Pedro Fernandes, CSSR)