El Superior General de la Congregación del Santísimo Redentor, padre Michael Brehl, C.Ss.R., ha enviado una carta a la Familia Redentorista en ocasión del Jubileo de los 300 años de haber encontrado la imagen de Nuestra Señora Aparecida.
Aquí la carta completa:
¡Saludos desde Nueva Jersey!
Quiero saludarlos con ocasión del Jubileo Tricentenario de haber encontrado la venerada imagen de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida. Unidos en Cristo, demos gracias al Padre, que por medio de su Espíritu dió al pueblo brasileño tan bondadosa patrona. Con espíritu filial, elevemos pues nuestro reconocimiento y nuestra acción de gracias por los 300 años de bendiciones del Señor sobre Brasil.
Mis compromisos con la tercera fase del XXV Capítulo General de nuestra Congregación no me permiten estar personalmente en estos días festivos. Sin embargo, quiero que sepan que estoy en comunión con todos los cohermanos de Brasil, pues es imposible negar la relevancia de la devoción a la Señora Aparecida en la historia y la misión de los misioneros redentoristas en el país.
Por eso, en este momento de júbilo, agradecemos al Señor que confió a nuestra Congregación la gracia y honor en ser conocidos como los misioneros de la Señora Aparecida. Sabemos que desde 1894 muchos de nuestros cohermanos se han dedicado a promover la devoción mariana por todo Brasil; tantos sacerdotes y hermanos que transmitieron al pueblo el propio amor que nutrían por la Virgen Aparecida. Recuerdo con emoción la figura del Siervo de Dios Vítor Coelho de Almeida, que fue ciertamente el apóstol de Aparecida. No me olvido de los cohermanos que tan diligentemente están trabajando actualmente en el Santuario Nacional y en los diversos medios de comunicación interconectados, en los equipos de misiones itinerantes y en otros frentes que promueven la devoción a la Virgen junto al pueblo de Dios. A nuestra labor también están asociados muchos laicos, hombres y mujeres de fe y buena voluntad, que auxilian a acoger y evangelizar a los devotos de la Madre Aparecida, principalmente en el Santuario.
A todos, quiero expresarles mis felicitaciones y desear perseverancia en el servicio por amor.
Quisiera alentarles a continuar tenaces en la misión con confianza en la maternal intercesión de Nuestra Señora Aparecida. Ella vino a nuestro encuentro por medio del signo de la pequeña imagen pescada en el Río Paraíba del Sur. Ella quiso encontrarse con los pequeños, con los pobres, con los esclavizados y marginados para que el pueblo brasileño se encontrara con Jesús, nuestro Redentor. La Virgen María promueve el encuentro con Cristo, porque ella es la Discípula Misionera por excelencia que nos enseña el camino del auténtico discipulado de Jesús.
Animados por su ejemplo y mediación, tenemos la conciencia de que nuestra misión es compartir el “encuentro con Cristo, testificarlo y anunciarlo de persona a persona, de comunidad a comunidad y de la Iglesia a todos los confines del mundo” Aparecida 145).
Es necesario, hermanos, que nuestra misión evangelizadora ofrezca al pueblo la posibilidad de un encuentro personal con Jesucristo, como la Madre Aparecida nos enseña, pues todo en ella se refiere y conduce a él.
En consecuencia, es necesario que el proceso de conversión personal y el cambio integral de nuestra vida puedan testimoniar que en él la redención es abundante, ya que está sucediendo en nuestra propia vida.
Además, el encuentro con la Madre Aparecida es profecía de Dios para todos nosotros, pues el Señor invierte completamente nuestras relaciones humanas, como ella dice en su cántico: “derribó del trono a los poderosos y elevó a los humildes; llenó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos de manos vacías “(Lc 1,52-53). Como genuinos hijos de San Alfonso, gran devoto de María, jamás olvidemos que la “tarea esencial de la evangelización, que incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral y la auténtica liberación cristiana” (DA 146).
Por último, les pido que ante el trono de la gloriosa Reina de Brasil recen por la Congregación del Santísimo Redentor, para que todos nosotros, misioneros redentoristas, seamos los fieles “colaboradores, compañeros y ministros de Jesucristo en la gran obra de la Redención” (Const 2). Y de donde esté por estos días, rezaré por ustedes, teniendo en el corazón este estribillo: “Salve en tu imagen, oh gran Reina, Madre del Redentor, Madre de Dios y mía. ¡Salve, María, Nuestra Señora, Aparecida, salve!”.
¡Buenas fiestas a todos! ¡Viva la Señora Aparecida!
Su hermano en el Redentor,
Michael Brehl, C.Ss.R.
Superior General