(Lima, Perú) – Del 21 al 24 de agosto, se ha llevado a cabo en Lima, Perú, el Primer Encuentro de escuelas y colegios redentoristas de América Latina y el Caribe. Con el tema “Hacia una pedagogía del carisma congregacional de nuestras escuelas y colegios redentoristas”, se ha logrado compartir experiencias en este momento de Restructuración de la Congregación para poder identificar los desafíos que tenemos, buscar nuevas metodologías y proponer nuevos caminos pedagógicos y evangelizadores para llegar hasta los jóvenes.
Aquí de seguido la presentación del Encuentro, en el escrito de P. Guillermo Ramírez Livia CSsR puede ilustrar más sobre los detalles del encuentro. Más abajo: las palabras del Consejero General Padre Rogério Gomes, C.Ss.R completan el espíritu que ha guiado el esfuerzo de los participantes.
Como colegios que beben del carisma redentorista, además de la enseñanza de calidad que debemos ofrecer, debemos comunicar valores. Hoy, más que nunca, en esa sociedad compleja que vivimos eso se hace un deber para nosotros. Y eso es lo que vamos a distinguir de otras instituciones educativas. ¿En qué nos diferenciamos de los demás? ¿Comunicamos valores como compasión, misericordia y espíritu misionero? (RG)
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“HACÍA UNA PEDAGOGÍA DEL CARISMA CONGREGACIONAL EN NUESTRAS ESCUELAS Y COLEGIOS REDENTORISTAS”
Los redentoristas profesos y laicos, en total 30 participantes venidos de: Madrid (España), Porto Alegre (Brasil), Paraguay, Colombia, Panamá, Puerto Rico, Buenos Aires (Provincia de Buenos Aires), Quilmes (Viceprovincia de Resistencia), Lima y Huanta – Ayacucho (Viceprovincia Perú Sur).
Además, nos honran con su presencia nuestras autoridades: P. Rogerio Gomes (Consejero General), P. Marcelo C, Araujo (Coordinador de la Conferencia de América Latina y el Caribe), P. Enrique López, P. Guillermo Ramírez Livia (Comisión organizadora del I encuentro de escuelas y colegios redentoristas). Agradecemos también la presencia de los ponentes: Profesor: Juan Carlos López (Para-guayo que vive en Argentina), P. José Quiñones (Director del colegio Gamo – Diana de Madrid), Profesor, José Rivera Gonzales (Directo del Colegio Notre Dame Corp), Hno. Miguel Gómez (Perú), Profesor. Ronald Sifuentes (Perú). Y, agradecemos también la moderación de nuestro encuentro al P. César Torres Pantoja y al P- Enrique López.
Todos, como una sola familia no acoge y alberga la ciudad de los reyes (Lima – Perú). A la orilla del Pacífico, aún frígido, pero admirado desde el acantilado de la Costa Verde (Magdalena del Mar), nos hermana y une – aunque no somos una Congregación con carisma educacional – con un solo propósito: “hacer de la educación y formación de nuestros niños y jóvenes”, una prioridad misionera y apostólica para la misión, máxime, en un proceso de restructuración y reconfigu-ración de nuestras diversas unidades en la Congregación del Santísimo Redentor.
El tema marco de nuestro I encuentro es: “Hacia una pedagogía del carisma congregacional de nuestras escuelas y colegios redentoristas”, tiene como objeti-vos: compartir experiencias, entre ellas: logros positivos, dificultades y retos co-munes; en palabras del P. Rogerio Gomes, para lograrlo, es imprescindible: “… el diálogo, el trabajo como cuerpo misionero, para el conocimiento mutuo, para identificar los desafíos que tenemos, buscar nuevas metodologías y proponer nuevos caminos pedagógicos y evangelizadores para llegar hasta los jóvenes que frecuentan nuestras instituciones de enseñanza”.
Creemos que, hasta el momento, lo hemos logrado, a través del método: ver, juzgar y actuar. El ver ha salido del informe de cada uno de los colegios presen-tes, el juzgar, se va orientando desde las ponencias y el actuar nos exige respon-der a la siguiente pregunta: ¿Qué vamos a hacer? Y nuestra respuesta es: crear algunos principios comunes para hacer aplicados en nuestras Instituciones Educa-tivas, proponer algunas líneas de acción.
Líneas que nos puedan ir ayudando a educar, formar en un contexto político, social, económico y hasta eclesial, minado, socavado por los escándalos sexuales, malversación económica; en suma, corrupción. Consecuentemente, la desinstitu-cionalización de grandes – valga la redundancia – instituciones forjadas, creadas para el bien común, caso de la Iglesia, para ser Sacramento de Salvación y tutora de los derechos fundamentales de las personas, han devenido en una fuerte crisis de identidad.
Todo lo dicho, no es tarea ajena para nosotros los redentoristas que tenemos un carisma, una tradición consolidada heredada de San Juan Neuman y, por qué no decir también de San Clemente que trabajaba con círculos de intelectuales, y también en muchas necesidades en el área educativa ¡Sigamos avanzando en esa misión! Remarcaba el P. Rogerio Gomes: “Pienso que aquí vale las palabras del discurso de Papa Francisco a los miembros de la Fundación Gravissimum educa-ciones: “Sólo cambiando la educación, se puede cambiar el mundo. Para hacer esto es necesario las siguientes sugerencias: Hacer red, no dejarse robar la espe-ranza y buscar el bien común”.
Solo podremos ser artífices de un mundo distinto, si y solo sí, nosotros como educadores, nos convertimos en referentes éticos, morales y espirituales; pero, no por obligación, sino por convicciones que nace de lo más recóndito del ser humano – la vocación de ser maestros y maestras, alfareros que forjan no solo hombres y mujeres técnicos – científicos; sino, personas integras que actúen siempre desde lo ético, moral y espiritual. Hagamos de nuestros alumnos, alum-nas personas íntegras, que actúan con una conciencia moral cristina para que sean “sal y luz” del mundo actual.
Concluyo, con parte del mensaje del P. Rogerio, Conejero General, en el día que dimos por inaugurada una nueva iniciativa apostólica: “El profesor es aquel que tiene por vocación hacer cuestionamientos (provocación) para que sus estu-diantes puedan aprender no sólo del mundo exterior, sino de un conocimiento que brota de la interioridad. Así, el conocimiento no es sólo acumulación de in-formaciones, sino sabiduría que lleva a la transformación de la vida, porque par-te del propio sujeto que es llevado a conocerse primero. Es ahí, que nacen suje-tos éticos. El profesor siempre es un partero del saber y no alguien que pone in-formaciones en el cerebro de un estudiante. La educación debe ser humanizada.
A manera de anécdota, los profesores consagrados y laicos redentoristas for-man personas libres y no se preocupan solo de llevar a sus alumnos al: “cambio de ambiente” o al “salón del reposo”; en palabras de una historia reciente: ex-pulsión, castigo o envío a la dirección para ser sancionados. Que nuestro I en-cuentro, no se agote, nos cansemos hasta que forjemos un directorio que pro-mueva la restructuración anhelada en cada uno de nosotros, en nuestra Congre-gación y todo, en función de la misión.
P. Guillermo Ramírez Livia CSsR
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APERTURA DEL ENCUENTRO
Lima, Perú, 21- 24 de agosto 2018
“Hacía una pedagogía del carisma congregacional en nuestras Escuelas y Colegios Redentoristas”.
Queridos participantes del Encuentro de Escuelas e Instituciones de Enseñanza Redentoristas.
Un saludo especial a ustedes de parte de los miembros del Gobierno General de la Congregación del Santísimo Redentor.
Es muy loable la iniciativa de este encuentro. Nace en un momento importante en el que estamos viviendo como Congregación, la reestructuración para la misión.
Por eso, el encuentro, el diálogo, el trabajo como cuerpo misionero es fundamental para el conocimiento mutuo, para identificar los desafíos que tenemos, buscar nuevas metodologías y proponer nuevos caminos pedagógicos y evangelizadores para llegar hasta los jóvenes que frecuentan nuestras instituciones de enseñanza.
Tenemos un carisma, una tradición consolidada heredada de San Juan Neuman y, por qué no decir también de San Clemente que trabajaba con círculos de intelectuales, y también en muchas necesidades en el área educativa ¡Sigamos avanzando en esa misión! Pienso que aquí vale las palabras del discurso de Papa Francisco a los miembros de la Fundación Gravissimum educationis: “Sólo cambiando la educación, se puede cambiar el mundo. Para hacer esto es necesario las siguientes sugerencias: Hacer red, no dejarse robar la esperanza y buscar el bien común”.[1]
El tema que ustedes eligieron es muy significativo: Hacía una pedagogía del carisma congregacional en nuestras Escuelas y Colegios Redentoristas. Esto nos hace pensar que, además de los redentoristas que ya se forman en el carisma, en nuestras instituciones educativas también deben preocuparse por la formación de los profesores en estas Instituciones; y eso comienza por la valoración de ellos como grandes artesanos del conocimiento. En un contexto latinoamericano en que la figura del profesor es tan desvalorizada por las instituciones de enseñanza estatales, darles condiciones de trabajo, formación y comunicarles nuestra misión carismática como institución que quiere dialogar y ayudar en la transformación del mundo, es también ayudarlos a responder a su propia vocación de maestros.
El profesor es aquel que tiene por vocación hacer cuestionamientos (provocación) para que sus estudiantes puedan aprender no sólo del mundo exterior, sino de un conocimiento que brota de la interioridad. Así, el conocimiento no es sólo acumulación de informaciones, sino sabiduría que lleva a la transformación de la vida, porque parte del propio sujeto que es llevado a conocerse primero. Es ahí, que nacen sujetos éticos. El profesor siempre es un partero del saber y no alguien que pone informaciones en el cerebro de un estudiante. La educación debe ser humanizada.
La Congregación para la Educación Católica afirma que “una educación humanizada, por lo tanto, no se limita a ofrecer un servicio formativo, sino que se ocupa de los resultados del mismo en el contexto general de las aptitudes personales, morales y sociales de los participantes en el proceso educativo. No solicita simplemente al docente enseñar y a los estudiantes aprender, más bien impulsa a todos a vivir, estudiar y actuar en relación a las razones del humanismo solidario. No programa espacios de división y contraposición, al contrario, ofrece lugares de encuentro y de confrontación para crear proyectos educativos válidos. Se trata de una educación — al mismo tiempo — sólida y abierta, que rompe los muros de la exclusividad, promoviendo la riqueza y la diversidad de los talentos individuales y extendiendo el perímetro de la propia aula en cada sector de la experiencia social, donde la educación puede generar solidaridad, comunión y conduce a compartir”.[2]
Educar es transformar vidas y, al mismo tiempo trasformar la sociedad. Así, una buena educación no es medida sólo por la cantidad de informaciones que un estudiante recibe, sino de ayudarlo a transformar todo eso en conocimiento que le dé herramientas para interpretar el mundo que lo rodea y, a partir de su saber, tomar decisiones responsables considerando la trama de las relaciones sociales existentes y su responsabilidad ante ellas. Pensado así, el alumno no es un receptor pasivo de informaciones, sino alguien que es llamado a tomar en sus manos responsablemente esa posibilidad de hacerse sujeto ante la realidad, a partir de las mediaciones de sus maestros y ejercitar su creatividad para transformar informaciones en saber y el saber transformador que dé sentido a la propia vida y al mundo en el que está inserto. Como nos recuerda la Declaración Gravissimum educationis, “la verdadera educación se propone la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de las varias sociedades, de las que el hombre es miembro y de cuyas responsabilidades deberá tomar parte una vez llegado a la madurez” (GE, 1).
Las escuelas Redentoristas ciertamente no serán escuelas de centro dirigidas a personas de poder adquisitivo alto, sino escuelas de frontera que llegan muchas veces donde otros no llegan. Para nosotros, el saber no es algo de una élite, sino algo al que el ser humano tiene derecho de recibir para vivir con dignidad y mejorar su propia existencia y también la de sus semejantes. Trabajar en las zonas de fronteras es llegar a las periferias existenciales de los seres humanos.
Además, ellas deben ser un espacio de encuentro y dialogo con el ingrediente, de evangelización, pues son una muestra de lo que pasa dentro de la sociedad. Dentro de nuestras escuelas ciertamente están todos los desafíos que la sociedad vive y que afectan a las familias, a los profesores, a nuestros colaboradores y alumnos. La escuela debe ser lugar de acogida. Muchas veces, es el único lugar en el que tenemos la oportunidad de encontrarnos con los jóvenes y hablarles a ellos de los valores fundamentales. En ese sentido, como institución, se coloca un lugar privilegiado donde se hace el acto de fe teológica y antropológica. Fe teológica, como institución católica que debe dialogar con otros saberes y creencias religiosas y no creyentes y fe antropológica, porque trabaja con seres humanos y siempre lo comprende desde el horizonte de la esperanza.
Si eso es verdad, nuestra misión es tocar y sanar los mundos heridos existentes en nuestras escuelas, derivadas de las transformaciones sociales o al menos, espacio para escuchar las voces silenciadas existentes. Nuestras escuelas deben ser lugar para construir mosaicos: tomar los pequeños fragmentos y hacer una hermosa obra de arte: el ser humano. ¡Eso es educar y evangelizar al mismo tiempo! El proceso de formación es pedagógico-catequético. Es fundamental una fusión de ambos. Por eso necesitamos docentes que sean formados científica y espiritualmente, principalmente basados en el carisma y en la misión redentorista.
Como colegios que beben del carisma redentorista, además de la enseñanza de calidad que debemos ofrecer, debemos comunicar valores. Hoy, más que nunca, en esa sociedad compleja que vivimos eso se hace un deber para nosotros. Y eso es lo que vamos a distinguir de otras instituciones educativas. ¿En qué nos diferenciamos de los demás? ¿Comunicamos valores como compasión, misericordia y espíritu misionero? En un continente donde la corrupción es casi una cuestión cultural, ¿cómo romper con ese esquema que debilita la sociedad, sustrae la vida de tantas personas matándolas físicamente y en su dignidad? La corrupción es la madre de todos los vicios. ¿Cómo combatirla, como instituciones de enseñanza redentorista?
Por eso, no podemos abstenernos de algo muy importante que es la formación de una conciencia moral y redentora. La conciencia es el lugar sagrado donde el ser humano es aquello ante sí mismo, de sus valores y, creyente, de Dios. “La conciencia, entendida aquí como conciencia moral, es lugar y medio de crecimiento y de construcción de la persona humana. La conciencia moral, en el hombre, es un instrumento de libertad que le permite, en cierto sentido, hacerse. Y, porque la conciencia moral es un instrumento de libertad, sólo se comprende y sólo puede existir en este contexto, en este espacio de libertad, que es específicamente humano”.[3]
Una educación redentora es aquella que tiene una mirada amplia sobre el ser humano y lo contempla a partir del prisma de la esperanza y del horizonte que le da sentido. En un mundo cada vez más complejo, estamos llamados a ser desveladores de sentido de lo que somos y de lo que hacemos. Ella toca en sentido pleno lo íntimo (in: dentro, tymos: alma) del sujeto y lo hace sumergirse dentro de sus fundaciones existenciales, llevándolo a un conocimiento no sólo intelectual, sino como sabiduría contemplativa que lo permite conocer y mirar el mundo de manera más amplia, a fin de actuar en él. El saber no es solamente una funcionalidad, sino un proyecto de toda vida para el bien. Si no formamos y tomamos consciencia de eso perderemos el campo de acción y nos equiparamos con cualquier otra escuela o colegio.
La educación redentora acoge al ser humano con sus heridas existenciales y pedagógicamente lo toma por la mano para ayudarlo a superar la victimización ante el mundo, pero para hacerlo sujeto libre, capaz de reconocer que el rostro humano es herido por su condición de finitud y, al mismo tiempo, por ser así, es capaz de trascender su propia realidad herida. El ser humano es siempre un ser con posibilidad siempre de sacar el velo para mirar un horizonte nuevo, incluso con sus heridas. Por eso, es capaz de experimentar redención y ser redentor.
Para concluir recuerdo el Papa Benedicto XVI, en Caritas in veritatis, al hablar de un desarrollo integral del ser humano a partir de saberes interactivos, fundamentados en una interdisciplinariedad ordenada a la luz de la caridad. Dice el Papa:
En esta línea, el tema del desarrollo humano integral adquiere un alcance aún más complejo: la correlación entre sus múltiples elementos exige un esfuerzo para que los diferentes ámbitos del saber humano sean interactivos, con vistas a la promoción de un verdadero desarrollo de los pueblos. Con frecuencia, se cree que basta aplicar el desarrollo o las medidas socioeconómicas correspondientes mediante una actuación común […]. Teniendo en cuenta la complejidad de los problemas, es obvio que las diferentes disciplinas deben colaborar en una interdisciplinariedad ordenada. La caridad no excluye el saber, más bien lo exige, lo promueve y lo anima desde dentro. El saber nunca es sólo obra de la inteligencia. Ciertamente, puede reducirse a cálculo y experimentación, pero si quiere ser sabiduría capaz de orientar al hombre a la luz de los primeros principios y de su fin último, ha de ser ‘sazonado’ con la ‘sal’ de la caridad. Sin el saber, el hacer es ciego, y el saber es estéril sin el amor. En efecto, ‘el que está animado de una verdadera caridad es ingenioso para descubrir las causas de la miseria, para encontrar los medios de combatirla, para vencerla con intrepidez’. Al afrontar los fenómenos que tenemos delante, la caridad en la verdad exige ante todo conocer y entender, conscientes y respetuosos de la competencia específica de cada ámbito del saber. La caridad no es una añadidura posterior, casi como un apéndice al trabajo ya concluido de las diferentes disciplinas, sino que dialoga con ellas desde el principio. Las exigencias del amor no contradicen las de la razón. El saber humano es insuficiente y las conclusiones de las ciencias no podrán indicar por sí solas la vía hacia el desarrollo integral del hombre. Siempre hay que lanzarse más allá: lo exige la caridad en la verdad. Pero ir más allá nunca significa prescindir de las conclusiones de la razón, ni contradecir sus resultados. No existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor.
Que San Juan Neumann y San Clemente nos ayuden en esta misión tan importante que tenemos que es formar seres humanos para la vida y para que la tengan en abundancia (Jn 10,10).
¡Muchas gracias!
Padre Rogério Gomes
Consejero General, C.Ss.R
Lima, Perú, 21 de agosto de 2018
Notas:
[1] PAPA FRANCISCO. Discurso a los miembros de la Fundación Gravissimum Educationis. Disponible en: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2018/june/documents/papa-francesco_20180625_gravissimum-educationis.html. Acceso en: 20.08.2018
[2] CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA. Educar al humanismo solidario para construir una “civilización del amor” 50 años después de la Populorum progressio, n. 10. Disponible en: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_20170416_educare-umanesimo-solidale_sp.html. Acceso en: 18.08.2018.
[3] DE PAIVA, Fernando Maio. Consciência Moral em John Henry Newman como via para chegar à fé e ao conhecimento de Deus, a partir de em “na essay in aid of a grammar of assent”. Covilhã: Universidade da Beira Interior-Lusofia Press, 2013, p. 18. Disponible en: http://www.lusosofia.net/textos/20130723-paiva_fernando_2013_consciencia_moral_em_john_henry_newman.pdf. Acceso en: 18.08.18.