Un solo Cuerpo: San Clemente y la Vita Apostolica de los Redentoristas

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La Vita Apostolica es el distintivo característico de todo Redentorista como Misionero. Las Constituciones y Estatutos de la Congregación llevan el título Vita Apostolica de la Congregación. Escribiendo como Superior General en su Communicanda 2, el cardenal Joseph Tobin, subrayaba la relación entre la espiritualidad de un redentorista y la Vita Apostolica. Subraya  también el vínculo que existe entre Consagración y Misión, advirtiendo que la conjunción “y” podría adulterar el sentido de la relación (Communicanda 2, nr. 9). Destaca que nuestra espiritualidad está íntimamente relacionada con la Misión, con el fin o propósito de la Congregación:

“El genio de Alfonso, una intuición recuperada en nuestras nuevas Constituciones, consiste en su convicción de que la Misión da unidad a toda nuestra vida de Redentoristas. Esta fuerza unificadora se llama “Vita Apostólica”; es decir, nuestra manera de comprender lo que significa ser Redentoristas incluye “a la vez la vida especialmente consagrada a Dios y la actividad misionera de los Redentoristas” (Constitución 1). La espiritualidad se conecta vitalmente a nuestra “preferencia por las situaciones de necesidad pastoral, es decir, por la evangelización en su sentido estricto, junto con nuestra opción por los pobres” Por tanto, en sentido estricto, el origen y la fuente de nuestra espiritualidad se encuentra justamente en nuestra Misión, debiéndosela definir, consiguientemente, como una espiritualidad auténticamente Misionera, (cf. Ad Gentes, 23-27).. (Communicanda 2, 1999, n. 13)

Esta relación entre nuestra Consagración y Misión es subrayada por el mismo San Alfonso cuando afirma:

“El que es llamado a la Congregación del Santísimo Redentor nunca será un verdadero seguidor de Jesucristo ni llega a ser santo, si no tiende al objetivo de su vocación y si no tiene el Espíritu del Instituto, que consiste en la salvación de las almas más desprovistas de asistencia espiritual, como los pobres del campo ”. (Sant’Alfonso de Liguori, Opuscolo III, Considerazione XIII in Opuscoli relativi allo stato religioso, Roma: Tip. della S.C. De Propaganda Fide, 1868, p. 94-95)

Sí, estamos llamados a ser santos, y esto no es poca cosa. Nuestra vocación exige nuestra propia consagración y la transformación total en Cristo, vocación que se vive concretamente en el quehacer misionero de la Congregación. Es un regalo del amor de Dios que nos impulsa a amar como Dios nos amó. A través de nuestra consagración nos unimos y participamos en la continua presencia y acción redentora de Jesucristo en el mundo, y este es precisamente el significado de nuestra Vita Apostolica. La naturaleza misionera de nuestra vocación no se agota en apostolados específicos sino en nuestra inserción en la Misión misma de Cristo. Nuestra participación en su Misión de llevar la Buena Nueva a los pobres transforma nuestra vida y nos lleva constantemente a buscar nuevas formas de anunciar el amor de Cristo a los demás (Cfr. Constituciones 52 – 55).

Clemente el apóstol: un místico en acción

La vida de San Clemente María Hofbauer es un ejemplo perfecto de un Misionero Consagrado. En él no había dicotomía entre consagración y Misión, o entre espiritualidad y Misión. Su espiritualidad era una espiritualidad misionera, pues vivía plenamente la Vita Apostólica que “comprende a la vez la vida de especial consagración a Dios y la actividad misionera” (Constitución 1).

El gran proyecto que Dios había confiado a Clemente era el de establecer la Congregación más allá de los Alpes; a esto consagraría toda su vida, toda su actividad en Varsovia, sus viajes por el sur de Alemania y Viena en medio del hostigamiento policial. Un enorme esfuerzo personal marcó tanto la vida como la espiritualidad de Clemente.

Clemente se entregó con inmensa energía al servicio de la gente. Intentó, dentro de las circunstancias propias de su tiempo, alcanzar lo mejor que podía, con los medios a su disposición y dentro de las posibilidades que encontraba. La misión perpetua de San. Benón en Varsovia es un claro ejemplo del dinamismo de Clemente, que se reflejaba en la oración matutina y vespertina, las misas, sermones en muchos idiomas, devociones, meditaciones sobre la Vía Crucis y Visitas al Santísimo Sacramento. Esta era una actividad que se prolongaba desde las seis de la mañana hasta la noche. Todo esto se realizaba durante el día en San Benón, pero también se llevaba a cabo la actividad pastoral fuera de la iglesia, escuela, etc. Clemente involucraba a sus alumnos en la preparación de los servicios litúrgicos. Les entregó la instrucción catequética y, en cierta medida, también la predicación.

Clemente, por supuesto, no podía introducir los métodos pastorales de las misiones populares tradicionales en Polonia y Austria; estaban prohibidos en ese momento en esos países y por eso tuvo que seguir otros caminos. Dio gran importancia a la predicación. En San Benón en Varsovia, en sus fundaciones en Alemania y también en Viena, la actividad pastoral que él prefería era la predicación. Era considerado por los fieles como el predicador más influyente de Viena, y por eso fue señalado por la policía estatal, que en una ocasión le prohibió predicar durante un año.

“El Evangelio debe ser predicado de nuevo”, solía decir en relación a la situación religiosa de su tiempo. Predicó de forma sencilla y popular. Según un reporte policial Clemente una vez dijo: “hoy voy a predicar un sermón tan simple que incluso el más sencillo de ustedes y todos los niños podrán entender”. Estando ahí uno podría imaginarse escuchar al mismo San Alfonso.

Vale la pena señalar que existía un gran componente de preocupación social en la actividad pastoral de Clemente: en Varsovia se hizo cargo de un orfanato, estableció escuelas y salía a mendigar para sus niños. En Viena solía salir a los suburbios para ayudar a los pobres. Clemente, por supuesto, no tenía la posibilidad de cambiar muchas estructuras y situaciones, pero dentro de sus posibilidades siempre buscó la salvación de toda la persona.

Con respecto a la actividad pastoral de Clemente en general, podríamos hacer las siguientes afirmaciones:

Primero, Clemente se esforzó no solo por la salvación de las almas, sino que se preocupó también por el bienestar de toda la persona. Consideraba la educación como un servicio misionero con efectos amplios y de largo plazo.

En segundo lugar, abrió nuevos caminos al tomar en serio a los laicos y su trabajo honesto por el bien de la Iglesia. Clemente y sus cohermanos ofrecieron formación sistemática a los laicos, a quienes vinculaban de forma activa en la labor apostólica de las comunidades.

En tercer lugar, Clemente creía en el carácter internacional y la fraternidad entre las personas. Era un hombre de corazón católico que sentía y vivía con el mundo entero. Su tierra natal era un país fronterizo donde los pueblos de diferentes naciones se encontraban y mezclaban. La clave para Clemente estaba en llegar a todas las personas independientemente de su nacionalidad, raza o idioma.

Cuarto, un rasgo llamativo de la actividad pastoral de Clemente fue su trabajo entre los grandes personajes y los poderosos de Viena: entre los estudiantes y artistas del círculo de aristócratas de Viena estaban Dorothea y Friedrich Schlegel. Hofbauer, el simple obrero se ganó el acceso a este tipo de personalidades. Un número significativo de ellos encontraría su camino de vuelta a la Iglesia Católica a través de él.

En quinto lugar, hay otra característica de su dinamismo pastoral: su pensamiento era europeo, incluso global. El confesor de las ursulinas en Viena tenía planes para la Iglesia en Alemania, conocía las necesidades religiosas de Rumanía, se preocupaba por la situación pastoral del pueblo de Polonia; y frente a toda esta necesidad hacía lo que podía. Su caridad apostólica no conocía límites geográficos.

La vida misionera de Clemente arraigada en la oración

A diferencia de San Alfonso, Clemente no escribió un tratado sobre la oración. Sin embargo, la oración tuvo un lugar importante en su vida y espiritualidad. Debemos señalar, en primer lugar, que la oración litúrgica en San Benón y con las Ursulinas de Viena, ocupó un papel especial; allí celebrada de acuerdo a las maneras propias de los países del norte, dando especial énfasis en las Misas a la música; estamos en la era de Mozart y Beethoven. Hofbauer buscó a los mejores músicos para las misas en Viena.  De manera especial, la devoción a la Eucaristía, ya sea en procesiones, adoraciones eucarísticas o en una oración silenciosa ante el Santísimo Sacramento, siempre atraía a los devotos. La Eucaristía era verdaderamente el centro del servicio de alabanza que mejor se le podía ofrecer a Dios. Uno de los dichos de Clemente mostraba el significado que le atribuía al culto divino: “Dios no necesita nuestra adoración ni nuestro servicio, es cierto, pero nosotros sí lo necesitamos”.

El P. Pajalich, un amigo íntimo de Clemente afirmó que, “él llevó una vida muy activa en Viena … Tenía solo una habitación que permanecía abierta para todos … Allí, él hacía de su corazón un desierto, una celda solitaria, un pequeño oratorio. En esta soledad del corazón se retiraba cuando quería, a cualquier momento, incluso cuando deambulaba por las calles más concurridas, se le podía ver sumergido en sí mismo. Buscó de buen grado esta soledad, en todo momento, sin importar dónde, a pesar de las dificultades y angustias y sin importar el tipo de trabajo o lugar donde se encontrase. Retirándose en sí mismo, se dedicaba a la reflexión y a la meditación en la soledad de su interior. Incluso cuando pasaba por calles abarrotadas, realizaba actos fe, esperanza, y amor a Dios y al prójimo, actos de adoración, de acción de gracias, humildad, contrición y entrega total de sí mismo.”

Los que lo conocían bien aseguraban que Clemente era un gran hombre de oración “porque la oración era el alimento y el descanso para su corazón”. Entre sus oraciones favoritas estaba el santo Rosario. “En sus idas y venidas por las calles, así como en sus ratos libres dentro de casa, casi siempre tenía el rosario en la mano.”

Conclusión

Estas son algunas de las Características de la Mística de Clemente, de su vivencia de la Vita Apostolica.

– Una conciencia muy viva de su propia responsabilidad y de su misión dentro de la época y el mundo en que vivía, con la Iglesia y la Congregación.

– Sentido de evangelización como criterio normativo para la comunidad apostólica.

– Encarnación en la periferia del mundo, de las naciones y de la Iglesia, para que el Evangelio fuera predicado a los más abandonados de una manera más adecuada.

– Importancia de la comunión y de comunidad apostólica redentorista tanto en el apostolado como en la vida ordinaria.

– Armonía entre la vida activa y contemplativa.

– Creatividad auténtica y fidelidad radical al mundo en el que vivía, a la Iglesia, al Espíritu, a Cristo, a la Congregación, al carisma fundacional encarnado por Alfonso, y a la llamada personal al servicio de los pobres.

Preguntas para reflexionar

1. ¿Qué significa -para mí y para mi Unidad- vivir en una Congregación a la que pertenece un Apóstol de la talla de San Clemente, y quien es un ejemplo de vivencia de la Vita Apostólica, tal como se presenta la Constitución 1?

2. ¿De qué manera Clemente representa para mí y mi Unidad un desafío para enraizar nuestra actividad apostólica en la consagración al Redentor a través de nuestros votos y nuestra vida de oración?

3. ¿De qué manera Clemente nos interpela como misioneros, a ser innovadores en el contexto de un mundo cambiante, especialmente ahora que nos embarcamos como redentoristas en la Reconfiguración para la Misión?

Oración

Dios Padre celestial y Padre amoroso, te agradecemos por otorgar a nuestra Congregación la vida y el ejemplo de San Clemente María Hofbauer. En su vida y espiritualidad, vemos un modelo y ejemplo de redentorista, aquel que San Alfonso quiso para cada uno de nosotros en el seguimiento de Jesucristo Redentor y en el anuncio de la Buena Noticia a los pobres y abandonados. Pedimos la gracia de tu Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros y sobre toda la Congregación: sobre todos nuestros laicos asociados y colaboradores, sobre nuestras hermanas y toda la familia Redentorista, para que seamos siempre fieles a la Vita Apostolica, por medio de nuestra consagración misionera a tu Hijo Jesús nuestro Redentor. Te lo pedimos, por Jesucristo Nuestro Redentor, Amén.

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UN SOLO CUERPO es un texto de oración propuesto por el Centro de Espiritualidad Redentorista.

Esta reflexión fue escrita por: Joseph Ivel Mendanha, C.Ss.R.

Traducción: Cristian Bueno, CSsR

Para más información: Piotr Chyla CSsR (Director del Centro de Espiritualidad, Roma) – fr.chyla@gmail.com