(del Blog de la Academia Alfonsiana)
El pasado 29 de septiembre apareció en los periódicos italianos una noticia que quedó algo fuera del radar, informando que JP Morgan Chase (JPM), el mayor banco estadounidense, tendrá que pagar una multa por operaciones prolongadas de manipulación del mercado, de 920,2 millones de dólares, el monto más alto jamás impuesto por la Comisión de Comercio de Futuros de Productos Básicos (CFTC), la agencia del gobierno de EE. UU. Que se ocupa de la regulación de los “futuros” y otros derivados financieros negociados en los mercados de “productos básicos” (productos básicos materias primas y productos alimenticios).
Según la sentencia de la CFTC, de 2008 a 2016 la JPM tuvo una “conducta manipuladora y engañosa”. En la práctica, el comportamiento constatado de JPM consistió en emitir los llamados “pedidos falsos”, u órdenes de compra que, desde la emisión de JPM, supo retirar en un momento determinado, pero que entre tanto crean un “efecto ola” capaz de trastornar rendimiento normal de la oferta y la demanda e inducir a otros inversores a emprender acciones financieras basadas en valoraciones y expectativas falsas. Más tarde, un momento antes de retirar los pedidos, JPM emitió un pedido real, el “pedido genuino”, con el que, en cambio, vendió el “futuro” cuyo valor había subido en ese momento.
La ordenanza de la CFTC también establece que durante años el banco ha desinformado y manipulado a la propia agencia de control, frenando así cualquier posible acción correctiva y sancionadora. Lo que agrava aún más el caso es el hecho de que los diferentes directores de los departamentos responsables de los mercados están directamente involucrados.
Aunque JPM recién comenzó a colaborar con la agencia de control en 2016, por esta tardía y cuestionable demostración de buena voluntad y cooperación, la CFTC no pidió que el banco fuera declarado “mal actor” y por tanto excluida de los mercados, también porque las grandes empresas como JPM son “demasiado grandes para quebrar” y concretamente a todos les interesa llegar a un acuerdo conveniente. Los ejecutivos de JPM también lo sabían perfectamente.
La seriedad del asunto JPM va mucho más allá del caso en sí, porque pone de manifiesto un aspecto poco conocido de los mercados. De hecho, con el advenimiento de las nuevas tecnologías, aparecieron en los mercados financieros los HFT, el “trading de alta frecuencia”, una modalidad de intervención en los mercados “electrónicos”, similar a la condenada por JPM, que utiliza sofisticados y costosas herramientas de software y hardware, impulsadas por algoritmos matemáticos que operan a la velocidad de “nanosegundos”. Estas transacciones le permiten mantener posiciones de inversión durante períodos de tiempo variables, con el objetivo de ganar dinero incluso con márgenes extremadamente pequeños gracias a operaciones en grandes cantidades diarias. Aunque hoy las estrategias de HFT se han contraído significativamente en comparación con el momento pico de 2009, los datos de 2017 aún reportan un ingreso de alrededor de mil millones de dólares para los “traders” de alta frecuencia, que en cualquier caso plantean dudas obvias ética y equidad de los HFT. De hecho, esta herramienta otorga a las grandes instituciones financieras, las únicas que pueden permitirse el alto costo de la tecnología HFT, una ventaja sobre las empresas más pequeñas y los “inversores individuales (inversores minoristas)”, favoreciendo “un entorno” en el que no todos están en las mismas condiciones, porque la eficacia del algoritmo es muy superior a la del comercio humano.
La manipulación de los mercados y de las materias primas en particular no solo tiene un valor financiero. Los bienes y recursos más importantes para la economía y para la vida de los pueblos y ciudadanos individuales se negocian en el “mercado”: alimentos, energía y todas las materias primas que ingresan a los sectores productivos de la economía real. No podemos olvidar los picos de inflación relacionados con los precios del trigo, el arroz o el aceite que, varias veces en estos primeros veinte años del siglo XXI, han dañado a naciones enteras y empobrecido, muchas veces de hambre, a cientos de millones de personas. Sobre problemas de esta envergadura, no se debe pretender no ver, ni usar la mano liviana cuando se descubre una conducta ilegal que, en definitiva, se configura como un hurto real que es la base de enriquecimientos escandalosos.
Sobre estos problemas parece que hoy sólo el Magisterio social de la Iglesia sabe y quiere tener los ojos abiertos. El Papa Francisco lo volvió a hacer con su última encíclica, cuando “se permite repetir” que: «”La crisis financiera de 2007-2008 fue una oportunidad para desarrollar una nueva economía más atenta a los principios éticos, y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y riqueza virtual. Pero no ha habido una reacción que haya llevado a repensar los criterios obsoletos que siguen gobernando el mundo”. Al contrario, parece que las actuales estrategias desarrolladas más tarde en el mundo se han orientado hacia un mayor individualismo, menos integración, mayor libertad para los verdaderamente poderosos, que siempre encuentran la manera de escapar ilesos”(FT 170).
Es un llamado dictado por el amor al hombre a ser tomado en serio, especialmente hoy que la humanidad enfrenta una crisis pandémica que, además de amenazar la salud, también está afectando dramáticamente la dimensión económica y social de ‘humanidad.
Leonardo Salutati
Fonte: https://www.ilmantellodellagiustizia.it/novembre-2020/i-grandi-operatori-finanziari-e-la-manipolazione-dei-mercati