(Pagani, Italia) – El domingo 1 de agosto, la devoción y el amor por el fundador de los Redentoristas, San Alfonso, tuvo una extraordinaria confirmación. Pagani, la ciudad donde está enterrado el santo, vivió un día memorable, que culminó por la noche con la celebración eucarística presidida por Su Eminencia el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano.
La plaza frente a la Basílica se fue llenando gradualmente en todo orden de lugares, llegando finalmente a acoger a una multitud realmente considerable, al límite de su capacidad. También estuvieron presentes muchas autoridades civiles, comenzando por el presidente de la Región de Campania, Vincenzo De Luca, y casi todos los alcaldes de los municipios vecinos: una veintena. Había cinco obispos presentes, pero a muchos se les había impedido participar debido a algunas celebraciones organizadas específicamente para San Alfonso en su diócesis.
Una celebración solemne y al mismo tiempo compuesta y ordenada dio las gracias al Señor por haber elevado al Santo como Doctor en la Iglesia. En su homilía, el cardenal Parolin insistió en este punto, 150 años después de que Pío IX reconociera el título de Doctor a nuestro santo: es decir, en su capacidad para enseñar y transmitir de manera significativa unos valores que resisten el desafío del tiempo. En el caso de de Liguori, la centralidad del amor a Jesucristo, la primacía de la oración, el anhelo de santidad. Al final de la celebración, el Cardenal Secretario admitió que para responder a la invitación que se le hizo de ir a Pagani, tuvo que volver a algunas obras de San Alfonso que había leído en su juventud y que le habían ayudado tanto. Mucho, porque el Santo Doctor todavía hoy es capaz de tocar el corazón, utilizando las palabras adecuadas para ir a lo que realmente importa en la vida espiritual, a saber, la relación con el Redentor.
El 1 de agosto fue un día caluroso, aunque la celebración de la noche mitigó un poco las temperaturas. Pero el Cardenal Secretario de Estado tuvo la oportunidad de experimentar otra calidez, la humana, de tantas personas – comenzando por los jóvenes – que querían acercarse a él, hablar con él, agradecerle, expresarle un sentido de familiaridad que es natural para muchas personas del sur de Italia como manifestación de afecto.
El 1 de agosto comenzó con otra visita, esta vez de un arzobispo, pero al lugar de nacimiento de San Alfonso en Marianella. Encontrándose en la zona, el nuevo párroco de la archidiócesis de Nápoles, Mons.Dominic Battaglia, que siempre ha sido amigo de nuestra Congregación (dice que debe su vocación a los Redentoristas), quiso visitar las habitaciones donde el gran Doctor de la Iglesia, hijo de Giuseppe de Liguori y Anna Cavalieri, llegó a la luz de este mundo.
Verdaderamente la Iglesia no deja de decir que está agradecida a san Alfonso, que aún hoy, como bien nos recuerda el pasaje del Evangelio previsto para la solemnidad del 1 de agosto, gracias a sus santos continúa su misión de enseñar, predicar y curar. (Mt 9, 35).
Serafino Fiore CSsR