España, Encuentro de redentoristas en el monasterio de Espino

0
1394

(Madrid, 20 de septiembre de 2021) – “Es necesario contemplar el proyecto del arquitecto Dios en su estudio y después pasar al taller para realizarlo con nuestras celebraciones y trabajos”. Así lo aseguró Mons. Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger (Marruecos) y religioso franciscano en el encuentro que mantuvieron los misioneros redentoristas en el monasterio de Espino (Santa Gadea del Cid, Burgos) del 13 al 17 de septiembre.

Este año ha sido posible tener los ejercicios espirituales ya que el pasado año lo impidió la pandemia del Coronavirus. Participaron un total de 22 congregados de varias comunidades y un laico colaborador. Hay que destacar la presencia de los postulantes y diáconos.

Según el P. Miguel García Leyva, CSsR, “en el desarrollo de los temas que explicó Mons. Santiago Agrelo, lo que más llamaba la atención e interpelaba era el espíritu, la vida, la experiencia de ‘evangelizado’ que transmitía, siempre apoyado en Dios, en Cristo y en el Espíritu”. Y añadió: “Imposible pensar nuestra vida cristiana sin el misterio de la Trinidad”. Por esta razón, en palabras de García Leyva, “Agrelo insistía tanto en pasar de un cristianismo de ideología (de normas y ritos) a la experiencia vital, al encuentro con Cristo”.

“Nuestra vocación es aprender a ser Cristo Jesús, en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Somos elegidos, bendecidos, llamados, enviados… para ser, con Jesús y como Jesús, lugar de la compasión y de la misericordia de Dios, imagen de Dios en misión”, explicó García Leyva.

Identidad cristiana

Asimismo, el misionero redentorista relató otras cuestiones relevantes que reflexionaron en el monasterio de El Espino con Agrelo: “Los cristianos necesitan una experiencia mística, trinitaria, eclesial. La identidad nos la da Dios con su gracia, el Hijo con su llamada y la Iglesia con su reconocimiento”. En palabras de Santiago Agrelo: “Es apremiante conocer el amor de Dios, recordarlo, celebrarlo, imitarlo, dejarnos evangelizar y convertirnos”. E insistió: “No hemos olvidado nuestro modo de creer, esperar y amar, desfigurando el rostro de Dios y de Cristo en su Iglesia”.

El arzobispo emérito de Tánger continuó: “No se puede separar la Iglesia de Cristo, el cuerpo de la cabeza. La Iglesia, como proyecto de Dios, nace creyendo, escuchando, aprendiendo y obedeciendo… No se puede hablar de Iglesia sin comunión con Dios y con la humanidad”.

Y concluyó: “Los destinatarios de nuestra misión son los pobres, los excluidos de siempre. Los pobres y la compasión pertenecen al paisaje de la vida cristiana y religiosa. Recibimos el Evangelio por pobres y para llevarlo a los pobres. Nunca podemos dejar de evangelizarlos, así podemos evangelizar”.

Ejercicios espirituales

La dinámica de los ejercicios ha sido la clásica, según Miguel García Leyva: celebraciones en la iglesia, conferencias y trabajo personal. En la Iglesia, cada día, rezamos Laudes por la mañana, Hora sexta a mediodía y celebración de la Eucaristía antes de la cena. Las conferencias fueron dos al día: una por la mañana y otra por la tarde. El resto del tiempo, trabajo de interiorización personal. El monasterio de El Espino y su entorno facilitan grandemente esta tarea.

“El martes, en lugar de la Hora sexta, se tuvo en nuestro cementerio la sepultura de las cenizas de los PP. Jesús Ibáñez, Cipriano Chaverri y Eulogio Belloso. Nos ayudó a renovar nuestra memoria histórica de enviados y hermanos, y hacerla presente como compromiso evangelizador”, añadió.

“El P. Santiago (como se llamaba él mismo) nos propuso como tema general: ‘Evangelizados, para evangelizar’. Y como foco iluminador aparecía en todas las charlas esta doble realidad: por una parte, la constatación de una Iglesia sin Cristo, un cristianismo sin Jesús, sin comunidad de creyentes, sin sentido de comunidad, sin fe como compromiso de lucha contra el mal, de ideología (normas, ritos, tradiciones, costumbres…); y por otra, la fe y la experiencia de un Dios-vida creador, redentor, santificador; es decir, el misterio de la santísima Trinidad, la dimensión trinitaria de toda vida cristiana, el misterio de la locura y del exceso de misericordia con los que nos ha amado Dios”, detalló el misionero redentorista.

Los temas tratados fueron los siguientes: Dios en misión (Dios misionero); Jesús, presencia de la compasión de Dios; La comunidad religiosa, signo e instrumento de Dios en misión; Evangelizados para evangelizar; Amor como forma de vida; Volver a Cristo Jesús; Amor a Cristo en la Iglesia; Llamados a ser Iglesia para hacer Iglesia; Contemplar la Iglesia que tenemos que ser; Dejad que nos hagan Iglesia; Bienaventurados en esperanza. Después de las conferencias el predicador invitaba al diálogo, y en algunos momentos fue realmente clarificador. La predicación litúrgica la centró básicamente en los salmos y en las lecturas del día.