El último domingo de septiembre, 26 de septiembre, se celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Como título de su mensaje anual, el Santo Padre ha elegido Hacia un “nosotros” cada vez más grande.
Escribe el Papa Francisco:
Para los miembros de la Iglesia católica este llamamiento se traduce en un compromiso por ser cada vez más fieles a su ser católicos, realizando lo que san Pablo recomendaba a la comunidad de Éfeso: «Uno solo es el Cuerpo y uno solo el Espíritu, así como también una sola es la esperanza a la que han sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» (Ef 4,4-5).
En efecto, la catolicidad de la Iglesia, su universalidad, es una realidad que pide ser acogida y vivida en cada época, según la voluntad y la gracia del Señor que nos prometió estar siempre con nosotros, hasta el final de los tiempos (cf. Mt 28,20). Su Espíritu nos hace capaces de abrazar a todos para crear comunión en la diversidad, armonizando las diferencias sin nunca imponer una uniformidad que despersonaliza. En el encuentro con la diversidad de los extranjeros, de los migrantes, de los refugiados y en el diálogo intercultural que puede surgir, se nos da la oportunidad de crecer como Iglesia, de enriquecernos mutuamente. Por eso, todo bautizado, dondequiera que se encuentre, es miembro de pleno derecho de la comunidad eclesial local, miembro de la única Iglesia, residente en la única casa, componente de la única familia. […]
A todos los hombres y mujeres del mundo dirijo mi llamamiento a caminar juntos hacia un nosotros cada vez más grande, a recomponer la familia humana, para construir juntos nuestro futuro de justicia y de paz, asegurando que nadie quede excluido. […]
[…] Pero para que a nuestra casa común se le garantice el cuidado adecuado, tenemos que constituirnos en un nosotroscada vez más grande, cada vez más corresponsable, con la firme convicción de que el bien que hagamos al mundo lo hacemos a las generaciones presentes y futuras. Se trata de un compromiso personal y colectivo, que se hace cargo de todos los hermanos y hermanas que seguirán sufriendo mientras tratamos de lograr un desarrollo más sostenible, equilibrado e inclusivo. Un compromiso que no hace distinción entre autóctonos y extranjeros, entre residentes y huéspedes, porque se trata de un tesoro común, de cuyo cuidado, así como de cuyos beneficios, nadie debe quedar excluido.
La Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (JMMR) desde 1914. Es siempre una ocasión para expresar la preocupación por las diferentes personas vulnerables que se desplazan; para rezar por ellas, ya que se enfrentan a muchos desafíos; y para aumentar la conciencia sobre las oportunidades que ofrece la migración. Cada año, la JMMR se celebra el último domingo de septiembre.
Lea el Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2021