El 9 de agosto de 1956, más de 20.000 mujeres marcharon hacia el centro gubernamental (Union Buildings) en Pretoria, Sudáfrica, para protestar contra las “leyes de aprobación” del apartheid. Ahora, ese día (9 de agosto) es festivo y todo el mes de agosto se designa como el mes de la mujer.
Este año, la comunidad redentorista en nuestra parroquia de St Mary’s, Retreat, Ciudad del Cabo, ha decidido celebrar el Mes de la Mujer dedicando la Novena semanal en honor a nuestra Madre del Perpetuo Socorro a los problemas de la mujer. Cada semana se invitó a una mujer diferente a compartir sus experiencias en diversas situaciones actuales y a reflexionar sobre cómo su fe ha afectado su situación.
El primer orador fue un consultor que voluntariamente ofrece sus habilidades a la comunidad local. Habló del valor para las mujeres de buscar asesoramiento y la importancia de tener más consejeras en nuestra zona, que se caracteriza por un alto desempleo, violencia y abuso de drogas.
La segunda semana vio a una madre compartiendo su experiencia de perder a su esposo por una enfermedad de la neurona motora cuando tenía poco más de 30 años y el proceso de duelo mientras luchaba con su propia pérdida y confusión entre sus hijos. El papel de la oración y la fe de la comunidad fueron elementos importantes para ayudarla a sobrevivir.
El trauma de la traición marital y el divorcio se abordó en la tercera semana. Las implicaciones de esta experiencia para la familia extendida y su capacidad para volver a confiar se han presentado con delicadeza desde una perspectiva de fe.
Una mujer entrenada en el método jesuita de discernimiento ayudó a explicar algunos de los pasos básicos del discernimiento espiritual. Se agradeció mucho la importancia de la atención y la calidad de la oración personal en el proceso de discernimiento.
La semana pasada vi a un médico que compartía el camino de su vida y las muchas dificultades que tuvo que soportar para ejercer la profesión que eligió.
Fue inspirador escuchar cómo esta muestra representativa de mujeres de la comunidad local aprendió a integrar la dimensión de la fe en su vida privada y pública. Todos ellos dieron testimonio de la alegría y la esperanza que encontraron en la Madre de todos nosotros, nuestro Perpetuo Socorro.
Padre Sean Wales, C.Ss.R.