MÉXICO: VOLUNTARIADO UNIVERSITARIO REDENTORISTA.
“Estamos hechos para decirle al mundo que no hay forasteros” (Desmond Tutu)
En el marco del día internacional del migrante (18 dicembre 2021), los misioneros redentoristas de la provincia de México, a través de la PJVR, realizamos la segunda experiencia del voluntariado universitario redentorista. Los participantes fueron 8 jóvenes, pertenecientes a los grupos juveniles de nuestras comunidades Veracruz, Puebla, Tlalpizáhuac e Irapuato. Ellos son María Fernanda Gómez, Liliana Ramos, David Ramos, Lizet De la Rosa , Andrea Coyopol, Nicolás De la Rosa, Sara Trejo y Emmanuel García, comenzaron a llegar desde el día 15 a nuestra comunidad redentorista en San Luis Potosí y así tuvimos la oportunidad de participar en los votos perpetuos y el diaconado de nuestros cohermanos Enrique y Urbano.
Para este voluntariado contamos con el apoyo de la Casa de la Caridad Hogar del Migrante, en San Luis potosí, quienes a partir del día 17 de diciembre nos permitieron colaborar con la dinámica diaria de la casa, nos permitieron escuchar las historias de decenas de personas originarias de distintos países, Haití, África, Honduras, Guatemala, El Salvador y Venezuela.
Del 17 al 22 estuvimos asistiendo de 10:00 am a 6:00 pm, durante ese lapso de tiempo colaboramos en algunas tareas esenciales de la casa, picar verduras para la comida, descargar las donaciones de alimento que llegaban de la central de abastos y de algunas organizaciones, seleccionar las frutas que estuvieran en mejores condiciones, hacer paquetes de pañales, de leche en polvo y otras cosas esenciales que se repartían para los niños más pequeños que estaban en la casa.
Sin embargo de las actividades más importantes que realizamos fue la atención a los niños que se albergaban en el hogar del migrante, en esa labor todos los participantes del voluntariado pudimos contactar con el rostro del mismo Jesús que se encarna en los más vulnerables y nos invita a comprometernos, cada vez más en la construcción de su reino. El número de personas que se albergaban dentro de la casa era alrededor de 250 personas de las cuales cerca de 60 eran menores de edad.
Los niños y adultos que habitaban esta casa nos permitieron palpar de cerca la realidad por la que deciden emprender este arduo camino en busca de una vida mejor, pudimos conocer las historias de quienes tienen que huir porque sus vidas se ven amenazadas por las pandillas, quienes por la inestabilidad política de sus países de origen han perdido todo y la de quienes por las condiciones climáticas se han quedado sin su hogar y sin los bienes necesarios para su bienestar.
Escuchamos de sus mismas voces, algunas veces entrecortadas por los sentimientos cruzados, las historias de un arduo camino, en el que han experimentado la xenofobia, la violencia, han sido víctimas de asaltos, secuestros y extorsiones.
Pudimos conocer de cerca lo necesario que es sumar fuerzas para que nuestros hermanos migrantes puedan tener más apoyo y atenciones a sus necesidades, las instituciones que como la Casa de la Caridad Hogar del Migrante se dedican a brindar ayuda humanitaria a las personas migrantes y refugiadas, se ven rebasadas por el creciente flujo migratorio, el poco apoyo de las instituciones gubernamentales y las duras políticas migratorias impuestas por México y Estados Unidos.
Fuera de la casa del migrante día a día llegan numerosos grupos de personas que buscan albergue, sin embargo la cantidad de personas que ya ocupan la casa y que están en espera de realizar trámites para regularizar su estatus migratorio, hacen imposible que estos reciban asistencia dentro de este hogar, como grupo del voluntariado pudimos estar en contacto con ellos, pudimos conocer sus historias y sus necesidades. Por la noche pudimos preparar café y conseguir algo de pan que pudimos compartir con quienes trataban de dormir mientras resistían del frío.
Estas historias que nos han compartido las hemos podido tocar des de nuestra fe y desde nuestro carisma redentorista, de manera que ésta experiencia con nuestros hermanos migrantes ha despertado en nosotros una enorme inquietud, ¿Qué podemos hacer para que el caminar de nuestros hermanos por nuestro país sea menos duro? ¿Qué estructuras podemos generar para que ellos puedan alcanzar su sueño de una vida cada vez mejor?
P. Jonathan Muñoz Aguas.
Hno. Jesús Roberto Ávalos Hernández.
Promotores vocacionales