Proyecto de investigación, formación, acción
Vivimos una época marcada por crisis epocales que evidencian la urgencia de procesos de cambio profundo en el accionar de las personas, organizaciones y pueblos. En nombre de la transición ecológica, vemos muchas iniciativas de cambio, pero debemos ser conscientes de que no todas traerán los resultados deseados. De hecho, moverse desde la perspectiva del bien común implica evaluaciones responsables de los procesos activados y una contribución de este proyecto radica precisamente en evaluar estos procesos de cambio también desde una perspectiva ética y teológica.
Lo que emerge hoy del mejor gobierno corporativo, y que puede ayudar a cualquier otro gobierno social a discernir la calidad de los cambios, es la posibilidad de observarlos desde al menos tres ángulos. El primero se refiere a la calidad de la visión que los inspira, orienta los proyectos y motiva a las personas; porque cosechamos lo que sembramos. El segundo se refiere al complejo de recursos comprometidos en relación con el propósito y la calidad de la dinámica activada al comprometerlos. El tercero se refiere a la calidad de los impactos deseados y reales.
Todo está conectado, repite el Papa Francisco, y hoy que la ciencia nos revela progresivamente la calidad de las interacciones que hacen tal la materia y que hacen evolucionar los ecosistemas naturales, podemos decir también que la ciencia y la fe, juntas, nos llaman a hacer evolucionar todo sistema, natural y social, preservando, potenciando e innovando a partir de la calidad de las relaciones que la hacen tal.
Detrás de cada gobernanza, se hace imprescindible una profunda innovación de visión, estilos de vida y criterios de toma de decisiones, modelos organizativos y de desarrollo. Las herramientas de la tecnología y las finanzas, sin duda útiles, siguen siendo herramientas, mientras que el corazón de la transición exige la mirada ética de una ecología integral y una economía orientada al desarrollo humano integral.
Garantizar la sustentabilidad significa, en efecto, que las personas y las comunidades deben ser capaces de desarrollar la capacidad de autodeterminar su futuro en armonía, teniendo en cuenta que los cambios que nos llevan a ello pasan necesariamente por las elecciones éticas cotidianas de todos, sobre las cuales se pueden luego hacer cambios posteriores propios de cada sistema social. Por lo tanto, se convierte en una prioridad desarrollar la propensión natural creativa y emprendedora de la persona, orientándola a preservar, mejorar e innovar para el bien común.
Este proyecto nació de la colaboración entre profesores de la Academia Alfonsiana, dedicados a la investigación y la formación ética y moral, y personas y organizaciones comprometidas en importantes procesos de innovación en los campos cultural, social y económico. Constituye un camino abierto y consiste principalmente en el desarrollo de las áreas de investigación definidas y la consiguiente formación, a partir de las escuelas de verano.
Las personas y organizaciones universitarias, sociales y empresariales que se han sumado están motivadas para ofrecer cada una su aportación específica y el proyecto queda abierto a cualquier colaboración adecuada.
El Comité de Proyecto
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