(del Blog de la Academia Alfonsiana)
Hace unos días, al ver la letra de mi sobrino, le pregunté por qué le costaba escribir en letra cursiva y legible. Su respuesta fue sencilla. «Tío yo solo uso el teclado de mi smartphone o pc para escribir».
Esta observación me llevó a reflexionar sobre la correlación entre la inteligencia artificial (IA) y el analfabetismo funcional.
Por inteligencia artificial entendemos aquella «disciplina que estudia cómo los procesos mentales más complejos pueden reproducirse mediante el uso de un ordenador. Esta investigación se desarrolla a lo largo de dos caminos complementarios: por un lado, la IA intenta acercar el funcionamiento de los ordenadores a las capacidades de la inteligencia humana, por otro, utiliza simulaciones informáticas para formular hipótesis sobre los mecanismos utilizados por la mente humana» (cf. Enciclopedia Treccani)
En el habla cotidiana, entonces, existe una tendencia a identificar Big Data, Data mining, Process mining, Machine Learning, Game Theory con IA, separando el poder de decisión de la competencia.
La expresión retorno del analfabetismo o funcional significa: «Expresión referida a aquella cuota de alfabetizados que, sin el ejercicio de las habilidades alfanuméricas, retrocede perdiendo la capacidad de utilizar el lenguaje escrito para formular y comprender mensajes» (cf. Enciclopedia Treccani).
A lo largo de los años estamos asistiendo a un retorno del analfabetismo funcional dado precisamente por el uso masivo de la tecnología, como el desarrollo de la escritura, el ejercicio de la memoria para recordar cosas o números como los de los teléfonos, o la realización de operaciones muy sencillas que hoy en día se confían a máquinas que nos asisten a diario. Si todo esto nos ha simplificado la vida, y no poco, al mismo tiempo no nos permite ejercitar habilidades, aprendidas con sacrificio y experiencia, arriesgándonos a formar generaciones sin memoria.
Este fenómeno crea analfabetos funcionales porque con el tiempo, al no practicar conocimientos y habilidades, se corre el riesgo de no comprender siquiera lo que se lee y por ende de desarrollar un pensamiento propio.
El analfabetismo funcional es una gran arma de poder por parte de los grandes nombres de la tecnología – por eso no debemos confundir la IA de generación y almacenamiento de datos con su uso – así como algunas formas políticas actuales que al dar respuestas rápidas a las necesidades emocionales, luego logran orientar las decisiones. El ejemplo plástico podría ser la difusión de noticias por parte de influencers que logran hacer llegar rápidamente sus cautivadores pensamientos a través de eslóganes, contradiciendo a los que estudian fenómenos y no expresan opiniones. Por el momento, frente a este fenómeno, solo es posible responder con políticas de aprendizaje a lo largo de la vida.
Ante este problema que afecta de manera particular a todos en cierta medida, es necesario estimular la reflexión crítica y ejercitar la inteligencia para no abjurar del uso crítico y constructivo de nuestro pensamiento.
p. Alfonso V. Amarante, CSsR