San Gerardo supo siempre escuchar y hacer la voluntad del “querido Dios” y estar al servicio de los demás

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El P. Rogério Gomes CSsR, Superior General de la Congregación del Santísimo Redentor, ha participado de la celebración en honor de San Gerardo Majella en Materdomini, santuario del Santo Redentorista, el 16 de octubre, donde tuvo la homilía.

A continuación publicamos el texto completo de la homilía del Padre General.

HOMILÍA – FIESTA DE SAN GERARDO

Queridos hermanos de esta Comunidad de Materdomini,

Queridos hermanos y hermanas participantes de esta Fiesta de San Gerardo y todos los que nos acompañáis a través de las redes sociales.

  1. Hoy 16 de octubre celebramos la memoria de nuestro querido Hermano Gerardo Majella, quien un día se escapó de casa con un solo propósito: ser santo. Este objetivo guió toda su vida y, incluso ante las dificultades, no se desanimó, porque siempre supo escuchar la voz y hacer la voluntad del “querido Dios” y estar al servicio de los demás. “En San Gerardo recordamos la presencia abundante y fuerte de la gracia; nos sorprende su intensa luminosidad, manifestada en su total abandono a Cristo y en su disponibilidad gozosa y jubilosa en favor de sus hermanos; percibimos la verdad profunda de los hechos prodigiosos transmitidos por la memoria popular. Y por eso nos quedamos con muchas ganas de conocerlo más y mejor”[1].
  2. La devoción a San Gerardo Majella es bien conocida y ofrece consuelo y esperanza a muchas personas, especialmente a aquellas que enfrentan desafíos relacionados con el embarazo y la maternidad y con las familias. Por su sencillez se le considera un ejemplo de vida de santidad y compasión hacia los más débiles, y por tanto es una figura importante en la tradición católica.
  3. La oración de su día dice: “Oh Dios, que atrajiste a San Gerardo desde su juventud y lo hiciste conforme a la imagen de tu Hijo crucificado, haz que también nosotros, siguiendo el ejemplo de su vida, seamos transformados a la misma imagen”. [2] La imagen que conocemos de este hermano nuestro es aquella en la que aparece con la cruz en los brazos, lo que nos recuerda la entrega de Jesús a la humanidad y la entrega de Gerardo al Redentor. A partir de la kénosis del Redentor, Gerardo también la hace suya dejándose llevar. De este modo, su vida recuerda valores importantes para nuestra consagración: la intimidad con Dios, la sencillez de vida, el desprendimiento, la alegría del servicio, la vida fraterna y una intensa vida apostólica.
  4. El camino de Gerardo hacia la santidad se construye sobre la cotidianidad y la sencillez de su vida. En torno a su personaje se crearon muchos hechos que lo convirtieron en un “santo que hace milagros” o, en ocasiones, en un personaje sui generis, incluso fuera de la realidad. Este tipo de literatura debe entenderse como fruto de una época, pero resalta la cercanía de Gerardo con el pueblo. «El Señor le favoreció con carismas, entre ellos la profecía, la inteligencia de corazón y el don de los milagros»[3]. Como tal, es una persona que puede ser tocada, invocada en las más diversas situaciones de la vida. Por eso es un hombre que se encarna en la realidad de las personas más sencillas, desde los que van al convento a pedir pan hasta los que le piden consejo y guía espiritual, como leemos en sus cartas. Esto es posible porque el “Dios querido” del que habla Majella es el Verbo encarnado que se despojó de sí mismo y se hizo compañero de viaje por los caminos de la vida. Está tan cerca que, según una de las historias, para encontrar la llave que cayó en el pozo, ata una imagen del niño Jesús y la trae… Su intimidad y amistad con Dios le permite hacerlo. Esto demuestra una espiritualidad de ternura.
  5. Esta manera de ser impregnó su vida personal y consagrada. No hizo nada extraordinario, salvo lo más difícil: amar. Sólo el amor nos hace santos, porque “Dios es amor” (1 Juan 4,8) y nosotros somos su imagen y semejanza (Gen 1,27). Aunque habláramos la lengua de los ángeles y de los hombres, sin amor no seríamos nada (cf. 1Cor 13,1). Por tanto el amor es el lugar donde lo divino y lo humano se encuentran, se manifiestan y generan vida y belleza en el sentido más amplio del término. El que no ama camina en la soledad y la muerte y no puede encontrarse a sí mismo. Al entregarse totalmente a Dios, Gerardo se entregó también a los demás, especialmente a los más pobres y abandonados.
  6. Gerardo consagró su corta vida a Dios en la Congregación del Santísimo Redentor. Eligió ser el Hermano Gerardo. Aquí reside la belleza de la Vida Consagrada Redentorista, que incluye estos dos modos de ser y realizar la propia vocación en la Iglesia: ser religioso Hermano o religioso sacerdote. Ambos tienen un núcleo común: la consagración al Señor y el ser hermano. Nuestro ministerio es diferente y esto no debe ser motivo de distanciamiento entre nosotros; al contrario, como todos somos consagrados y hermanos, debemos caminar juntos, con la diversidad y la belleza de nuestros talentos personales, y aplicarlos en favor del bien mayor, el anuncio explícito del Evangelio a todos los hombres (cf. Const. 1-5). “Toda consagración religiosa manifiesta a los fieles que el misterio de Cristo Salvador se cumple ahora y aquí, en este mundo y a través de la Iglesia de hoy. En todo tiempo y lugar, los consagrados revelan a sus contemporáneos los rasgos de Jesús, con los que mostró que el misterio del Reino de Dios ya había irrumpido en la historia”. [4] ¡Esta es nuestra misión!
  7. La devoción de San Gerardo Majella a la Virgen es un elemento clave de su vida y espiritualidad. San Gerardo era conocido por su profunda devoción a la Virgen María, y la consideraba guía y refugio en las dificultades y desafíos de la vida. Su devoción a la Virgen refleja la importancia de la figura de María en la tradición católica y las enseñanzas de la Iglesia sobre su intercesión materna. Muchas personas recurren a San Gerardo y a Nuestra Señora en momentos de dificultad, esperando recibir consuelo, guía y protección.
  8. Que san Gerardo inspire en el corazón de muchos jóvenes el deseo de consagrarse a Dios como hermanos y nos ayude a ser verdaderamente hermanos entre nosotros y a vivir con alegría nuestra vocación misionera, siguiendo al Redentor que nos llama cada día. Que así sea. ¡Amén!

[1] MAJORANO, Sabatino. Cartas e outros escritos de São Geraldo. In: UNIÃO DOS REDENTORISTAS DO BRASIL. Espiritualidade Redentorista 6: Escritos e Espiritualidade de São Geraldo Majela. Aparecida: Santuário, 1995, p. 242.

[2] Missale Redentorista, p. 87.

[3] Missale Redentorista, p. 47.

[4] CONGREGAÇÃO PARA OS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA E AS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA. Identidade e Missão do Religioso Irmão na Igreja. Lisboa: Paulus, 2015, p. 27.