Un grupo de docentes y colaboradores propone un curso transdisciplinario en la Academia Alfonsiana titulado “La persona humana como ser relacional. Perspectivas transdisciplinarias”. El texto original está publicado en la página web de la Academia Alfonsiana de Roma.
Artículo escrito por p. Martin McKeever, CSsR
Alasdair MacIntyre ha dicho, con perspicacia, que cada disciplina es un debate abierto sobre su propia historia. Esto es especialmente cierto en el caso de la sociología. Auguste Comte (1798-1857) es generalmente reconocido, aunque no universalmente, como una especie de padre fundador de esta disciplina (a los ojos de algunos, el principal candidato alternativo sería Émile Durkheim, aunque él mismo atribuye explícitamente este papel a Comte). Durante su vida, Comte llegó a ser considerado una especie de inconformista o incluso loco por algunos de sus antiguos discípulos. Una consideración del proyecto de Comte y las reacciones que produjo desde el principio es una forma de abordar la enorme tarea de definir el paradigma sociológico junto con los otros paradigmas que hemos examinado hasta ahora en esta serie.
El lugar para comenzar es la historia, en particular la de la Revolución Francesa, la de Napoleón Bonaparte y la restauración de la monarquía en la Francia del siglo XIX. A esto debemos agregar la historia, parcialmente paralela, de la segunda revolución industrial con su evidente dependencia de la historia de los avances en ciencia y tecnología. Sin al menos una conciencia general de estas circunstancias, el proyecto de Comte no puede entenderse.
Además de la influencia del pensamiento contrarrevolucionario de De Boland y de Maistre, cuando era joven, Comte estuvo bajo la influencia directa e inmediata del reformador socialista Saint-Simon (durante algunos años Comte fue su secretario). Alguna combinación de estas influencias principales inspiró en Comte la idea de fundar una nueva ciencia a la que eventualmente daría el nombre de “sociología”.
En el largo y lento proceso de articular lo que entendía por sociología, Comte emprendió una revisión masiva de las ciencias existentes y, según varios autores competentes, se convirtió en el proceso también en el padre de la filosofía moderna de la ciencia. Para Comte, la nueva ciencia de la sociología iba a ser el punto de llegada de un proceso de transformación social que duró siglos y que dividió en tres etapas principales: la teológica, la metafísica y la positiva (o científica). La sociología de Comte, al menos en esta etapa temprana de su carrera, implicó el rechazo de las formas de conocimiento o las pretensiones de verdad de la investigación teológica clásica y de gran parte del pensamiento crítico moderno. El camino a seguir para él era el positivismo filosófico, es decir, el conocimiento basado en la observación, clasificación y explicación de los hechos de la vida social. Este tipo de conocimiento haría posible la articulación (y más tarde, en principio, la aplicación) de las leyes de la sociedad de una manera análoga a la forma en que se aplicaban las leyes de la mecánica en la industria. Cuando, más adelante en su carrera, intentó describir y prescribir una “organización política positiva” diseñada según estas líneas, sintió la necesidad de introducir elementos (como su llamada “Religión de la Humanidad”) que le valieron el ridículo de muchos contemporáneos. .
Para nuestros propósitos, esta breve exposición tal vez sea suficiente para permitirnos articular una versión inicial de lo que hemos denominado el paradigma sociológico… plenamente conscientes de que para muchos sociólogos contemporáneos las teorías posteriores de Comte son extremadamente problemáticas. Su proyecto, en su inspiración y diseño, puede, no obstante, sugerir algunas características clave de cualquier posible paradigma sociológico. Cuando se aplica, como en nuestro curso transdisciplinario, a la persona como ser relacional, dicho paradigma podría describirse de la siguiente manera:
Desde un punto de vista sociológico, la persona humana y sus relaciones interpersonales no pueden entenderse adecuadamente sin hacer referencia a las leyes que rigen las estructuras institucionales en las que se ubican. Estas estructuras materiales y culturales dan forma y en ocasiones determinan la conciencia y el comportamiento de dichas personas de maneras que tal vez no reconozcan o no deseen.
En una palabra, el paradigma sociológico insiste en ampliar nuestra comprensión de la persona como un “ser relacional” mucho más allá del ámbito de las relaciones interpersonales (como en el paradigma personalista) y de las relaciones intrapersonales (como en el paradigma psicológico).
(traducción libre de Scala News, consulta el texto original en inglés en el sitio del Blog de la Academia Alfonsiana)