VI. El paradigma teológico: Karl Rahner: de la antropocentridad a la teocentridad y viceversa…

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En posts anteriores hemos visto cómo nuestra comprensión de la persona humana como ser relacional puede ampliarse y profundizarse con la ayuda de ciertos paradigmas operativos en diferentes disciplinas. En el caso de la teología, este tipo de investigación resulta particularmente complicada y delicada por innumerables razones que aquí simplemente señalaremos en forma de una serie de preguntas desconcertantes…

En teología, ¿es Dios un paradigma para comprender a la persona humana o es la persona humana un paradigma para “comprender” a Dios? ¿Es Jesucristo el paradigma de la humanidad, de la personalidad, de las relaciones, de la divinidad? ¿En qué sentido podemos hablar de Dios como persona y/o como relaciones entre tres personas divinas? ¿Habla la Biblia de Dios como una persona y/o una relación? ¿Cómo se conecta la relación entre un creyente y Dios con las relaciones entre ese creyente y otros seres humanos? Si esta lista se extendiera indefinidamente, nos señalaría la larga y compleja historia de la teología como disciplina.

Por lo tanto, planteamos con considerable cautela la cuestión relativa a cualquier posible paradigma teológico de la persona humana como ser relacional. En un breve blog parece mejor proceder a modo de ejemplo, así que consideremos el “Übernatürliches Existential” (Existencial sobrenatural) de Karl Rahner como candidato para el papel de paradigma teológico. Este término aparece entre comillas en los Grundkurs, lo que posiblemente indica que el autor es consciente de que es un tanto audaz como construcción lingüística. En Heidegger, el sustantivo Existencial indica un rasgo inherente, constitutivo y universal de la existencia humana. El término de Rahner se utiliza aquí para sugerir que la autocomunicación salvífica de Dios en la creación (en curso) es precisamente una de esas características.

Esta atrevida afirmación ha provocado y sigue provocando reacciones críticas en varios círculos teológicos, como el de la Ortodoxia Radical (a la John Millbank). No es nuestro propósito aquí entrar en este debate sino simplemente sugerir sólo tres (de muchas posibles) razones por las que esta idea podría considerarse un paradigma teológico de la persona humana como ser relacional.

La primera razón es que el término sugiere que la persona es un ser relacional no sólo con respecto a otros seres humanos sino también con respecto a Dios. Además insiste en que esta relación es iniciativa de Dios… la relación humana con Dios es desde el principio una respuesta. “Desde el principio” significa que Dios ya está allí ofreciendo esta relación cuando el ser humano toma conciencia de algo, pues sin la oferta de Dios no habría nada con qué relacionarse.

La segunda razón es que la idea incluye una dimensión prescriptiva sutil que, como hemos visto, es necesaria para que un paradigma sea un paradigma. La autocomunicación de Dios no es una cuestión de compartir información sobre Dios sino de la salvación humana. Pero, como nos recuerda Agustín, Dios no nos salvará sin nuestra cooperación, y por eso estamos obligados a responder con nuestra forma de vida.

La tercera razón es que partir de la antropología significa partir de donde está arraigada la cultura moderna: en el sujeto autoconsciente. En alemán coloquial dicen “si quieres llevar a alguien, recógelo donde está parado”. Las intenciones de Rahner son, en última instancia, profundamente teológicas, pero consideró que el mejor punto de entrada a la teología para la persona moderna es su capacidad de autotrascendencia. En sus propias palabras:

«Tan pronto como se entiende al hombre como el ser absolutamente trascendente respecto de Dios, “antropocentrismo” y “teocentrismo” en teología no son opuestos, sino estrictamente una y la misma cosa, vista desde dos lados» (Investigaciones Teológicas 9, p. 28).

P. Martin McKeever, CSsR

(traducción libre de Scala News, consulta el texto original en inglés en el sitio del Blog de la Academia Alfonsiana)